La UCR del interior le apunta a De Loredo

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Con la asunción del riotercerense Marcos Ferrer en 2024, la Unión Cívica Radical de Córdoba prometió iniciar una etapa de autocrítica, apertura y retorno a los principios fundacionales del partido. Sin embargo, al día de hoy, la conducción parece ceder ante las condiciones impuestas por el escenario preelectoral, donde los espacios libertarios emergen como refugio para un radicalismo menos competitivo o como trampolín hacia una nueva gran alianza con vistas a las elecciones provinciales de 2027. Esta estrategia, que gana terreno, parece ser impulsada por la principal figura del radicalismo cordobés a nivel nacional: Rodrigo de Loredo.

Uno de los primeros planteos tras la renovación del Comité fue un reclamo histórico: el pedido de mayor federalismo desde el interior provincial. En cada expresión de esos circuitos se refuerza la exigencia de que la participación de los dirigentes del interior no quede reducida a decisiones tomadas en una mesa de café de la capital. Pese a los reiterados intentos de lograr una representación legítima, ese anhelo sigue chocando con los mismos obstáculos de siempre. Aunque algunos se resisten a admitirlo, la participación federal se ha vuelto poco más que una expresión de deseo.

Una fuente radical cercana al núcleo de decisiones del partido en Córdoba compartió con Alfil su mirada sobre el presente partidario y la reacción de la dirigencia del interior. “Si los intendentes quieren tener lugar, tienen que demostrarlo, y hasta ahora no lo han hecho. Coquetean con (Martín) Llaryora y después nos culpan de todo lo que está mal”, lanzó. Y agregó un dato alarmante: “Hay zonas donde hoy tenemos menos intendentes que en 2023”.

Un diagnóstico claro e incómodo sobre cómo se percibe a la región fuera de la capital. La postura de este dirigente —y la de otros del sector de los denominados “radicales peluca”— parece dar por sentado que la conducción del partido no se definirá en base al consenso de los circuitos, sino de acuerdo con la estrategia delineada por De Loredo. De hecho, reconocen que en el interior parece haber un consenso mayoritario respecto a rechazar una alianza con los libertarios, posicionamiento que parece ir en contra de lo que pretende la “mesa chica”.

Esta visión contrasta con la impronta federal y participativa que Ferrer pretendía imprimir, aunque guarda similitudes con prácticas que los radicales cordobeses vienen repitiendo desde hace años —e incluso décadas. A la hora de definir estrategias y listas, De Loredo aparece como el actor con mayor peso. Y, a juzgar por sus últimos movimientos, su destino político parece acercarse a una alianza con los libertarios.

Intendentes y dirigentes del interior expresan su creciente malestar ante lo que perciben como un secreto a voces: la falta de consulta y el manejo concentrado del poder partidario. En ese marco, reclaman participación real en la toma de decisiones, hartos del centralismo capitalino que consideran excluyente. La figura de Ferrer había generado expectativas, sobre todo por su experiencia como dirigente del interior, expectativa que se fortaleció tras sus recorridas por distintas localidades para tomar contacto con las bases. No obstante, los últimos movimientos de la “mesa chica” radical en Córdoba han encendido alarmas entre los no capitalinos, que ven con preocupación un “déjà vu” de prácticas que creían superadas.

¿Qué alimenta esa sensación de “más de lo mismo”? Principalmente, la actitud hermética de De Loredo, a quien acusan de operar en solitario y no atender a los referentes del interior. “Nos enteramos por las redes”, le comentó a Alfil un dirigente de peso, reflejando las crecientes quejas sobre los modos deloredistas.

El reclamo al diputado nacional se vuelve cada vez más explícito: le exigen que cumpla su rol como conductor, convoque, comunique e integre. “Estamos cansados de tanta rosca y de que no se informe nada. Hay que liderar y a eso lo tienen que entender Rodrigo. No va a llegar a Despeñaderos a pegar un grito y que todos salgamos corriendo atrás”, se escuchó en una reciente reunión en el sur cordobés.

Ya en octubre del año pasado, cuando Ferrer asumió la conducción del Comité, se advertía: si no se escucha al interior, habrá rupturas. Hoy, en esos circuitos, se reavivan debates que van más allá del debate por una eventual interna partidaria y que profundiza sobre la coherencia ideológica ante posibles alianzas, con llamados a construir una fuerza propia o a reencauzar acuerdos más afines. Para que eso ocurra, será necesario restablecer el diálogo entre De Loredo y las bases. Mientras tanto, el Partido Cordobés de Martín Llaryora está al acecho, esperando beneficiarse de los eventuales quiebres de la rosca radical.

CON INFORMACION DE DIARIO ALFIL, SOBRE UNA NOTA DE MARCLE GABRIEL.

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