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Macri y Milei: mismo principio, ¿mismo final?

OPINIÓN Ivan Carrino*
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A poco tiempo de cumplirse un año de gobierno, el Merval en dólares ha subido nada menos que 30,9%, mientras que el Riesgo País cayó un 35% si lo comparamos con enero del año pasado. Por su parte, el dólar en el mercado libre subió menos que la inflación, por lo que el tipo de cambio real cayó un 13% en el año. Por otro lado, la inflación se redujo marcadamente si comparamos los niveles de noviembre contra los de enero.

Cualquier que lea por encima los datos de más arriba podría pensar que estamos hablando del primer año del gobierno de Javier Milei. Sin embargo, todos estos números y cambios pertenecen al año 2016 y son propios de la administración Macri.

Hay una diferencia de magnitudes. En el caso de la inflación, en noviembre de 2016, fue del 1,6%, contra el 4,6% que había alcanzado en enero de ese año. Hoy en día hay que comparar 2,7% contra 20,6%.

Las variables financieras muestran cambios más grandes hoy que entonces. El Merval trepa casi 100% en dólares, mientras el Riesgo País ha caído 60% y el tipo de cambio real (en el mercado libre), se redujo 42,8%.

Si se agregara una similitud adicional podríamos mencionar que en el primer año de Macri la economía cayó fuerte durante la primera mitad del año, para recuperarse en el famoso “segundo semestre”. Hoy la película es similar. Tras caer en el primer trimestre y encontrar un piso durante el segundo, la economía comenzó a rebotar en el tercero.

Ahora bien, quienes ven esto lo hacen con ojos preocupados. En el fondo, después de todo ese entusiasmo inicial durante el 2016 y buena parte de 2017, a fines del segundo año de mandato, el castillo se empezó a derrumbar.

Y, tras dos episodios puntuales (la sesión por las jubilaciones, con las 14 toneladas de piedras, y el “28-D”, donde la política hizo que el Banco Central de Sturzenegger baje la tasa de interés) la economía de Macri se descarriló, el dólar saltó y ya no hubo vuelta atrás. Volvimos al Fondo, y con ello a las crisis macroeconómicas a las que tan acostumbrados estamos. Saltó la inflación y aumentó otra vez la pobreza.

¿Por qué esta vez no terminaremos así? La respuesta es breve: porque hoy no hay déficit fiscal. Y, si la tesis fiscal es cierta, entonces esta vez la mejora podría ser sostenible.

¿Qué es “la tesis fiscal”? La teoría de que las últimas crisis macroeconómicas de Argentina fueron el resultado de un gobierno que gasta demasiado y se queda, tarde o temprano, sin fuentes genuinas de financiamiento. Esto pasó en 1989, en 2001, en 2011 y en 2018. Los resultados fueron la hiperinflación, el corralito, el cepo y la crisis cambiaria de la que hablábamos más arriba.

En la actualidad, el Gobierno gasta menos de lo que recauda. Es decir, que tiene superávit primario (el financiero está debatido) y –además- se comprometió a mantenerlo durante toda su gestión. Esto permite que el gobierno, por un lado, no se exponga a los mercados de crédito. Que no necesite ir al mercado a pedir prestado para financiar nuevos gastos que no tengan recursos asignados. De hecho, con el superávit primario lo que hará el gobierno es acudir al mercado, pero para pagar los intereses de la deuda.

El otro aspecto positivo del superávit de las cuentas públicas es que el gobierno no acudirá, tampoco, al Banco Central para pedirle auxilio. Es cierto que la mejor forma de garantizar que el BCRA nunca más emitirá para financiar el gobierno sería reformar su Carta Orgánica o bien eliminar la institución por completo, como se prometía en campaña. Pero también es cierto que, si el tesoro no tiene déficit, entonces por obvias razones no habrá emisión monetaria con origen fiscal.

¿Quiere decir todo esto que el país ha quedado libre de toda posibilidad de crisis de acá en adelante? Sin dudas, no.

Pero en la medida que este horizonte para las cuentas públicas se mantenga y, además, todos perciban que se mantendrá (tema no menor), entonces podemos afirmar que la posibilidad de tener una crisis “a lo Macri” en algún momento de los próximos cuatro ha bajado considerablemente.

Espero no estar equivocado. No por una cuestión de ego personal sino porque, si efectivamente alejamos las crisis macroeconómicas de nuestra vida, podremos empezar a pensar en un país más predecible y próspero a futuro.

 

 

* Para www.infobae.com

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