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Javier Milei y Nicolás Maduro, una extraña pareja

OPINIÓN Marcelo Falak*
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El enésimo corcoveo de la crisis sin fin de Venezuela, desatado por un proceso electoral discutido por buena parte del mundo y que le dio a Nicolás Maduro su segunda reelección y la chance de gobernar hasta 2030, terminó de pulverizar lo que quedaba de la relación entre ese país y la Argentina. El caudillo chavista ordenó la expulsión del encargado de negocios de nuestro país, Andrés Mangiarotti –el cargo de embajador estaba vacante– y la salida de la embajadora de Caracas en Buenos Aires, Stella Lugo. ¿Un problema? Depende de cómo se lo mire.

El asunto no es un chiste: en la noche del lunes se denunciaba un posible asalto de efectivos de seguridad venezolanos a la embajada argentina, donde están refugiados seis disidentes. Sin embargo, como analiza Juan Rezzano en Letra P, el cortocircuito le viene como anillo al dedo al presidente Javier Milei, flaco de narrativa por casi todos los costados. El eslogan ganchero de "la libertad" retrocede en más de un sentido y el cuco de "la casta" casi que desapareció tras la firma del Pacto de Mayo.

Adicionalmente, cabe agregar, la inflación baja tanto como se enraíza la recesión; el frente cambiario responde a la intervención de Toto Caputo y su ex socio de negocios y actual socio político Santiago Bausili, pero al costo de vaciar cada día un poco más al Banco Central; el mercado se llena de esos rulos raros que nunca presagian nada bueno, y el enrarecimiento del clima social se despliega en nuevos datos. La crisis llega justo a tiempo para devolverle el habla al dispositivo paleolibertario.

Venezuela y un pecado de ignorancia

El detalle es que Maduro y Milei juegan al mismo juego. Ambos se parecen en más de un sentido y se espejan: lo que en Caracas se ve a la izquierda, en Buenos Aires aparece a la derecha.

No por nada Milei invitó a su némesis al juego con un primer posteo en las redes sociales, este le respondió con un chorreo de insultos y el primero retrucó en nuevos textos y hasta en video. Continuará…

Un punto fuerte en común entre ambos está dado por el uso doméstico –subalterno– de la política exterior, todo un pecado de ignorancia. Es seguro que Maduro, revelado ante un grupo de adherentes argentinos como "peronista" y "evista" (sic… ¿será por Evita o por Evo Morales?) no sabe que Juan Perón dijo alguna vez que "la verdadera política es la política internacional".

El mandatario reelecto paga demasiado desde ese punto de vista, pero se trata de un precio que está dispuesto a asumir con fines domésticos. Su decisión de romper con la Argentina fue análoga a la que tomó con otros seis gobiernos: los de Chile, Uruguay, Costa Rica, Perú, Panamá y República Dominicana. Es decir, progresistas, conservadores y sea lo que sea Nayib Bukele.

A esos países se sumaron Estados Unidos, la Unión Europea la ONU y hasta el Centro Carter.

No todas esas administraciones y organizaciones hablaron de "fraude" ni fueron tan tajantes como la Argentina, pero sí le dijeron al chavismo que para creerle que el proceso fue limpio sería conveniente que se publicaran las actas de la votación y que no valía seguir demorando ese trámite elemental en base al argumento de un "ataque terrorista" y un "hackeo" al sistema de transmisión de datos, de los que además se responsabiliza a la líder opositora María Corina Machado.

Mientras Venezuela consagraba un nuevo gobierno sin la difusión de dichas actas y apenas en base a un conjunto de números lanzados al tuntún –5.150.092 votos (51,20%) contra 4.445.978 (44,2%)–, el oficialismo advertía a la oposición que desconocer el resultado es un delito penal que conlleva penas de cárcel. En tanto, Machado y el candidato presidencial Edmundo González afirmaban que publicarían el 73% de las actas fantasma, lo que les permitiría demostrar que este se impuso por amplísimo margen.

Sí: hasta el cierre de esta nota, lo más cerca que se estaba de ver documentación electoral concreta parecía ser un aporte del antichavismo, mientras el Consejo Nacional Electoral (CNE) seguía sin cumplir con la promesa de publicación realizada el domingo a última hora.

El asunto es delicado: desconocer el resultado implicaría un alzamiento contra uno de los cinco poderes del Estado venezolano consagrados por la Constitución de 1999: el Electoral, que se añade al Ciudadano y a los tres tradicionales. ¿Cómo se concilia la amenaza de cárcel para los referentes de la Plataforma Unitaria Democrática con el llamado al diálogo hecho por Maduro el domingo a la noche? Ni más ni menos que como un modo de correr el arco, de modo que la oposición pase en tiempo récord de discutir el poder a hablar de su libertad personal.

Los regímenes nacidos de una revolución –eso y no otra cosa es el chavismo– no suelen irse sin pena ni gloria por una simple elección adversa. El entramado de poder que genera un régimen –fuerzas armadas, milicias populares, judicatura, autoridad electoral, poderes territoriales, sindicatos, movimientos sociales y hasta una burguesía propios– es infinitamente más denso que el que genera un mero gobierno. En ese sentido, la apuesta de Maduro es a toda la dureza que haga falta, desde la ruptura con casi todo el hemisferio y con Europa al acorralamiento de lo que queda de oposición, pasando por la represión de los conatos de protesta callejera registrados este lunes en Caracas.

Desde ese punto de vista, la pelea con medio mundo –y con Milei en primer lugar– le sirve a Maduro para galvanizar el frente interno y alimentar la narrativa de la lucha contra el imperialismo y sus peones regionales.

Volver con la frente marchita

Como se dijo, se trata de un juego de espejos: lo que para Maduro es aislamiento externo y, a la vez, argumentos para endurecerse hacia adentro, para Milei es una oportunidad de darse un cierto regreso al mundo.

Hasta ahora peleada por los motivos personalísimos de Milei con China, Brasil, México, Colombia, Chile, España, Francia, la Liga Árabe en pleno y tantos más, la "diplomacia" argentina –permítase el exceso del mote en aras de la claridad– se lanzó esta vez a coordinar un comunicado con "los gobiernos de Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay" para expresar "profunda preocupación", reclamar "la revisión completa de los resultados con la presencia de observadores electorales independientes" y elevar el caso venezolano a la Organización de Estados Americanos (OEA).

Sorprendente... Parece que existe algo más allá de Estados Unidos e Israel.

 

 

* Para www.letrap.com.ar

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