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La deserción de Joe Biden pone en crisis el Plan Aguantar de Javier Milei

OPINIÓN Marcelo Falak*
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Cuando el gobierno de Javier Milei se mostraba decidido a comprar tiempo –bastante caro– hasta la ocurrencia de un evento que daba por seguro y que, de concretarse, lo podría ayudar a relanzarse, un hecho resonante, aunque no inesperado, altera sus planes y abre un interrogante grande para los próximos meses. Con Joe Biden oficialmente fuera de la contienda electoral, Estados Unidos mezcla y reparte de nuevo todas las cartas políticas, y el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca pasa del estatus de lo prácticamente seguro a lo incierto. Cabe destacar que la retirada de un candidato al que sólo le faltaba ser formalizado es un hecho inédito en varias generaciones.

Todos los pasos del Gobierno apuntaban a lo que Gabriela Pepe definió en este medio como Plan Aguantar: quemar reservas y todo lo que fuera necesario a la espera de que un Trump 2.0 hiciera otra apuesta de política exterior a una Argentina de derecha y pusiera, a partir del 20 de enero, otra vez de rodillas al Fondo Monetario Internacional (FMI).

Imponiendo, como en 2018 del préstamo más grande y uno de los más escandalosos de la historia, el republicano –suponía la Casa Rosada– forzaría una nueva entrega importante de dólares frescos fundamentales para blindar la salida del cepo y, por qué no, dolarizar la economía. ¿Habrá plan B?

Mientras la troupe oficial y paraoficial de troles se entretiene sacándose los ojos y rompiendo cada día de a poquito al Gobierno, para llegar a ese momento, el ilusionista Toto Caputo pasó la deuda del Banco Central al Tesoro, como si eso hiciera más diferencia que meterle ruido a la solidez de los bancos.

También aclaró –y todo lo contrario– el anuncio presidencial de la intervención en el mercado del dólar paralelo con reservas que no están, y con el desarme de los putsvulneró –otra vez– el punto uno del Pacto de Mayo sobre la sacralidad de la propiedad privada. Todo por mantener, interviniendo mucho a lo largo y a lo ancho de toda la economía, las tendencias un tanto ficcionadas a la desinflación y el equilibrio fiscal… El credo anarcocapitalista debía esperar mientras llegaba Trump.

El destino argentino es cruel: desde la Cristina Fernández de Kirchner crepuscular al Mauricio Macri que se derramó por la canaleta del endeudamiento y la fuga, así como del Alberto Fernández del confinamiento interminable al Sergio Massa ministro y a la vez candidato, lo que rige es un perpetuo Plan Aguantar. Menudo nudo político el del país, al que ahora se suma Milei.

Como si no hubiera necesidades apremiantes.

Javier Milei y lo que se juega en el Norte

El Plan Aguantar de Milei y Caputo pecaba y sigue pecando de una posible falla de origen: un voluntarismo muy grande.

* Depende de que Trump gane las elecciones de noviembre y asuma en enero; de que las acechanzas de la economía y las finanzas nacionales queden en pausa al menos hasta marzo; de que para entonces el republicano decida sellar con la Argentina una alianza de hierro en el hemisferio; de que en base a eso fuerce al FMI a volver a poner dinero en el país que más le debe en todo el mundo; de que el resto de los países del Directorio acepte mansamente ese designio –incluso los ofendidos por el mandatario– y de que, al final, todo el mundo sea feliz. Un montón.

Estados Unidos cuenta con el 16,5% de los votos en el Directorio del organismo, lo que lo convierte en su miembro descollante. Sin embargo, eso no implica poder absoluto y el horno no está para bollos con la Argentina, deudora récord, recalcitrante, sin visos de devolver los 45.000 millones que ya debe y que, encima, pide más plata para pisar, como hizo el propio Toto Caputo en el fatídico 2018, una paridad cambiaria inviable, es decir para inaugurar otro período de fuga intensa. Eso hace que otras voluntades sean también relevantes para empujar en el mismo sentido en el que –se supone– lo haría Trump en caso de volver al poder. El detalle es que la antidiplomacia de Milei, Diana Mondino y ahora Victoria Villarruel está peleada con mucho más que medio mundo.

Entre otros países destratados por un gobierno que, insólitamente, tiene el coraje de mirar a los demás por encima del hombro, China tiene el 6,08% de los votos en el Directorio, Brasil el 2,22%, México el 1,8% y España el 1,92%. La ruptura con la administración de Pedro Sánchez cuesta cara con casi toda la Unión Europea (UE), a lo que se acaba de sumar la aventura chauvinista de la vicepresidenta con Francia, dueña del 4,23% de los sufragios. ¿Podría Trump contra tantas resistencias?

No-está-nada

La base de todo el andamiaje del Plan Aguantar es que el magnate gane en noviembre. Hasta este domingo todo jugaba a favor de eso. ¿Ahora?

Por un lado, las encuestas lo ponían en primer lugar en intención de voto. En Estados Unidos no se vota a postulantes, sino a convencionales que se reúnen en un Colegio Electoral, tal como ocurría en la Argentina previa a la reforma constitucional de 1994. En ese sistema indirecto, los republicanos tienen ventaja ya que la distribución nacional de su electorado les resulta favorable. Por eso ha ocurrido que los demócratas se hayan quedado en el llano aun imponiéndose en el voto popular. Sin necesidad de ir al precedente ya lejano de Al Gore y George W. Bush, eso fue lo que ocurrió entre el propio Trump y Hillary Clinton en 2016.

Sobre ese escenario favorable, un asunto de larga data hizo eclosión: el asombroso debate presidencial realizado el 27 de junio en Atlanta mostró al presidente Biden senil y mentalmente disminuido. Desde ese día, encima, sólo sumó papelones. Ese punto de inflexión puso en crisis al Partido Demócrata, abrió allí una grieta entre quienes seguían apoyando al jefe de la Casa Blanca y quienes le pedían a gritos que declinara su postulación –buena parte de la poderosa prensa liberal– y alejó a donantes que no tenían ganas de tirar su dinero a la basura. El resultado, sugerido ya el viernes por este medio, se confirmó este domingo: tras una rosca agónica, Biden declinó su candidatura.

El futuro se reabre.

El tormento de los favoritos

A priori podría sostenerse que todo esto puede beneficiar de manera adicional al presidenciable republicano, alguien que parece blindado. Sobrevive a atentados. El sistema no termina de pasarle la factura correspondiente por haber tratado de torcer el resultado de las elecciones de 2020, fogoneando el asalto al Capitolio de enero de 2021 y, con eso, un golpe de Estado. Una mayoría social aceptaría volver a elegirlo a pesar de presumir de modo vehemente que se trata de un hombre corrupto y antidemocrático. Melonea a la Justicia y no paga con cárcel o inhabilitación por causas en las que, aún condenado, se tarda una eternidad en llegar a sentencias firmes. Por si todo eso fuera poco, se benefició hace tres semanas con un fallo de la Corte Suprema, hoy fuertemente conservadora, que falló una amplísima, casi imperial, inmunidad para delitos cometidos por presidentes en el ejercicio de sus funciones. Se cumple lo que dijo él mismo en enero de 2016: "Podría dispararle a la gente en la Quinta Avenida y no perdería votos".

La crisis del oficialismo se agiganta con una pregunta obvia y que el propio líder opositor se encargó ayer mismo de hacer explícita: si Biden no está en condiciones de ser candidato, ¿lo está para gobernar la principal potencia mundial? O, de modo incluso más inquietante, ¿quién está realmente al frente de los Estados Unidos?

"El corrupto Joe Biden no es apto para postularse como presidente y ciertamente no es apto para servir. ¡Nunca lo fue! Sufriremos mucho por su presidencia, pero vamos a remediar el daño que ha hecho muy rápidamente", prometió en su red social, Truth Social.

En la misma línea, el líder republicano de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, disparó: "Si Joe Biden no está en condiciones de postularse a la presidencia, entonces no está en condiciones de servir como presidente y debe renunciar al cargo inmediatamente". Eso no pasará, pero todo sea por meter lo más profundamente posible el dedo en la llaga demócrata.

Sin embargo, si el statu quo era tan favorable a los republicanos, un cambio de escenario abre una ventana hacia la incertidumbre. A Biden le ganaba; ¿también vencerá a quien lo suceda en el ticket demócrata?

En política, las sorpresas son el calvario de los favoritos.

Una rosca infernal

Los aspirantes presidenciales de los dos grandes partidos también surgen de elecciones indirectas, similares a la nacional. En el proceso de primarias, en cada estado se vota por delegados que declaran su adhesión a los diferentes precandidatos. Tal como están ahora las cosas, los delegados de Biden quedan liberados de toda obligación en la Convención que se realizará en Chicago entre el 19 y el 22 de agosto. Votarán allí 3.934 hombres y mujeres que serán parte de una rosca colosal y posiblemente caótica.

En el anuncio de su declinación, Biden bendijo una candidatura de su vice, Kamala Harris. Ella está más que dispuesta a convertirse en la primera mujer en llegar a la jefatura del Estado y en principio parece la opción más obvia, aunque desde hace tiempo la imagen de esta mujer de 59 años ha defraudado las expectativas existentes cuatro años atrás.

Ser hija de inmigrantes –padre jamaicano, madre india– y mujer pueden ser puntos fuertes o débiles, según el sector del electorado al que se mire. Para seguir con las aristas ambiguas de su perfil, su anclaje político en California la hace demasiado liberal para los conservadores, y su récord de dureza como fiscal contra perpetradores de delitos menores –pertenecientes sobre todo a las minorías negra y latina– la convierte en demasiado derechista para los progresistas…

Las encuestas no le daban bien, pero varios referentes partidarios se alinearon detrás de ella siguiendo la indicación de Biden. Por ahora hay que esperar: cuando una Convención se abre, se abre.

Los enjuagues recién empiezan, al menos de modo explícito. Además de ella, se habla de otras figuras demócratas, lo que le mete más ruido a una situación sin precedentes en décadas y en la que escasean los referentes verdaderamente capaces de orientar la decisión del partido. Con todo, hay tiempo y eso juega a favor.

Entre varios otros presidenciables, se menciona al gobernador de California, Gavin Newsom, un estado muy demócrata y principal colegio electoral del país. ¿Pero eso no sería pan con pan?

También a la muy antitrumpista y progresista gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer, y a su par de Pensilvania, Josh Shapiro. Ambos estados son considerados oscilantes, cruciales para el Colegio Electoral, y el segundo, de hecho, es el más importante de todos ellos… Uno de esos nombres podría ser una buena opción como número uno o como dos de la fórmula. Se verá.

El reseteo supone un riesgo para los demócratas, pero también una oportunidad cuando ya parecían no tener chances, cosa que se encargaron de resaltar medios que en las últimas semanas presionaron fuerte para que pasara lo que pasó.

"La salida de Biden les da a los demócratas la oportunidad de reorientar la atención pública desde la cuestión de la aptitud del presidente hacia la manifiesta incapacidad moral y temperamental de Trump, y hacia los peligros de rearmarlo con los considerables poderes de la presidencia", dijo este mismo domingo The New York Times en un editorial.

En tanto, The Washington Post señaló: "La decisión de Biden crea una oportunidad para un reseteo, no solamente para su partido, sino también para la política estadounidense en general a través de un proceso de nominación competitivo".

El cambio de reglas de juego en medio de un partido que Trump tenía prácticamente ganado pone en cuestión posibilidades que se daban como muy probables: que los republicanos se quedaran con la mayoría en las dos cámaras del Congreso, con más gobernaciones y, como se dijo, que disfrutaran de una Corte Suprema afín.

¿Habrá finalmente Donald I de Nueva York? Milei ruega que así sea porque no está claro que tenga un plan B.

 

 

* Para www.letrap.com.ar

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