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Como sea, Schiaretti ya decidió

POLÍTICAAgencia de Noticias del InteriorAgencia de Noticias del Interior
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La pregunta no sólo atraviesa de punta a punta al interior del peronismo cordobés –y lo mantiene en efervescencia y en estado de desorden–, también comenzó a retumbar en ámbitos empresariales e incluso traspasó las fronteras de la provincia: ¿por qué Juan Schiaretti decidió jugar abiertamente en contra del peronista Sergio Massa?

Las acciones y hechos del gobernador de los últimos días no dan lugar a la duda. Schiaretti inició una serie de duros cuestionamientos en contra del candidato y actual ministro de Economía.

Lo hizo en la previa de la llegada de Massa a Córdoba con aquel quirúrgico tuit que tan mal cayó en el massismo, y lo continuó durante toda la estadía del candidato. Hubo un cuidado operativo de confrontación. Una especie de chequeado en vivo de cada promesa o anuncio realizado por Massa para Córdoba. El schiarettismo se propuso ser mal anfitrión y cree haberlo logrado.

La movida anti-Massa fue tan evidente que obligó a Martín Llaryora a pronunciarse desde su interminable gira por el exterior iniciada cuatro días después de las elecciones generales. Llaryora vuelve este sábado, pero si por él fuera retornaría después de que todo se defina.

 
El próximo gobernador intentó hacer todo el equilibrio que pudo. Tiene un rol distinto al de Schiaretti: deberá gobernar la Córdoba que no será ajena al país del ajuste que se viene. Lo hará con el agregado –¿y el riesgo?– de que si el grueso de la población lo decide en el balotaje, podría transitar esa compleja convivencia con el Massa que habla del gobierno de unidad nacional, pero al que todos respetan por su determinación y voracidad política.

El todavía intendente capitalino sabe que parte de la cuenta de un eventual mal resultado del hoy ministro en Córdoba correrá a su nombre. Igual se mantendrá dentro de la línea política que ya definió y está ejecutando Schiaretti. “Hasta el 10 de diciembre, el que manda es Juan”, reafirma un influyente integrante del poder que viene.

 
EL PORQUÉ DE SCHIARETTI
El concepto central que guía el posicionamiento de Schiaretti para el balotaje responde a un precepto que para el gobernador es la clave del sostenimiento del proyecto político de Hacemos por Córdoba.

Rige allí como principio central conservar el capital político –el apoyo de la ciudadanía en votos– construido en estos 24 años en el poder y que se extenderán a 28 con Llaryora. El schiarettismo planta este argumento como defensa ante lo que considera una avanzada de Massa sobre su electorado.

“El error grave que cometió Massa es venir a Córdoba a intentar dividir las aguas de nuestro electorado. No lo vamos a permitir. La bandera de la defensa de Córdoba no se negocia. Está en juego buena parte de lo que construimos en todos estos años. Massa vino a intentar desordenar todo lo que hicimos hasta acá; busca enfrentar a la sociedad cordobesa”, se sintetiza desde las usinas schiarettistas para explicar el porqué de la confrontación al candidato de Unión por la Patria y la fijación con la etiqueta “kirchnerista” que le estampó Schiaretti en cada pronunciamiento.

Ese pensamiento defensivo cobra todavía más sentido para el cordobesismo cuando se le asocia el rasgo característico del grueso de los votantes cordobeses: su profundo antikirchnerismo. “No podemos traicionar a nuestro electorado”, repiten las segundas líneas.

Además, el apoyo de Luis Juez a la candidatura de Milei es un factor que no pasa inadvertido en el PJ cordobés. “No podemos regalar ese terreno ante nuestro electorado”, afirman con encuestas en mano que mantienen el 70/30 en favor del ultraliberal sobre Massa.

En el schiarettismo descartan de plano cualquier tipo de participación del actual gobernador en un posible gobierno de Milei. Aseguran que tomar esa decisión sería “rifar” la “coherencia” del discurso que hizo que 1,8 millones de argentinos lo votaran en las elecciones generales y le dieran la categoría de dirigente nacional que no tenía hasta hace dos meses. “Es la primera vez que la seriedad garpa”, repiten desde el Panal.

En el oficialismo provincial se admite que el posicionamiento contrario a Massa y funcional a Milei es “incómodo”, incluso en planos que son caros a las ideas de Schiaretti.

Hay dirigentes de organismos de derechos humanos que también se preguntan por qué. No logran comprender cómo un defensor de la lucha por la justicia y la verdad y que hasta sostuvo diferencias con su socio político José Manuel de la Sota sobre este tema termine emparentado por acción u omisión con alguien que defiende la “teoría de los dos demonios” y al que le cuesta pronunciarse en público con contundencia en favor de la democracia.

Las explicaciones de Schiaretti no importan en el massismo. Los epítetos en privado contra el gobernador se reproducen mientras se multiplican los sondeos que dan un final cerradísimo entre Massa y Milei a nivel nacional.

“Si Llaryora y Schiaretti creen que les saldrá gratis ser funcionales a Milei en contra de un peronista, se equivocan feo. Aún en el caso de que Sergio pierda, lo hará tras lograr 48 o 49 puntos. Massa no es Scioli. Y lo que representa Milei no es lo mismo que lo que representaba Macri en 2015. Las traiciones se pagan caro en el peronismo”, afirma sin ocultar el tono de advertencia un peronista muy cercano a Massa.

Como sea, Schiaretti ya decidió.

Con información de La Voz, sobre una nota de Mariano Bergero

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