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Vamos a hablar de cuernos, esa "hermosa delicia secreta"

PARA LEER EN PANTUFLAS 07/06/2022 José Ademan RODRÍGUEZ
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 Por José Ademan RODRÍGUEZ

Alguien dijo una vez que la infidelidad debe copular con la discreción... si por ahí se asoma don descuido, con toda seguridad aparecerá gritando Doña Escándalo acompañada de su amiga la Hipocresía.


Es que somos débiles mortales, por eso el amor para siempre, el amor eterno es excepcional, tiene alma de aburrimiento y contenido de tumba, es irreversible. 


 
(LA infidelidad es precoz)


En la vida animal hay poca monogamia... Como por ejemplo en algunas especies de pájaros, que más bien serían pajarones, delfínes y otros cuentos para niños. Pero... ¡LOS CUERNOS SON MUCHA GLORIA! ¡¡UN TRIUNFAZO!! ¡¡UN CETRO!!


No es que sea malo ponerlos, es algo natural. El primer paso, ya te lo advierte, es el enamoramiento, osea, para "enamorar miento". Lo jodido es sustentar esa mentira... La explicación que se da ya está muy gastada, como son: las feromonas, los procesos químicos cerebrales, etc. etc. o una de las excusas más a mano: ¡me emborraché!


Existe una crónica infelicidad de un hembraje clónico, mimético, claudicante y sojuzgado... que son decentes por temor a que las descubran. Por eso, la mayoría hace bien adornando la cabeza con cuernos a "tiranuelos" que la han destinado en la cárcel del hogar. Además, ningún hombre muere mocho. Según un albañil amigo, muchas le han llamado para que les amplíe las puertas de sus casas, para que los maridos puedan pasar las aspas. Aunque la mayoría, hijos de prósperos comerciantes, no lo notaron mucho, pues habían entrado al mundo por la puerta grande. 


Rara psicología endogámica la de los cornudos. Siempre se dijo que él es el último en enterarse. ¡Mentira gorda! Se autoengaña: así confirme la infidelidad, la certeza le dolerá demasiado; puede transformarse en una certeza que quiere ser duda, y la duda se convierte en sospecha infundada. La Historia lo confirma: todos sabían (pretorianos, cortesanos y puteranos), que al emperador Claudio su mujer Mesalina "lo pasaba", pero no pudo envenenarlo, cosa que logró Agripina. ¡Flores de minas la Mesalina y la Agripina! Sólo él no manyaba niente. Que cornudo y apaleado, vaya y pase, pero cornudo y envenenado... ¡Eso es grave! 


¿Cuántas desearían ser "secuestradas"; en vez de opresión y claustrofobia les daría el Síndrome de Estocolmo, aunque sea un madurito que haga de piedra pómez: quizá con una frase bonita limará los callos sentimentales que les dejó el ogro del marido. Es que las mujeres encuentran en un amante lo que realmente anhelarían encontrar en el marido, que es realmente a quien quieren. Y el esposo más amante lo es cuando le es infiel a su mujer. Sufrir por celos, y además terribles, es cosa de Reinas, como los de Juana La Loca por Felipe El Hermoso, que de ese amor surgió el Loco Lindo, Carlos V, dueño de un imperio donde nunca se ponía el sol. 


Supongo que la fidelidad es el ideal (pero no se la practica, y menos mentalmente) y el adulterio una felonía (pero es lo habitual). En mi caso, como todo adúltero con dignidad de tal, soy capaz de negarme acaloradamente al requerimiento de cama de la persona que (mal)vive a mi lado. He trabajo en televisión y les puedo asegurar que me era más fácil engañar a mi mujer que a la cámara; para lo primero fui un artista. Soy tan infiel que le pondría una peluca a una amante de ocasión para hacer de cuentas que la engaño con otra. O directamente la engañaría diciéndole que no la engañaría con otra, con atroz falsedad en el propósito de enmienda. Y de la misma manera no hay ninguna mujer más chispeante, renovada y optimista que la mujer infiel. Siempre alerta, con las antenas receptivas para lances amorosos. Porque la infidelidad nace con la mujer y en vez de aceptar su supuesta lealtad, no lo creas nunca, que el león no es manso, si lo fuera desconfía de él.


 
A veces me arrepiento, me da “cosa”, se que soy un hijo de puta. ¿Cómo he salido así?, debe arrancar, como todo, de cuando era chico, en el campo de mi abuela. Quizás ahí aprendí a criar yeguas ajenas. Aunque nunca hay que buscar culpas en uno mismo, aligera la conciencia pensar en un Judas, en el FMI, Mefistófeles y las que lo provocan, no yo, las otras, las que seducen, ¡porque yo de seductor no tengo nada! Y para Catalunya la culpa la tiene Madrid.
 
 La infidelidad nace de la seducción. El que no seduce en la vida no vale para nada; nacemos para el adulterio. De lo que resultaría que la fidelidad es como un pacto entre la moral y la trampa, la lealtad y el engaño, el equilibrio conyugal elevado a sacramento y el libre albedrío del perfumado revolcón clandestino. Con todo, es mejor sustentarla, a la fidelidad. Es necesaria, como la ley. ¿Qué sería si fuera al revés? Pero la honradez sentimental no tiene flores en la boca para empezar a comerlas por el tallo. 


Es obvio que hay casados por deber a soportarse recíprocamente y amantes que sintonizan de forma gratuita; el matrimonio es pesado: se necesitan dos y a veces tres para llevarlo. Por suerte son más los que se casan que los que se divorcian: se divorcian los que no tienen paciencia, se casan dos veces los que padecen amnesia. Pero que quede bien claro que la infidelidad es un comportamiento habitual que no supone, como sostienen los puritanos, ni carácter de fenómeno, ni vicio ni enfermedad. Lo que la hipocresía de los puritanos no reconoce es que a la infidelidad de ellos no se la conoce, porque vive cubierta cuidadosamente en la doble moral. Y conozco muchos que predican la moral con la bragueta abierta.  


 
Los cuernos en Río Cuarto son una distinción ineludible. Ya desde los tiempos de la villa, le denominaban Cuernolandia (el mayor número de cuernos por metro cuadrado de colchón). El antiguo bar del Gran Hotel fue la más importante factoría de cornadería de la abundancia adúltera. No los hacían ni con marfil ni menos con cuerno-cuerno, que los verdaderos cuernos deben guardar misterio y camuflarse. Se hacían, como siempre, astifinos, con una mirada intencionada o un cruzar de piernas atrevido y a la vez disimulado. Se hacían con cábalas y destilaciones metafísicas, razón por la que eran tan livianos e invisibles, a tal punto que el que los llevaba no se daba cuenta.... Seguramente fue en Río Cuarto donde se produjo la primera adaptación neorrealista del “Cornudo Imaginario” de Moliere.


 
Los había normales, o sea, bicornudos (en caso de unicornios, es que la mujer es medio puta, esos no cuentan) y tetracornudos. Aunque el ideal de toda mujer tendría que ser el TRICORNIO en cabeza de su marido: un amante con mucha guita, un poeta o artista y un sinvergüenza que la vuelva loca. Si sólo tuviera dos... ¡malo!, se pelearían entre ellos y con uno solo se aburriría soberanamente, con el riesgo incluido de que se haga realidad un drama folletinesco-tanguero: “La maté porque la encontré en otros brazos”, con lo cual yo estoy de acuerdo porque ¡eso sí es querer! 
  
En lo que a mí me toca, soy infiel por pre y resentimiento, y por amor al hecho diferente. No se puede todos los días comer mortadela. Una manera de no resignarse a que tenemos un destino marcado. Así como el hombre es un bestia, la mujer es un bicho que le sobrevive. Tengan en cuenta que los "bichos" como cucarachas y ratas son eternas. No obstante, no es bueno desear a la mujer de tu prójimo: más saludable es culiarsela directamente. La infidelidad se da en todas las especies animales, hasta con las cocodrilas, mira que son feas... pero aunque tiene su punto de sensual aventurerismo y arriesgada epopeya, no es tan fácil cambiar de colchón así como así. Desde que me casé, las dos veces, nunca supe lo que era dormir sin sobresaltos, al no saber quién es la que apolilla a tu lado. ¡Y lo que cuesta poner los cuernos!: Cenas, hotel, llevar un poquito de la colonia que usas en tu casa en la guantera del coche, pues sólo las perras tienen el olfato educado para saber si te has revolcado con una gata. Y no te digo los fines de semana, que no la puedes ver, ni idea....el sufrimiento y la nostalgia que me daba. 


 
Pero miren... en el fondo, sólo he engañado con el cuerpo, más no con el alma que es lo importante. De niño, hasta a mi madre le fui infiel como hijo, porque a mi maestra de tercero (y sin quererla) le regalé una caja de galletitas Terrabusi, cosa que a mi mamá nunca le demostré todo lo que la quería, regalándole una cosa material como esa, encima que a las galletitas las compró ella. Pero mi alma estaba con mi mamá. 


Un diario de gran formato (tipo La Voz del Interior o La Nación) sirve de biombo o muro que evita a veces el choque crudo de dos realidades ásperas y a la vez prolonga el matrimonio, pues con el diario se cortan las palabras y, por ende, hay menos posibilidades de discutir, el silencio de culpabilidad de él, puede transformarse en silencio bienhechor para ambos. ¡Si por los menos manejaran el medio tono o la media voz de Floreal Ruíz, el cantante de tangos! Pero, ¡no! El grito o el silencio, o los gritos del silencio, como cuando miran la televisión juntos. La televisión es la gran culpable que ha hecho huir el tigre que todo hombre debe tener en la cama. Aunque también hay que reconocer que ha evitado rupturas, discusiones, y evita el roce al no tener que contestar ni replicar a pregunta alguna. No sólo no agotan las posibilidades amatorias desembocando ambos en la abulia sexual, sino que "temen" (si la mujer trabaja) que sea feliz con otra persona o que el trabajo les brinde ocasiones, evasivas, frenándoles los impulsos como feroces carceleros. Ellas se rocían con ketchup matando el ansia de mordisco, en vez de responder al rojo de la sangre que les bulle en un "devorarse" mutuo; a veces, la culpa de esos desbarajustes es de las mujeres también. Y algunas caen (sean cancheras o pudorosas) en la ingenua equivocación de creer que en la cama las posibilidades son ilimitadas, olvidándose de que el repertorio del cuerpo es breve; pero el de la mente... Por eso "la paja" es reina de nuestra intimidad más sagrada. Es que no existen muchos recursos del cuerpo, aunque se hable de la expresión corporal. Así es con el reflejo palpebral en el mirar, que es intermitente e ininterrumpido. O como la persona al caminar que adelanta con la derecha y después con la izquierda. Derecha, izquierda, derecha, izquierda, derecha, izquierda, derecha, izquierda... Un brazo delante y otro detrás, uno delante y otro detrás, uno delante y otro detrás... sin otra variante, que llega a su mas redonda expresión con la parada militar y su banda musical que a todos nos gustaba (y nos gusta, aunque digamos que es de fachas). Para mí, luce mejor un soldadito ataviado para un desfile militar que un tipo en pelotas en uno de moda, o chicas bamboleando en pro de la anorexia que parecen sobrevivientes de algún holocausto.


Una mujer inteligente, algunas las hay, deberían poner en práctica esta formula desde la primera noche de bodas: "Ahora haz lo que te venga en gana, ya estoy segura y conservaré esta noche que me amaste verdaderamente. Ya con esto estoy agradecida y solo con verte a la hora de comer, rodeada de los hijos que vendrán, me doy por bien pagada...".

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