Cristina, la CGT y la grieta sindical: entre la neutralidad y la fractura interna

• La CGT resiste la presión del kirchnerismo para declarar un paro general en apoyo a Cristina Kirchner.
• La central obrera permitirá que los gremios se movilicen, pero no habrá paro general.
• Pablo Moyano visitó a CFK y mostró apoyo, generando tensiones con su padre, Hugo Moyano.
• Solo ATE Capital convocó a paro; otros gremios kirchneristas esperan una señal de la CGT.
• Viejas diferencias entre Cristina y la CGT reaparecen, agravando la interna sindical.
• La unidad de la CGT queda en duda ante la creciente presión política y judicial.

A medida que se acerca el miércoles, fecha en que Cristina Fernández de Kirchner deberá presentarse ante los tribunales de Comodoro Py, la tensión no solo crece en el plano político y judicial, sino también en el corazón del sindicalismo argentino. La CGT, la central obrera más poderosa del país, atraviesa una nueva tormenta interna ante la presión del kirchnerismo para que declare un paro general en apoyo a la ex presidenta, condenada por corrupción.

Por ahora, la cúpula cegetista se mantiene firme: no habrá paro general. “No hay clima”, afirman sus principales dirigentes, quienes, sin embargo, dan libertad de acción a los gremios para acompañar la movilización convocada por el peronismo. Esta postura moderada desató malestar en los sectores kirchneristas más duros, que buscan reeditar una postal de masas como la del 17 de octubre. Para forzar esa imagen, el PJ postergó para el martes una reunión clave con la CGT.

El único gremio que, por ahora, declaró una medida de fuerza es ATE Capital, bajo la conducción de Daniel Catalano. Otros dirigentes afines a Cristina, como Sergio Palazzo (bancarios), Abel Furlán (UOM) y Ricardo Pignanelli (SMATA), presionan para que la CGT se sume, pero esperan una señal que, por ahora, no llega.

En este marco, un gesto encendió todas las alarmas. Pablo Moyano, ex cotitular de la CGT y actual presidente del Club Camioneros, visitó el viernes por la noche a la ex mandataria en su casa del barrio Constitución. La foto del encuentro, difundida por el sindicato, fue clara: apoyo total a CFK. Un movimiento que incomodó profundamente a su padre, Hugo Moyano, que guarda silencio pero hizo saber su malestar por la actitud de su hijo.

La interna camionera, siempre cargada de tensiones, se reactualizó en el peor momento. Pablo volvió a mostrar su alineamiento con el kirchnerismo, en abierta contradicción con el tono más prudente del líder histórico del gremio. No es la primera vez que chocan: ya en noviembre, Pablo renunció al triunvirato de la CGT cuando su padre no respaldó un paro contra Javier Milei.

En el resto de la CGT, el clima es de resistencia. Los “gordos”, los independientes y hasta los moyanistas tradicionales no quieren ser arrastrados a una pelea que consideran partidaria. “La CGT no es un local político”, sentenció Octavio Argüello, miembro del triunvirato cegetista y dirigente cercano a Hugo Moyano.

La tensión sindical tiene raíces profundas. CFK nunca fue querida por buena parte de la conducción de la CGT. Durante su gestión, privilegió a la CTA kirchnerista, impulsó sindicatos paralelos y excluyó a dirigentes cegetistas de peso en las listas electorales. Tampoco le perdonan su intento de reformar el sistema de salud sindical en 2021, lo que fue leído como un intento de apropiación de los fondos de las obras sociales.

Ahora, en el ocaso político de Cristina, el pase de facturas se siente. Mientras el kirchnerismo busca una demostración de fuerza en las calles, la CGT se mueve con cautela. Sin paro general y con movilización acotada, la respuesta sindical será más testimonial que contundente. Pero el daño interno ya está hecho: la grieta dentro del movimiento obrero se reabrió, y la foto de Pablo Moyano con Cristina amenaza con profundizarla.

La incógnita ahora es doble: ¿cuántos gremios saldrán a la calle el miércoles? Y más aún, ¿podrá la CGT mantener la unidad en medio del temblor que provoca cada paso judicial de la ex presidenta?