La dupla Milei-Caputo descorcha champán. Su plan de objetivo único –bajar la inflación- marcha viento en popa. Con riesgo país de menos de 900 puntos y bajando, dólar tranqui, reservas para arriba, la están viendo más cerca que nunca. Obvio que sería tonto cantar victoria. En Argentina siempre puede pasar cualquier cosa. De hecho, Milei tiene dos pruebas de fuego de aquí a febrero. Una es política: zafar de la condena deficitaria que le quiere montar la oposición liderada por Cristina Fernández cuando el Congreso trate el presupuesto del año que viene. La otra es financiera y se llama “Brasil”: que los argentinos que se van a ir de vacaciones en masa al extranjero este verano no hagan saltar por los aires al dólar. Si zafa de esas dos cosas, Milei podrá acelerar a fondo.
¿Y qué es lo que quiere Milei? Quiere aliviar el ajuste en la sociedad (empresas, familias, consumidores, es decir lo que acá llamamos el Partido de la Sociedad) para consolidar la reactivación económica, y seguir haciéndole pagar el ajuste al Partido del Estado (empresas prebendarias y la burocracia estatal nacional, provincial y municipal). Un ejemplo: hace unos días, el Banco Central bajó 5 puntos la tasa de interés, lo que se traslada a los plazos fijos y abarata el crédito. Eso significa poner más pesos en la calle. Y tiene un riesgo: acicatear la inflación. ¿Cómo compensar esos pesos de más? Seguir con la motosierra, no sacarle la soga del cuello al Estado. Que al ajuste lo siga haciendo, por primera vez, la Nación, las provincias, los municipios. Esa es la idea. De hecho, Milei prometió que, si mejora la recaudación porque la economía crece, no piensa ponerse a gastar más, sino bajarle impuestos a las empresas y las familias. En definitiva, ir a una sociedad más grande y un Estado más chico y más austero. Y ojalá lo haga.
Ahora, si todo eso prospera, si a Milei le sale bien, gobernadores e intendentes se tendrán que adaptar. Sólo para tomar el ejemplo en Córdoba del gobernador Martín Llaryora o del intendente de la Capital, Daniel Passerini, ¿cómo se van a acomodar? No han dicho ni mu. No han explicado ni un plan. Ponele que por milagro Milei empieza a bajar retenciones, IVA o Ganancias. En cualquier caso significará menos plata para Llaryora y Passerini, justo cuando los dos están sitiados por reclamos y conflictos salariales de sus empleados públicos. Desde hace semanas tanto la Provincia como la Muni son un salpicón de protestas, asambleas y paros. Y no parece que Llaryora y Passerini vayan a poder apagar esos fuegos con plata.
A los dos les llega también el día de presentar sus presupuestos para el año que viene, momento ideal para que expliquen su plan y para que sean coherentes con cosas que han dicho y firmado. Por ejemplo el legislador cívico Gregorio Hernández Maqueda le acaba de recordar a Llaryora que, como firmante del Pacto de Mayo, asumió el compromiso de bajar la presión impositivo. Por ejemplo, los empresarios y comerciantes cordobeses que no evaden ni eluden impuestos y tienen la buena voluntad de poner plata en la billetera de Llaryora no pueden seguir cada vez más asfixiados por Ingresos Brutos. Es un gran momento para que tanto Llaryora como Passerini expliquen más o menos qué idea tienen para Córdoba, cuál es su estrategia general -su plan maestro si es que lo tienen- y cómo piensan ejecutarlo, antes de que nos agarre el brindis de fin de año con un Milei brindando y ellos con las luces del arbolito todavía sin enchufar. Como casi todos los gobernadores e intendentes del país.
CON INFORMACION DE CADENA3.