Milei, entre el respaldo y el rechazo: una presidencia atravesada por la polarización

POLÍTICA Agencia de Noticias del Interior
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  • La imagen de Javier Milei está prácticamente dividida en partes iguales entre positiva y negativa
  • La polarización social se consolida como rasgo central de la etapa política
  • La percepción económica es mayoritariamente negativa, con fuerte malestar en los hogares
  • Persisten expectativas moderadas de mejora hacia 2026
  • Milei mantiene un núcleo electoral competitivo de cara a 2027
  • Axel Kicillof emerge como el principal rival en una contienda de modelos opuestos

A dos años del inicio del gobierno de La Libertad Avanza, la figura del presidente Javier Milei aparece marcada por una polarización inédita que atraviesa tanto la evaluación de su gestión como las expectativas políticas a futuro. Los últimos datos de una encuesta nacional muestran un escenario de virtual empate entre la imagen positiva y la negativa del mandatario, reflejo de una sociedad dividida en mitades casi simétricas y con posiciones cada vez más consolidadas.

Según el relevamiento realizado a mediados de diciembre de 2025, la imagen negativa de Milei alcanza el 49,5%, apenas por encima del 48,3% de imagen positiva. El detalle de los datos confirma la intensidad del fenómeno: un 27,6% de los consultados califica su imagen como “muy buena” y un 20,7% como “buena”, mientras que un 35,9% la considera “muy mala” y un 13,6% “mala”. Solo un marginal 2,2% respondió no saber o no conocer al Presidente, un indicador de la centralidad que ocupa Milei en la escena pública y de la fuerte cristalización de posturas a favor y en contra.

Este nivel de exposición y confrontación simbólica no se limita al plano político, sino que se entrelaza con la percepción social sobre la economía. En ese terreno, los datos resultan más adversos para el Gobierno. Un 69% de los hogares afirma que su situación económica empeoró en comparación con un año atrás, frente a apenas un 26,3% que percibe una mejora. El malestar económico aparece así como un factor de desgaste significativo, incluso entre sectores que mantienen una valoración positiva del rumbo general.

Sin embargo, el diagnóstico no es completamente lineal. La encuesta también registra una leve mejora en las expectativas hacia 2026, un dato que sugiere que parte del electorado distingue entre el impacto inmediato del ajuste y una eventual promesa de orden macroeconómico a mediano plazo. Ese margen de expectativa parece ser uno de los principales activos políticos del oficialismo en un contexto social exigente.

En clave electoral, los números muestran que Milei conserva chances competitivas de cara a 2027. Si las elecciones presidenciales se realizaran hoy, el actual mandatario obtendría un 34,9% de intención de voto, un porcentaje relevante en un escenario fragmentado y con alto nivel de indecisos. Ese respaldo confirma la existencia de un núcleo duro que sigue acompañando el proyecto libertario, aun en un contexto de dificultades económicas y desgaste político.

Del otro lado del tablero aparece Axel Kicillof como el principal referente opositor. El gobernador bonaerense concentra un 23,5% de intención de voto y se consolida como la alternativa más cercana a Milei. Su posicionamiento sugiere que la disputa electoral podría volver a plantearse en términos de modelos contrapuestos, con un eje de confrontación claro entre visiones antagónicas del rol del Estado, la economía y la política social.

Más atrás se ubican figuras con menor volumen electoral: Mauricio Macri reúne un 6,7%, Guillermo Moreno un 5,1%, Juan Schiaretti un 4,8%, Myriam Bregman un 2,9% y Dante Gebel un 1,8%. El segmento de “otros” suma un 9,1%, mientras que un 11,2% de los consultados aún no definió su voto, un espacio potencialmente decisivo en un escenario de paridad y alta volatilidad.

En conjunto, los datos describen una presidencia que transita por un equilibrio frágil. Milei no ha logrado ampliar su base de apoyo más allá de su electorado original, pero tampoco ha sufrido un colapso de respaldo que lo deje fuera de competencia. La polarización, lejos de atenuarse, parece haberse convertido en el rasgo estructural de la etapa, con una sociedad partida entre la expectativa de un cambio profundo y el impacto tangible de una economía que aún no muestra alivio en la vida cotidiana.

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