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Villarruel en la trinchera: la batalla del Senado

POLÍTICA 18/02/2024 Carlos Claá*
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De repente, tras la discusión fallida de la Ley Ómnibus en Diputados, el debate con el Gobierno cambió de Cámara en el Congreso. El Senado ahora presiona por hacer su parte y va contra el mega DNU de diciembre de Javier Milei.

La mirada se posa en la vicepresidenta, Victoria Villarruel, quien se había mantenido al margen de la batalla entre la Casa Rosada y el Congreso. Le llegó el momento de entrar en el barro y ya está trenzada en una discusión de procedimiento con el kirchnerismo, cuyo bloque casi tiene el número, por sí solo, para frenar el decreto originario de Milei y le pidió una sesión especial que ella aún no concede. La vice intenta aguantar la embestida.

Casta.

A diferencia de su compañero de fórmula, la doctrina Villarruel en sus primeros meses al frente del Senado fue de construcción política tradicional. Busca alianzas, sobre todo con los espacios más dialoguistas. Pero sus planes se complican cada vez que Milei opina sobre los legisladores, algo que sucede con demasiada frecuencia. A esta altura, el Presidente ya los trató de “coimeros”, “traidores” y de no querer “perder sus tongos”, entre otros agravios. Cada una de sus consideraciones es un golpe al mentón de la vice y sus intentos por evitar que el bloque K consiga la mayoría para tumbar el DNU.

La confrontación se hizo evidente el 1° de febrero, cuando 31 de los 33 senadores del kirchnerismo hicieron una conferencia de prensa para acusar a Villarruel de trabar la sesión especial que habían pedido: “Le reclamamos a la vicepresidenta que no cierre el Senado porque tiene que cumplir con la Constitución y tiene que cumplir con el reglamento interno”, le advirtió José Mayans, el formoseño que lidera la bancada.

La respuesta llegó por Twitter. Villarruel grabó un video en el que explicaba su postura: “El kirchnerismo no maneja más la agenda política. Nadie viola la Constitución ni el reglamento del Senado, vamos a sesionar con el acuerdo de todos los senadores y no solo de aquellos que atropellaron las instituciones”, dijo. La vicepresidenta se negó a dar la sesión para el jueves 15, a pesar de que la presión de los sectores dialoguistas, sobre todo los referenciados directamente en gobernadores, se hacía cada vez más incontenible: ya le avisaron que, de habilitarse la discusión, bajarán al recinto a acompañar el debate. Y el kirchnerismo, con sus 33 votos, está a dos de conseguir el quórum y a cuatro de la mayoría para obtener el rechazo del decreto.

Demasiado riesgo para La Libertad Avanza: “Vamos a insistir cada semana, hasta que la vice ceda y cumpla el reglamento. No puede prohibirnos sesionar”, fue el mensaje que bajó de la conducción kirchnerista.

Por ahora, la próxima sesión especial está programada por el oficialismo para el 23 de febrero, cuando intentarán darle sanción al proyecto que modifica la ley de lucha contra el lavado de activos provenientes de actividades ilícitas. Ese día también harán la sesión preparatoria para ratificar las autoridades elegidas el 13 de diciembre pasado.

Lo cierto es que, según la ley vigente (impulsada por Cristina Kirchner cuando era senadora), para derogar un decreto de necesidad y urgencia se debe obtener el rechazo de ambas cámaras, por lo que la media sanción que puedan obtener en la Cámara alta no tendrá efecto inmediato. Pero hay muchos senadores ansiosos por mostrarle los dientes a Milei: quieren dar su propio golpe de efecto, luego del protagonismo de los diputados.

Dialoguistas.

El muro de contención que había fabricado Villarruel con la oposición moderada se rompió luego de la catarata de insultos que Milei profirió contra los legisladores. En la UCR explotaron. Martín Lousteau pidió en un comunicado la conformación de la Bicameral de Trámite Legislativo: “Su persistente demora en conformar la Comisión ya no puede ser atribuida a la inexperiencia en el cargo ni a los tiempos burocráticos”, argumentó. Luis Juez había avisado en diciembre: “Es muy complicado que el DNU pase el Senado”.

Es que el radicalismo quedó decepcionado luego del ataque  furioso de Milei contra sus diputados, que habían acompañado el tratamiento en general de la Ley Ómnibus y, apenas pusieron un reparo en particular, fueron señalados con nombre y apellido como “traidores” por el Presidente.
Para evitar el fracaso absoluto de las reformas que propusieron desde el Ejecutivo, llegó al despacho de Villarruel una idea que se sigue evaluando: diseccionar al mega DNU en proyectos de ley independientes que permitan la aceptación de los legisladores.

Por su parte, la Justicia viene haciendo su trabajo, frenando capítulos del decreto a través de sus decisiones, algunas que ya escalaron hasta la Corte Suprema, que aún no parece apurada por dar su veredicto: en el máximo tribunal quieren que sea el Congreso quien tenga la prioridad del debate.

Villarruel sufre cada embestida de Milei contra el Congreso. Y, al menos por ahora, no cede a la presión de entregar el debate por el DNU. Intuye que tiene todas las de perder.

 

 

* Para www.noticias.perfil.com

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