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Entre el salto al vacío y el borde del precipicio

OPINIÓN Mónica Gutiérrez*
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La crónica de la semana política bordea lo patético. Dilemas, dudas y disyuntivas dan cuenta de la sensación de fracaso y desasosiego con la que, para la inmensa mayoría, está culminando la carrera electoral. Un final amargo y desesperado.

Nadie parece estar yendo a votar con esperanza, ni un hilito de ilusión. Se vota optando por el mal menor. Se vota en contra y con reservas. “Es lo que hay”, es la resignada expresión del momento. Se vota con culpa, con vergüenza, con el peso de la indignidad machacando la conciencia.

Incluso al interior de las dos fuerzas que llegan al balotaje las tensiones restan entusiasmo, alegría y convencimiento de que los candidatos podrán aliviar, al menos en algo la situación, marcar un tiempo nuevo para el país humillado por dos décadas de políticas populistas y recesivas.

El miedo es una avenida de doble mano. Se teme a la inestabilidad emocional de Milei, la precariedad de su armado político, la vehemencia para anunciar medidas extremas que se sabe serán dolorosas para la inmensa mayoría. Se teme al desequilibrio, al disparate, al capricho, a la agresividad. Se teme al pasaje de tren a 1100 y al litro de nafta a 960. Se teme perder de un plumazo lo poco que se tiene.

Desde Unión por la Patria se acicatea estos miedos, se los alimenta con campañas prolijamente diseñadas, calculadas con rigor y expertise profesional. El miedo es un insumo rendidor a la hora de ir por votos para el populismo. La fábrica de pobres trabaja a destajo. A mayor vulnerabilidad, más miedo y más apego a lo conocido.

También se teme al ministro-candidato. Sergio Massa desplegó su capacidad de ir a fondo con el populismo distributivo. Su ambición de poder lo muestra irrefrenable. La idea de que hará lo que tenga que hacer para imponerse y retener el poder también mete miedo. Se teme que se abulone. El convencimiento, con fundadas razones, de que si llega a la presidencia habrá massismo por los próximos veinte años produce asfixia. Se teme la construcción de un gobierno hegemónico que haga imposible la alternancia.

Massa, tiene una respuesta para todo. “Mi idea es retirarme para disfrutar de mis nietos”, contesta con un dejo de ironía. No hay razones para creerle. No tiene nietos y sus hijos son muy jóvenes aún, además se desdijo de casi todo demasiadas veces. Sergio es Sergio. Tómalo o déjalo.

El “plan platita” le permitió al oficialismo despegarse varios puntos de los libertarios y posicionarse ganador. Están los que militan un voto útil para Massa con la idea de que en el caso de llegar al poder tenga que desplegar su magia, su arte de prestidigitador, en orden a arreglar el estropicio al que llevó la economía. Es un recurso perverso, en el que anida la esperanza de que la herencia que reciba de sí mismo lo obligue a hacerse cargo de sus desaguisados.

Massa habla siempre en primera persona. Se muestra potente, imperativo. Anuncia la formación de un gobierno de unidad nacional recurriendo a los mejores. Una transversalidad que ignora los partidos y espacios políticos. Nace el massismo.

Será él quien elija y disponga. Él y solo él con la bandera de fondo. Sin consignas ni liturgias que lo emparentan con el pasado reciente.

Otra perversión es la que alimenta el voto por Milei con la idea de que volará por los aires a poco de arrancar y eso será sanador, purificador, porque obligarán a barajar y dar de nuevo. Son ideas calculadoras y extravagantes que pierden de vista las penurias que se viven a diario en este valle de lágrimas.

El riesgo de la explosión inevitable aterra. La gente tiene miedo de que explote todo. El “cuanto peor mejor” no va. Demasiado sufrimiento para seguir bancando.

Patricia Bullrich vuelve a tropezar. Entregada a la campaña de Milei se va de boca. “Ojalá explote antes”, dice. Del balotaje, claro. La mataron en las redes. Era esperable. No hay margen para nuevos derrapes. Todo está muy justito. Al menos es lo que hoy dicen las encuestas, mucho menos confiables que en los tramos anteriores. Mucha gente aún no definió su voto, otra tanta oculta o miente. La vergüenza pesa.

El mileísmo restringe a sus voceros oficiosos. Que se guarden un tiempo parece ser la consigna. Los librepensadores solo aportaron daño en el tramo final hacia las generales. Ni Lilia Lemoine, ni Benegas Lynch. Saquen de escena cuanto antes a Juan Nápoli. El hombre no sabe manejar las crisis. Fascinado por protagonizar un escándalo sexual salió a potenciarlo desde las pantallas de C5N. Su amante ocasional le atribuye haber filtrado los audios de Melconián. La excusa de las operetas sirve para cubrir los chanchullos propios y ajenos.

Es probable que Diana Mondino sepa mucho de números pero carece de comprensión del peso específico de las palabras. Introducir la expresión “mercado de órganos” expone su ligereza semántica. La palabra mercado se lleva mal con los asuntos de la biología. Hiere sensibilidades. La permanente referencia a lo escatológico, también. Deberían abstenerse.

Si los pocos que salen a hablar lo hacen con tanta desaprensión y falta de sensibilidad políticas es probable que no haya fiscalización que le alcance al macri-mileísmo.

Luego de un par de días de bajo perfil, el león libertario volvió a escena. No quiere que Macri le cope la parada. Las propuestas económicas no se negocian. Firme con la dolarización y el cierre del Banco Central. Desde el PRO esquivan la confrontación. Toman distancia. Aseguran que no hay nada acordado.

El “gabinete en las sombras” de Milei trabaja en una profunda reforma del Estado. Lo comanda Nicolás Posse, que sería el ministro coordinador del libertario en el caso de llegar a la presidencia. Eduardo Rodríguez Chirillo trabaja sobre la letra fina de la reforma estatal. Quieren tener todo listo para implementar los cambios inmediatamente. Llamarían a Sesiones Extraordinarias. Los Milei no participan de estas reuniones. Ni Javier, ni Karina. Solo equipos técnicos

El abrazo de Macri incomoda a muchos libertarios. Estuvo imperativo en el Foro de ABECEB. Cuestionó con ferocidad a Massa. Habló de una forma de hacer política “oscura, mafiosa, prepotente y corporativa”. “Yo voto a Milei. No gobernó, no robó, no mintió”, dijo.

Para Macri, el populismo es un invento argentino.

El ex presidente se siente parte de una cruzada por el cambio, una operación no exenta de riesgos. Si Milei no llega, él quedará afuera y habiendo dejado a la oposición política fragmentada.

La centralidad que fue ganando Mauricio Macri en la campaña de Milei convocó la reaparición de Cristina Fernández de Kirchner. Macri vuelve y CFK también. El regreso de las escenas bipolares. Un problemita para Massa. La irrupción de la doctora es perturbadora. Son cara y contracara de una misma tragedia. No pueden soltar. No se quieren ir.

CFK deja un mensaje a la militancia. Tampoco ella fogonea la ilusión. Llama al peronismo a evitar el triunfo de la ultraderecha. Nunca menciona a Sergio Massa.

Los esfuerzos de Sergio Massa por deskichnerizarse enfrentan nuevos desafíos. Juega a la mancha venenosa con CFK: le guste o no, tiene a los K adentro. Con o sin Cristina, están las bancas, en Diputados y en el Senado. Estan los municipios, las gobernaciones. Están Axel y Máximo.

El comunicado de la Cancillería repudiando el ataque de las Fuerzas de Defensa de Israel contra el campamento de refugiados de Jabaliya puso a Massa en una situación incómoda.

El ministro-candidato, que el día anterior había estado en el acto de la DAIA sosteniendo una imágen del rehén más chiquito en manos de Hamas, improvisó una salida demasiado tibia. Retuiteó un posteo del senador Pablo Yedin, en el que el tucumano apunta directo al terrosimo de Hamas. La nada misma para un ministro que funciona como un presidente de facto.

Los alineamientos internacionales del kirchnerismo vienen a plantear un desafío para Massa. ¿Qué cantidad de kirchnerismo en sangre tiene a la hora de las situaciones que generan contradicción? Tampoco se conoce qué está haciendo el gobierno de Alberto Fernández con tan buenos vínculos con Irán para encontrar una salida a la dramática situación de los rehenes argentinos en manos del terrorismo islámico.

Los esfuerzos de Massa por despegarse del kirchnerismo son por el momento de corte estético. Las medidas que tomó en los últimos meses en el plano económico lo muestran desplegando los mismos métodos del populismo kirchnerista que nos trajo hasta aquí.

En cualquier caso, el escenario económico que nos espera mas allá del 10 de diciembre es crítico. Por el momento las propuestas de los candidatos no están claras. Massa asegura que si llega a ganar va a tomar decisiones el mismísimo 20 de noviembre para aprovechar las bancas de las que todavía dispone en el Congreso. La frustración demanda respuestas rápidas. Con la magia se llegó hasta aquí.

Juan Schiaretti definió a un eventual gobierno de Massa como kirchnerista. El tema del juicio a la Corte Suprema es definitivo

“A los 40 años de democracia, también la fortalecemos con más República, respetando la división de poderes”. ”Si queremos un país normal empecemos por dejar de lado actitudes feudales que atropellan las instituciones”. Los votos de Schiaretti son de oro.

Esta semana se cumplieron 40 años de la llegada de la democracia. La figura de Alfonsín sobrevuela todos los escenarios. Están los que lo aman y están los que lo usan. Milei simplemente lo denigra. Con una inflación galopante y la pobreza en el 40%, la Corte Suprema acorralada en un insólito juicio político por el ejecutivo y el kirchnerismo intentando marcar territorio no hay clima para festejos y celebraciones. Sí un espacio para la reflexión. ¿Cómo llegamos hasta aquí? ¿Qué falló tan gravemente? ¿Cómo emerger de esta oscuridad?

Poder conmemorar 40 años de democracia sin interrupciones institucionales es un dato al cual aferrarse. La fragmentación política que nos deja este proceso electoral va a demandar diálogo y consenso. Ejercitar esas herramientas nos ayudará a encontrar un camino

La neutralidad no existe. El voto en blanco es también una posición. Entre el salto al vacío y la caminata al borde del precipicio los argentinos nos preparamos para votar. Todo está aún por pasar.

 

 

* Para www.infobae.com

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