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Psicosis en Alemania por el corte de suministro del mayor gasoducto de Europa por mantenimiento

INTERNACIONALES 11/07/2022 Agencia de Noticias del Interior Agencia de Noticias del Interior
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La radio pública alemana da cuenta del debate político del momento, motivo de encontronazos dialécticos entre el gobierno y la oposición y que no es otro que la organización de «islas de calor», también denominados «dormitorios cálidos» para el próximo invierno. Ante la crisis del gas, el director de la Mancomunidad de Pueblos y Municipios, Gerd Landsberg, ha solicitado ayudas al gobierno central para convertir gimnasios de colegios y espacios utilizados anteriormente para enfermos de Covid en dormitorios colectivos con calefacción para las personas más pobres, que no podrán ya calentar sus casas. El ministro de Economía y Clima, el verde Robert Habeck, ha predicho en esta misma emisora, 'Deutschlandfunk', un «escenario de pesadilla política» en cuanto desciendan las temperaturas, porque es muy posible que el gobierno se vea obligado a racionar el consumo de gas a hogares y empresas y porque muchos alemanes no podrán permitirse pagar el precio del gas que les corresponda en ese sistema de racionamiento.

«La sociedad alemana será puesta a prueba como no lo ha estado antes ni hemos podido imaginar en mucho tiempo», ha augurado el ministro, «la solidaridad social será llevada al límite y probablemente más allá». La portavoz de política económica de la conservadora CDU, Julia Klöckner, no solamente rechaza la idea de las «islas de calor», sino que además critica a Habeck por declaraciones tan alarmistas. «Proporcionar islas de calor para los pobres ciertamente no puede ser la solución», señala, «sencillamente no deberíamos dejar que las cosas lleguen tan lejos en Alemania. Nadie debería tener que congelarse entre sus cuatro paredes el próximo invierno». «El alarmismo permanente no nos ayuda a ninguno de nosotros. En lugar de tanta descripción, ahora es el momento de actuar, todavía estamos esperando a que el gobierno federal nos presente su plan si el gas deja de fluir desde Rusia».

El Nord Stream 1, cortado por mantenimiento
Klöckner está poniendo el dedo en la llaga porque desde las seis de la mañana de hoy lunes ha dejado de fluir gas ruso a través del gasoducto Nord Stream 1, una tubería que une Rusia con Alemania a través del fondo del mar Báltico y que transporta anualmente 55.000 millones de metros cúbicos de gas. Cada año por estas fechas interrumpe su funcionamiento durante diez días para los necesarios trabajos de mantenimiento, una rutina de trabajo, pero esta vez el gobierno alemán teme que Putin se sirva de cualquier excusa para evitar que vuelva a funcionar a partir del 21 de julio. La gigantesca empresa energética rusa Gazprom ya ha adelantado que no podrá volver a ponerlo en funcionamiento sin una turbina de fabricación alemana que se está reparando en Canadá y que permanece bloqueada por las sanciones internacionales contra Rusia. Canadá, después de consultar con Alemania y con la Agencia Internacional de la Energía, ha establecido una exención temporal de las sanciones contra Rusia para poder enviar a toda prisa la turbina, que será trasladada por la empresa alemana Siemens hasta territorio ruso, en medio de quejas y lamentos del gobierno ucraniano, que denuncia que Alemania y Canadá están siendo manejadas por «los caprichos de Putin».

Alemania no es el único país que se prepara para lo peor. El ministro de Finanzas francés, Bruno le Maire, acaba de declarar que Europa debe planificar la respuesta a una interrupción por completo del suministro de gas ruso, como represalia al apoyo a Ucrania. «Preparémonos, es el escenario más probable hoy» ha dicho, llamando a los franceses a «ser muy cuidadosos con el consumo», mientras el Estado se ocupa de «acumular reservas, reducir la burocracia que ralentiza el desarrollo de las renovables, y acelerar su programa para construir nuevos reactores nucleares, además de elaborar planes para garantizar que sectores como la industria del vidrio estén protegida de daños irreversibles».

El presiente de la Federación de Cámaras de Industria y comercio (DIHK), Peter Adrian, considera inevitable ya la recesión. El director de la Agencia Federal de Redes, Klaus Müller, advierte que «en el mejor de los casos, aunque no lleguemos a una emergencia de gas, seguirá siendo muy caro y una carga adicional de entre 2.000 y 3.000 euros por familia, lo que impedirá costear el viaje de vacaciones o el próximo electrodoméstico». En caso de racionamiento, los expertos prevén subastas de gas. El Bundestag aprobó el jueves el plan de ahorro energético, que incluye la prohibición de la calefacción por encima de los 20 grados en invierno y el agua caliente en los lavabos individuales. Los ayuntamientos prevén el cierre de piscinas y el apagado de farolas, principales gastos energéticos en un país en el que no hace falta aire acondicionado en verano, mientras empresas como GASF, con sede en Ludwigshaffen, calcular que no llegará a dos meses funcionando si se limita el suminsitro. «En nuestro espacio de red, desde Sinzheim hasta Lörrach y desde Breisach hasta Waldshut-Tiengen, afectaría a unas 60 empresas que compran más de 10 megavatios de potencia y tendrían que parar», dice Gerhatd Hölscher desde el proveedor Badenova, «será mucho peor que con la pandemia».

Fuente: ABC

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