Fuerte interna en la CGT: Furlán exige un plan de lucha y se agudiza la fractura con el kirchnerismo

POLÍTICA Agencia de Noticias del Interior
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  • Abel Furlán (UOM) exigió a la CGT un plan de lucha contra el ajuste y en defensa de Cristina Kirchner.
  • Propuso convocar un Comité Central Confederal, lanzar movilizaciones y rechazar el “lawfare”.
  • La CGT evitó apoyar oficialmente el acto kirchnerista y dejó en libertad de acción a los gremios.
  • Crece la interna entre un bloque mayoritario no kirchnerista (Daer, Moyano, Rodríguez) y una minoría alineada con el kirchnerismo.
  • El conflicto marca el camino hacia el congreso cegetista de octubre, con riesgo de nueva fractura.

La unidad de la CGT volvió a crujir. En medio de la crisis económica y política que atraviesa el país, la tensión interna en la central obrera alcanzó un nuevo pico con el contundente pronunciamiento del líder de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), Abel Furlán, quien exigió públicamente a la cúpula cegetista la convocatoria urgente a un plan de lucha "sostenido y escalonado" contra el ajuste económico del Gobierno y lo que denunció como una “proscripción política” de Cristina Fernández de Kirchner.

El reclamo, difundido a través de un documento titulado “La CGT debe actuar”, apunta directamente al corazón de la conducción actual de la central obrera. Furlán, uno de los referentes del sindicalismo kirchnerista, pidió tres medidas inmediatas: un Comité Central Confederal para debatir la situación nacional; el lanzamiento de un plan de lucha con paros y movilizaciones; y un pronunciamiento claro en defensa de la ex presidenta y contra el "lawfare".

La reacción metalúrgica llega apenas 24 horas después de que la conducción cegetista decidiera dejar en libertad de acción a los gremios para participar del acto en Plaza de Mayo en respaldo a Cristina Kirchner, evitando una convocatoria oficial. Esa tibieza generó malestar entre los sectores más cercanos al kirchnerismo, que consideran a la CGT funcional al gobierno de Javier Milei.

En la vereda contraria, dirigentes como Hugo Moyano, Héctor Daer y Gerardo Martínez recordaron viejos agravios del kirchnerismo hacia el sindicalismo. Moyano padre incluso reprochó el silencio del kirchnerismo cuando su gremio fue allanado repetidamente durante el macrismo.

Como expresión de esa grieta, la CGT no asistió a la reunión convocada por el Partido Justicialista para coordinar acciones por la situación judicial de Cristina Kirchner. Justificaron la ausencia por las “desprolijidades” en la convocatoria y el temor a una recepción hostil.

El comunicado oficial posterior fue ambiguo: manifestó solidaridad con la ex presidenta y liberó a cada gremio para actuar como lo considere. Pero la falta de un llamado contundente a la acción evidencia la distancia con el sector que exige mayor combatividad.

El mapa sindical vuelve a dividirse entre una mayoría no kirchnerista —donde se ubican Daer, Acuña, Andrés Rodríguez, Lingeri y otros referentes históricos— y una minoría kirchnerista integrada por Furlán, Palazzo, Santa María y Plaini, entre otros. A esta última facción ya renunciaron figuras como Mario Manrique y Pablo Moyano, quien reapareció con un gesto político: visitó a Cristina Kirchner en su casa para expresarle apoyo, marcando distancia con su propio padre.

Con este clima de fractura cada vez más explícito, la CGT se encamina a su congreso de renovación de autoridades, previsto para octubre, con la sombra de una nueva ruptura interna. Aunque aún no hay definiciones sobre la futura conducción, lo único claro es que la vieja tradición cegetista de convivir con divisiones parece estar más viva que nunca.

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