




El tiempo pasa y el Centro Cívico ve con inquietud la llegada de agosto. El día en que se celebra el Paso a la Inmortalidad del General José de San Martín es la fecha pautada por el cronograma electoral para el cierre de listas y, por lo tanto, marca la línea de largada de una campaña que se figura incluso más adversa que de costumbre para el cordobesismo, cuyo fuerte jamás han sido las elecciones de medio término.
Afuera todo es difuso. El triunfo de La Libertad Avanza en las elecciones porteñas signó la desventura del PRO, cuyo ideólogo cayó derrotado junto a la boleta de Silvia Lospennato, y con ello Hacemos Unidos ve desdibujarse a un actor político que supo beneficiarlo, descuajeringando -por acción u omisión- las ententes opositoras que la UCR y el Frente Cívico supieron ensayar para arrebatarle el poder.
Hoy, el centro de gravedad de la oposición está en manos de un adversario impredecible, que aparenta guardar por Luis Juez una simpatía cuyas consecuencias prácticas se desconocen, y cuyo principal asesor mantiene un diálogo asiduo con Rodrigo de Loredo. Los dos líderes de la oposición cordobesa están en el radar de La Libertad Avanza. Aunque, a la luz de los episodios recientes, ninguno de ellos podría asegurar si esto representará, a futuro, un activo o un pasivo. Sino, pregúntenle a Macri.
Quienes trajinan los pasillos del Panal aseguran que la principal preocupación del oficialismo es que LLA termine ungiendo como primer candidato a uno de los mentados. Con una potencialidad electoral que en Buenos Aires juran trasvasa los 45 puntos en Córdoba, una boleta libertaria liderada por Juez o De Loredo convertiría a cualquiera de ellos en un candidato lanzado hacia el 2027 la misma noche del 28 de octubre. “El 29 empiezan a caminar la provincia”, auguran. Con lo cual, el objetivo del oficialismo es bloquear esa posibilidad. (Una comunidad de intereses con los libertarios “puros”, arrancando por Gabriel Bornoroni, que ya no disimula su interés por la Gobernación).
Vale, sin embargo, hacer una digresión. Juez y De Loredo son enemigos conocidos, derrotados en repetidas oportunidades por el PJ cordobés. Al otro lado aguarda lo desconocido.
Ahora bien, si el afuera es difuso, el adentro no lo es menos.
Sin dar por ciertos los números de los que se ufanan los libertarios, Hacemos Unidos sabe que corre de atrás en casi cualquier escenario. La única candidatura que podría cambiar la dinámica es la del ex gobernador Juan Schiaretti. Pero nada, hasta ahora, hace pensar que se presentará. Y los pocos schiarettistas que hablan, auguran que el exmandatario no definirá con antelación. Su esposa, la senadora nacional Alejandra Vigo, apuntó en la última edición de Alfil Tv que “Schiaretti es una posibilidad entre muchas otras”, y remarcó que no han definido “absolutamente nada” en relación a su candidatura.
Sin Schiaretti en el tablero, se licúan las referencias. No hay un parámetro que ordene. Cualquier otro potencial candidato queda muy por detrás, y en ese desorden, casi cualquiera se ve con chances. Llegado el caso, una campaña es una campaña. Sea cual sea el resultado, sirve para incrementar los márgenes de conocimiento de los candidatos; y la imagen es la materia prima, la arcilla con la que se modela la carrera de cualquier dirigente con aspiraciones electorales.
Hoy, quien camina la provincia con un perfil más alto es el presidente del bloque oficialista en la Legislatura, Miguel Siciliano. Y Myriam Prunotto, quien meses asomaba como su principal competidora para subirse al primer renglón de la lista, bajó su perfil tras la forzada publicación de los contratos de la Legislatura, y ya no aparece en la discusión del día a día.
Por debajo, vuelan nombres. El de Héctor Campana es el más consolidado. El secretario municipal de Fortalecimiento Vecinal y Deportes, que ya tiene varias campañas al hombro, ha manifestado su interés en ser Intendente de Córdoba. Aunque jura no estar trabajando en ello, una campaña en 2025 podría ayudar a posicionarlo hacia la sucesión de Daniel Passerini en el 2027. Además, su presencia en la lista ofrecería alguna garantía del compromiso del PJ Capital, cuyas estructuras sigue dominando el viguismo.
Pero, más allá de Campana, que sería un delegado del schiarettismo en la boleta, un barullo de dirigentes que se piensan con chances se prueban el saco de candidato, sin que haya mayores pistas. Ni siquiera, cuál será el rol de los intendentes, que en una enorme proporción aterrizaron hace menos de dos años en sus sillas, fruto del recambio generacional que determinó el fin de las “re-re”, y por lo tanto carecen de la capacidad territorial de sus predecesores.
CON INFORMACION DE DIARIO ALFIL.


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