Varanasi, antaño un espacio de culto donde la espiritualidad fluía con la misma naturalidad que las aguas del Ganges, se ve ahora sacudida por la fama. Aquellas imágenes que quedaron grabadas en mi memoria, de mujeres envueltas en saris de tonos vivos, sumergiéndose con devoción en el río sagrado, han cedido su lugar a una estampa diferente. En lugar de la quietud reverente, ahora se erige un escenario lleno de barcas que surcan el Ganges, cuyos remos se alzan más como insistencias turísticas que como navegantes de la espiritualidad.
Las angostas calles, que antes parecían abrazar con intimidad los secretos de la ciudad, ahora se han transformado en una bulliciosa avenida comercial. Cada paso se ve marcado por la oferta de recuerdos y la insistencia de los vendedores, eclipsando la atmósfera única que una vez hizo de Varanasi un tesoro escondido. Soy consciente de que 16 años son muchos y se tiene que evolucionar.
Varanasi, sin duda, mantiene su posición sagrada en el corazón de los hinduistas, pero me encuentro reflexionando sobre si la avalancha de turistas ha sido un aliado o un intruso en esta danza espiritual. A medida que recorro las calles que alguna vez fueron mi refugio, me pregunto si la transformación ha sido para bien o para mal, si la fama ha enriquecido o ha empobrecido la esencia de este lugar ancestral. Acompáñame en este viaje de reflexión, donde exploraremos el contraste entre el Varanasi que fue y el que es, entre la espiritualidad perdida y la turística realidad actual.
Esta ciudad fue nuestra puerta de entrada en India hace ya 16 años. Y tengo que decir que nos causó los primeros días sentimientos encontrados porque es dura en concepto. Así que si tienes la oportunidad, una buena manera de entrar de puntillas, es de la mano de alguien que te guie. Te dejo información de este TOUR PRIVADO, con guía en Español, que te introducirá de lleno.
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