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Mi abuela, una heroína que no figura en los libros de historia

PARA LEER EN PANTUFLAS 24/03/2024 José Ademan RODRÍGUEZ
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AdemanPor José Ademan RODRÍGUEZ

Todo comenzó, cuando Argentina ofrecía tierras a los extranjeros que quisieran venir a trabajarlas, esto empujó a Johannes Franciscus y su hermana Matilde Dehaes, ambos belgas a subirse a un barco y emprender la hazaña.Llegaron al país en 1888, mismo año en que nacía mi abuela Victorina en Buenos aires,( yo no sabía que había nacido en Buenos Aires) daba la coincidencia de que era hija de franceses,también inmigrantes.

Al cabo del tiempo por una jugarreta del destino se conocen en el pueblo de Camilo Aldao, (localidad de Buenos Aires) a pesar de la diferencia de edad.( Solo contaba con 15 años) Victorina quizás se enamoro de los ojos celestes de Franciscus, tomaron contacto y planearon su casamiento...

Victorina y su hermano Enrique Labarre contrajeron matrimonio al mismo tiempo con los hermanos Franciscus y Matilde Dehaes el 25 de enero de 1904. vivieron en varios sitios hasta que por fin,se asentaron en Santa Catalina, estación Holmberg, pero este recorrido tuvo varios tropiezos.. quizás el primero y uno de los mas fuertes fue en 1911, vendieron no solo la cosecha,sino también todas las tierra trabajadas para intentar regresar a un pequeño pueblo de Amberes(Breendonk),Pero la vida les jugo una mala pasada , ya que con los rumores de una guerra inminente en Europa se comenzaba alistar a todos los hombres para el ejercito.Desgraciadamente Dehaes fue reclutado para hacer el servicio militar y lo destinaron en el Congo Belga. donde el Ejército de ese país luchaba por un conflicto de tierras. además ya se rumoreaba sobre la gran guerra, la Primera gran Guerra,la del 14. Todo esto hizo que los hermanos Dehaes huyeran con sus respectivas familias para regresar a la Argentina, embarcaron en Amberes, en” El Vapor Gotha”, para nunca mas volver...

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No imaginan lo peligroso que esto resultaba para aquella joven con sus pequeñas hijas, los sueños frustrados y miedo a que los deportaran y volver para comenzar desde cero ,por que ya lo habían vendido todo,pero el carácter de Victorina y la urgencia por que la familia continuaba agrandándose, hicieron que sus manos hacendosas sembraran nuevamente

nuestras tierras, con aquellas semillas guardadas,incluidas las de su noble corazón, ella “hizo patria”...

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o sea, que entre los hijos de Victorina y su cuñada Matilde se formaron 22 nuevas familias,si ,parece una exageración,pero eran pioneros,por esas actitudes.No tenían hegemonía,nada sabían del brutal consumismo, que hoy pone freno a la hora de planificar una familia,mucho menos de la regla de las 3R reciclar, rentabilizar y reducir,pero cuidaban y compartían todo en familia,así eran antes,se aprendía haciendo cosas prácticas consumían lo que producían, mis abuelos al principio no tenían un tractor, su vehículo de tracción era el sulky tirado por una junta de caballos, ademas en esa época, no se olvide que en los pueblos los negocios se cerraban con un apretón de mano, como mucho con un escrito rudimentario en un papel cualquiera, así se vendían y compraban las casas y se comerciaba con el ganado...

A principios de siglo, éramos el segundo país exportador de alimentos. Seguimos exportando, pero sólo futbolistas (mucho menos cotizados que los del Brasil), y últimamente motines de presos y novelas rosas de expresidentes septuagenarios con lunas de hiel por tráfico de armas. Como el gobierno de la Cristina Fernández de Kirchner y hablando de futbol se ha llegado a la desvergüenza, la indignidad de comprobar que somos enfermos por el futbol , han dibujado el rostro de Messi en medio de un maizal o un trigal, que se yo...

 

El campo criollo sólo es alegoría folklórica; está en el alma del cancionero nativo, pero no en el sudor de la frente. les doy una lista de nuestro “Plan de Fomento Agrícola-Ganadero” a través de festivales: Fiesta de la Cerveza en Villa Gral. Belgrano, Festirama de Río Ceballos, Festival del Trigo en Leones, Festival del Sorgo, Festival de la Miel en San Marcos Sierra, Festival del Cabrito en Quilino, Festival del Poncho, Festival de Doma y Folklore de Jesús María, Festival de Cosquín, Semana de la Tradición en Dean Funes, Fiesta del Alfajor en la Falda, Festival de la Empanada en Villa Ciudad América, Festival del Malambo en Laborde, Fiesta del Salame en Chucul, Fiesta del Durazno y el Chorizo en Pavón (prov. Santa Fe), y seguro también no faltará la fiesta del porongo (por el mate, no vayas a pensar mal). Total, que

los discos de música han reemplazado a los discos del arado, hay más chacareras que chacareros y la verdadera revolución no es la agraria sino la revolución de los campos de paddle. Hasta hubo una guerra folklórica en el año 1941, a raíz de un pleito sobre la paternidad autoral de la zamba La López Pereira.

Las fiestas en el campo, se hacen como culminación a las buenas cosechas, en agradecimiento a los dioses. Nosotros… en fin, para que hablar. De ahí un poco nuestra desgracia telúrica “ …Las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas…”. Porque la tierra es un bien mercantil de producción si hay amor por ella y se la fecunda. Para explotar la tierra primero hay que saber convivir con ella,como en el matrimonio, igual, igual...

Diré que mi abuela,fue una mujer de otra época,donde la crisis económica y humana estaba a la orden del día y ella supo sortear aquello,poniéndole el cuerpo literalmente. les regaló a estas tierras 13 hijos a los que dejo partir, como los pájaros arrojados del nido cuando ya sabían volar solos.. no se si habrán completado la enseñanza primaria ,( no se si había escuela en ese campo),entonces, cómo aprendían? metiendo mano,eran obligadamente autodidactas,talentosos,con cualidades diversas y bien distribuidas; a las hijas mayores les iba enseñando el oficio de ser madres con sus hermanitas... que hay que ser el mas rápido y el mas fuerte, para no dejar que otro te arrebate el sitio, se trataba de ser el mejor, por que siempre sucumbe el mas débil y que solo las plantas y los arboles no devoran a nadie...

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Mi tío Horacio era la viva imagen de mi abuelo,que voy a decir de mi madre, la mas hermosa de todas las hermanas,ellos conservaban los rasgos europeos de sus progenitores...

su esposo Franciasco Dehaes tenía problemas mentales a causa de la guerra, por lo cual lo ingresaron en el manicomio de Oliva donde falleció a los pocos días, dicen que tenia problemas con mi abuela, pero esta jamas apeló al victimismo, ni apeló, al auxilio de terceras entidades o personas, sobre ella se tejieron anécdotas y algunas características que le dieron cierto halo de sabiduría mágica y misterio,a su casa se acercaban personas para que sus santas oraciones provocarían la interrupción de las hemorragias, no se que palabras o que sortilegios verbales ejercería sobre la sangre... pero ella conseguía sanar a quien se lo pidiera...

No hay un monumento para Victorina, no hay una calle con su nombre o una plaza,en esta santa catalina,solo se construye la memoria de los hombres que detentaron poder económico ,político o religioso,no les hacen lugar todavía, en pleno auge del feminismo a las muchas mujeres como mi abuela, que han sido verdaderos cimientos de estas zona del sur provincial. Pero como la memoria se construye,se cultiva,somos los nietos y bisnietos, por que los hijos ya no están vivos,quienes tenemos en nuestras manos la poderosa herramienta para contar su historia,de traer al hoy, anécdotas de lo compartido. De su dulzura,de sus 98 años vividos para

la familia y la comunidad catalinense. Su mayor obra fue darse entera a sus 13 hijos , y cuando lo mas ancianos de este pueblo se pregunten por Doña Victorina Labarre de Dehaes se escuchara como respuesta una vida de trabajo, paciencia ,calidez y amor...

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Corro el telón del tiempo, tendría yo 4 o 5 años, y la recuerdo así en su campo, en esas noches que soplaba impío el pampero con su ulular rabioso, cual marabunta del aire que quería invadirnos por los intersticios y goznes estrechos de puertas y ventanas. Un gran brasero junto a ella y yo en su falda, frotándonos las manos, cerrando luego un puño y arrimándolo a la boca le echábamos nuestro aliento calentito, como si de vapor se tratara. Era cual una calefacción individual para evitar los sabañones. Ella tejía en silencio bajo la luz de la lámpara de kerosene, y conformábase un icono de lana y carbón de acabado misticismo bucólico. La lumbre de las brasas pintaba la sombra de mi abuela, que se proyectaba contra la pared en gigantesco mural, transfigurando su silueta pequeñita y sublime, en monstruosa reverberación. La magia incandescente del carbón hacía grabados de cobre y púrpura fantoche en nuestros rostros convertidos en máscaras.

Holmberg o Santa Catalina donde los domingos no se olvida el laurel en la cocina, y a los empachos aún los curan con la cinta de las modistas. Sigue siendo una planicie de calles anchas, muy anchas, donde las gentes plantan sus vidas cual si plantaran un árbol o un horno de pan al fondo del patio, cerca del gallinero. Pueblo abierto y llano como la palma de una mano abierta; no tiene accidentes geográficos, ni una colina, ni una montaña. Siempre destacan los fardos de alfalfa y los acopios de maíz. En las afueras, yendo hacia el cementerio donde está mi madre, hay un olor a bosta de vaca embriagador, dulce, como el olor a leche de bebé que acaba de ser amamantado, sólo con elevar un poquito la mano, y en puntitas de pie, se tocan las estrellas, porque todo ese cielo está lleno de ellas. Pareciera que sus habitantes andan entre ellas. Pero no todos las pueden tocar, hay que ser digno para ello, haber acariciado una ubre, o sembrado un surco, o recogido una cosecha y haberse bañado en el arroyo.

Allí no se sabe si el campo entra al pueblo o es el pueblo que se va al campo; una vastedad que gime su angustia solitaria de trigo ausente perlado al amanecer por refulgentes gotitas de las fuertes heladas y chocos que ladran con lamento de coyote, y bordeados sus caminos aledaños por montículos de pequeños arbustos, cañadas y cañadones, chañares, aguaditas, lagunitas, y (lo que más recuerdo) cuando solía ir en sulky con mi abuela, del campo al pueblo, los costados de los mismos cribados por covachas de peludos .

En Holmberg nadie levanta admiración, sólo el polvo se levanta cuando pasa un coche, haciendo segregar adrenalina al blanco impoluto de la ropa tendida. El polvo que cubre todo, hasta los sueños de la gente quieta y buena. Por su quietud y mansedumbre cualquiera diría que es un pueblo de pensadores, escritores, artistas y filósofos, todos entregados a la

meditación. No habrá escritores, pero hay plumas de lustre, pues Holmberg tiene una enorme cantidad de gallineros por metro cuadrado.

Algunos hombres del pueblo todavía se “encajetan”. El encajetamiento vendría a ser el “metejón”, pero con brebaje de jugo de calzón usado,puesto en el mate, lo cual produce la sensación única de saberse felizmente embrujado por una mujer. Creo que esa milagrosa pócima es el verdadero elixir de amor, con perdón de la ópera de Donizetti.

El costurero de mi abuela guardaba carreteles de hilo Cadena y la barrita de azufre, que al crepitar curaba la tortícolis. Pueblo de caserío yermo, de hombres curtidos, con calles anchas que terminan en ángulo de 90º, con aspecto de película del Far-West por los espinillos rodando en el guadal del mes de agosto; porque ¡qué vientos los de Holmberg! Te hacían avanzar perfilado como sacados de un jeroglífico egipcio! Quizás si Margareth Mitchell hubiera nacido allí, su novela se titularía “Lo que el viento se dejó”.

Declaro a Victorina Labarre una heroína que no figura en los libros de historia (no se si sabia leer o escribir) ,pero si que tenia lo imprescindible...amaba la tierra que sembraba y nunca cedió ante nadie, ni sintió la necesidad de ningún mecenas ni dioses,ella misma era su amiga, su líder y su mismo jefe. Leía en las tormentas y los vientos,era experta en los dibujos de las nubes,sabia cuales se convertirían en lluvia sin esperar el pronostico de ningún hombre del tiempo, sencillamente por que carecía de luz eléctrica y una radio. si sabia una fecha importante: que esta noche es noche buena y mañana es navidad... y todo ese cielo era suyo sin que le importe esa mentira de “el reino de los cielos”, ese ficticio hotel de lujo que te prometen en el paraíso al morir, la misma mentira de la “justicia social o la caridad cristiana.” No era de esa clientela, ni de las canastas de beneficencia de las ricachonas oligarcas de Rio cuarto, mi abuelita era la dueña de su trigo,su pan y su carne.tremendo desafío: ordeñar, dar de comer a los chanchos o lavar la ropa en una tabla,y esquilar las ovejas,atender los caballos o luchar contra la voracidad de la plagas de langostas.

En este enlace ustedes escucharan una pieza de cuarteto que aparentemente tiende a lo jocoso,a la interpretación facilonga de lo que es el campo,pero no se engañen, encierra en su contenido la base para la producción agrícola ganadera y es digna de tomarse muy enserio.

Mi abuela sabia que nadie era imprescindible ni Perón ni Balbín ni Lisandro de la Torre, ni la mar en coche... que le importaba a mi abuela que Alfonsina se fue a morir vestida de mar entre sirenitas y caracolas, tampoco necesito de ninguna película para apreciar paisajes,ni de ningún libro que le haga imaginar las cosas de la tierra.Ademas ella no era la santa viejecita de los tangos como decía Hugo del Carril, ella era la autora de sus propias epopeyas y las estrellas eran sus 13 hijos, por supuesto ni se habrá enterado quienes eran Leonardo Da Vinci o Mozart, pues la embobaba el canto de los pájaros ni se habrá enterado que existía la Cruz Roja, ella estaba haciendo a su manera una pequeña revolución agraria sin sentirse esclavizada por ningún patriarcado, como pensarían las feminista radicales y seguro que fue feliz, ni era un aparato reproductivo ni un sistema genital sometido para la procreación, que va!! era un genio mi abuela, recordarla es compartir el legado de una de las mujeres mas valiosa que dio la Argentina, ella era una victima escapada de la gran guerra, la de las trincheras,del marne, la linea maginot, las hambrunas y el terror... escribió el mejor libro en las paginas de la vida del campo argentino,cada vez mas desertizado,fresca Aun la sangre de los indios Ranqueles exterminados en esa carnicería que fue la campaña del desierto asolando,la llanura pampeana y la Patagonia

Abuelita siempre te asocio con esa magistral serie de juan José Campanella compuesta de 13 capítulos: Vientos de agua"

La vi como 20 veces por lo realista y emocionante....

Pero no puedo imaginar la grandeza de tu odisea...donde me demostraste que el viaje es más importante que la meta...

Porque vos abuelita no eras la fiel Penélope que te quedaste esperando que regrese tu amado de la guerra,porque francisco no era Ulises y tu fuiste la heroína,la figura central de la epopeya de homero sin ti no hubiese sido posible la odisea...

No puedo ni siquiera imaginar la grandeza de la misma,yo simplemente me fui de mi país huyendo del mismo... quizá por cobardía , en cambio tu empezaste a sentir que debías encajar en un lugar conocido del que ya no formas parte del todo...

Esa sensación de estar y no estar...en el reasentamiento el país de origen de tu esposo.

Se que vuestro estado financiero era frágil para semejante aventura,y sin la posibilidad de generar nuevos ahorros desde el inicio de esa travesía por esos mares ignotos y con tres niñas muy pequeñitas y sin importarte si al regreso se encontraban en la misma situación económica que cuando se fueron...

Siempre recordare una verdad nuestra tierra fue trabajada de manera ejemplar por piamonteses, gallegos,sin olvidarme de los gauchos judíos( tan bien perfilados por Alberto Gerchunoff) donde inevitablemente los inmigrantes belgas eran minoría para formar colectividades importantes de ahí el merito de mis abuelos.

Una reflexión: abuelo inmigrante,hijo estudiante y nieto atorrante para desgracia de nuestro país 

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