El desafío del fenómeno Massa: mantener otro mes la economía sin explotar

POLÍTICA RUBÉN RABANAL*
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Empezó otro partido. El país político arranca de nuevo hacia el balotaje con una dinámica que puede ser distinta en el ritmo, pero que repetirá algunas conductas que vimos en el último mes de la campaña. Sergio Massa y Javier Milei comenzaron anoche a seducir esencialmente a los votantes de Juntos por el Cambio, ahora huérfanos y sin candidato, pero también intentando sumar al no despreciable 7% que siguió a Juan Schiaretti.

Esa carrera hacia el 19 de noviembre puede ser más dura que la difícil campaña que vivió el país hasta ahora, aunque viene con algunas certezas que hasta ahora no teníamos, sobre todo en materia económica. No hay que sea definitivo, mucho menos en materia de estabilidad en un país que navega con una inflación de 12,7% mensual; hoy amanece un país distinto y tras el balotaje puede volver a cambiar de una manera dramática.

 
En materia de certezas, el massismo se adelantó a confirmar que esta vez no habrá devaluación y que mantendrá el dólar oficial de $350 (más precisamente $365,5) por lo menos hasta después del balotaje. No está claro que despeje todos los miedos del mercado, pero al menos establece un piso que el oficial mantendrá por 30 días más. Esa confirmación puede actuar hoy como un calmante, frente a la chance de una devaluación brutal que podría haberse apresurado como anticipaban algunos analistas.

Massa deberá enfrentar una campaña contra Javier Milei que puede ser parecida en cuanto anuncios a la que se conoció para la primera vuelta. Con una inflación de octubre que estará muy cerca del 12% de septiembre, el ministro-candidato deberá alivianar el impacto de la suba de precios en los bolsillos, pero además tiene por delante el desafío de reactivar desde hoy la economía y el comercio que están paralizados y sin precios desde la semana pasada cuando la incertidumbre electoral hizo que se frenará hasta la cotización del dólar blue y los proveedores dejaron de enviar listas a los comercios. 

Tampoco podrá continuar la campaña sin que el oficialismo de alguna señal mínima para ablandar la situación ante el freno a las importaciones de insumos, tanto en las PyMEs como en las grandes empresas. La elección de anoche no solucionó la falta de dólares y sería extraño que de aquí al 19 de noviembre apareciera algún alivio concreto, pero Massa deberá negociar si o si medidas para paliar también ese parate si quiere avanzar en la captación de nuevos votos.

Es un hecho que la estrategia massista para captar el voto de los argentinos tuvo un éxito rotundo. De otra forma sería imposible pensar que un gobierno y un ministro de Economía que mantiene un récord espantoso de inflación y devaluación, con intervenciones policíacas en el mercado y un virtual congelamiento del comercio exterior, haya podido salir primero en la elección y hasta tenga chances concretas de pelear la presidencia en el balotaje. 

Juntos por el Cambio perdió 630.000 votos, mientras que la fórmula de Sergio Massa y Agustín Rossi, sin demasiado involucramiento de Cristina Fernández de Kirchner, demostró que no solo tuvo éxito la estrategia de distribuir fondos, bonos, exenciones a Ganancias y subsidios de todos los colores, sino que el aparato de supervivencia política del peronismo esta casi intacto. 

El Plan Platita por si mismo no hubiera conseguido la recuperación del voto: ayer se comprobó que cada PJ local, en provincias y municipios, pudo activar la maquinaria para mantener territorialidad, a pesar de la mufa económica y el impacto en los bolsillos. Dentro de ese esquema hay un dato que pasó desapercibido para muchos en las últimas semanas y que ahora entrará a tallar con fuerza en la estrategia del oficialismo contra Milei hacia el balotaje: la tregua con los movimientos sociales que aplacaron protestas tras la última suba del Salario Mínimo Vital y Móvil el pasado 29 de septiembre.

En ese momento se estableció que en diciembre será de $156,000, elevando también el módulo de los principales planes sociales. Ese acuerdo ahora deberá ser renovado pero la base de negociación ya existe, tanto como el pacto que Massa cerró con casi todos los gremios grandes tras haber validado las últimas subas paritarias.

Como en todo accidente multicausal, el resultado no se logró solo por una decisión de los estrategas de campaña de Massa, un equipo de 20 brasileños liderados por Edinho Silva, sino por una larga lista de sucesos que ahora deberán renovarse. Allí debe sumarse también la deficiente propuesta opositora que no logró capitalizar el elevado rechazo al oficialismo y mucho menos concretar un planteo económico comprensible para los sectores que finalmente no dudaron en abrazar a Milei sin pedirle mas precisiones sobre la dudosa dolarización que plantea. 

Juntos por el Cambio, y Patricia Bullrich en especial, apuntó la proa directamente al kirchnerismo, sin atender las alertas que le venían haciendo muchos analistas sobre desvío de votos cambiemitas a la lista del libertario. El factor miedo a Milei y sus propuestas de recortes de gastos con "motosierra" derivaron votos hacia Massa y en ningún caso parecen haber ido a Bullrich.

Habrá balotaje y la definición ahora pasará nuevamente por el miedo a las propuestas mas que por la seducción. La novedad es que los argentinos esta vez decidieron en una amplia mayoría votar populismos económicos: uno de derecha y otro de centro. Quedó probado que el temor a perder conquistas, subsidios y un status quo actual que, aunque maltrecho y devaluado, presenta tantos o mas incentivos que las reformas de cirugía mayor que propone Milei. Fue la ratificación de otra ley sagrada de los procesos electorales: en las crisis el argentino se vuelve conservador y dispuesto a convalidar la garantía de una pobreza presente frente a la promesa de un sacrificio reparador. 

 *Para MDZ

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