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El localidad que esconde una fábrica de bolitas mágicas única en Sudamérica dirigida por 3 hermanas

ECONOMÍA 09/03/2023 Mariano JASOVICH
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¿Cómo es tener algo único en Sudamérica guardado en pleno campo del centro de la provincia de Santa Fe? Entre campos de soja, una planta procesadora de hamburguesas y tres clubes de fútbol que se disputan el amor de la localidad, San Jorge tiene la única fábrica de bolitas de Sudamérica. Para encontrar, otro emprendimiento similiar hay que recorrer el mapa hacia el norte hasta México o cruzar océanos para llegar a China.

Se trata de Tinka, una idea que nació de dos hermanos que trabajaban en cristalería hasta que decidieron arrancar con su propio proyecto. Así nació Tinka en octubre de 1953 y este año ya se preparan para festejar sus 70 años en el mercado de las bolitas de colores.

 
La historia del emprendimiento

Corría la década del 50 y Víctor Hugo Chiarlo trabajaba junto a Domingo Vrech en una cristalería de la Ciudad. En ese momento, se jugaba con bolitas de mármol, muy pesadas. Entonces, tuvieron una idea. Algo se iluminó en su mente y decidieron arrancar con proyecto propio. Era la incipiente Tinka, el comienzo del sueño.

Calentaban el vidrio hasta los 1.600 grados en un horno muy pequeño y lo modelaban en forma artesanal. Así llegaban a hacer unas 12 mil bolitas diarias. La idea estaba, la producción también y ahora faltaba quien pusiera el capital. Así, se contactaron con la empresa de bazar y juguetería Manavella, quien les compró las primeras producciones para distribuirla por toda Argentina.

Después, Vrech dejó la sociedad e ingresó Ricardo Reinero y el hermano de Chiarlo, Albino. Hoy la fábrica es comandada por las tres hijas de este último socio: Rosana, Silvina y Mariana. Los hermanos Charlo tienen 93 y 84 años. Todavía pasan por el mismo galpón de sus inicios para ver cómo se producen las bolitas que van a inundar toda la Argentina.

En diálogo con Infobae, Rosana relata los inicios de Tinka: “Fue como una utopía de mi familia. Era un producto que no existía al menos en el país. Mi tío creyó en ese proyecto y lo llevó adelante con mucho esfuerzo y trabajo”.

Al principio las bolitas eran del mismo color del vidrio que se usaba. Podría ser verde o marrón. Con el tiempo se diseñaron las de colores que atrajo mucho más a los chicos.

Tinka produce la Vergel (transparente con color por fuera), la Onix (color negra), la Pétalos (como el ojo de gato) y Aerosol o bolita industrial que es la que llevan en su interior los aerosoles de pinturas o las espumas de carnaval, por ejemplo. En cuanto al tamaño, se fabrican las tradicionales de 16 milímetros y los bolones de 25 milímetros: en modelos Vergel y Onix.

Aluvión de bolitas

En 1995 se produce un hito para la fábrica con la incorporación de una máquina de Taiwán que le permitió expandir mucho más su producción. Hoy, Tinka fabrica unas 400 mil bolitas diarias. El horno a 1.600 grados se prende los domingos a la tarde y recién se apaga los sábados al mediodía.

“Nuestra idea es poder crecer un poco más este año, justo cuando cumplimos 70, para poder exportar –explica Rosana, entusiasmada por los planes de negocios-. Además, tenemos varias ideas de nuevos diseños para que los más chicos se entusiasmen mucho más con las bolitas”.

La mujer cuenta que hace unos años lanzaron unos modelos con stickers de Lionel Messi, Maradona y de los tres clubes de San Jorge. “La idea era que sea un atractivo para los coleccionistas”, recalca una de las dueñas de Tinka. Sin embargo, ante los pedidos de las bolitas tradicionales no pudieron seguir adelante con esos proyectos.

Alejandro Dolina se ocupa en uno de sus textos del libro “Crónica del Ángel Gris” de esta actividad. “Existe una conjura universal para impedir el juego de la bolita. Alguien tiene que ocuparse de indagar las razones de este complot y -si es posible- desbaratarlo.Y hay que encontrar los quinientos millones de bolitas perdidas. Hace pocos días, el autor de esta nota trato de dar con el frasco donde guardaba unas pocas docenas. No estaba. Tampoco estaba la caja de las chapitas, el álbum de figuritas ni el trompo ni los autitos con masilla. Algo malo debe estar ocurriendo”, alerta el escritor.

Pese a lo que afirma Dolina, en los últimos años el mercado de bolitas para juego creció en forma exponencial. Y la fábrica de San Jorge es casi la única proveedora del país. “Las importadas de China o México son mucho más caras”, resalta Chiarlo.

Según Rosana, “los chicos volvieron a jugar a las bolitas en los recreos y en las plazas. Es una forma de sacarlo de las pantallas y que hagan alguna actividad al aire libre y con las manos. Sirve mucho para la motricidad fina el lanzamiento”.

Emblema de San Jorge

La fábrica es un orgullo para San Jorge casi en pie de igualdad con el Festival de Folklore de Fátima que se realiza todos los veranos en la localidad del interior de Santa Fe.

“Vinieron a visitarnos de Brasil y de Italia cuando se enteran que somos una fábrica de bolitas única en la región –resalta Chiarlo-. Y siempre invitamos a todos los colegios de San Jorge a que nos visiten para que conozcan el proceso de fabricación de Tinka”.

Rosana admite que cuando ve a los chicos abrir bien grandes los ojos ante la transformación del vidrio caliente siente mucho orgullo por el negocio iniciado por su familia hace casi 70 años. “Es como una magia que se produce. Entra el vidrio al horno, se moldea y se enfría para lograr el resultado de las bolitas de colores. Los chicos lo ven y salen maravillados”, cuenta la mujer.

En la actualidad en Tinka trabajan 9 personas, mucha de ellas hace más de 20 años que mantienen vivo el oficio de vidriero. En la actualidad, la fábrica trabaja todo con vidrio reciclado. “Son unos 10.000 kilos diarios que se convierten en 400.000 bolitas”, explica Rosana.

Con sus hermanas mantienen separados los diferentes trabajos para repartir la tarea. Además, dos hijos de Rosana ya ingresaron a Tinka en las partes de administración y producción. “La empresa nació como un emprendimiento familiar y la idea es que siga siendo así por muchos años más”, explica la mujer.

Todos los años, durante el mes de septiembre, Tinka organiza un campeonato nacional de bolitas en la plaza frente a la fábrica. “Viene mucha gente de distintos puntos del país a participar. Es un lindo encuentro con muchas personas que tienen la misma pasión que nosotros por este juego”, cuenta Chiarlo.

El juego de la bolita

Este juego se hizo muy popular en la década del 40 en todas las ciudades de Argentina. Se aprovechaba la tierra que aún había en muchos baldíos o veredas de las localidades Argentina.

Pueden jugar más de dos jugadores y el objetivo es embocar la bolita en el opi (agujero en la tierra) o quemar (golpear la bolita del contrincante) para sacarla del campo. En algunos casos, el que perdía debía ceder la bolita al ganador.

Dolina escribió un instructivo para este juego: “Para efectuar el disparo, debe colocarse la mano izquierda alzandose sobre sus dedos en el punto exacto donde estaba la bolita. La mano derecha descansara sobre la izquierda y empuñara la bolita. Los zurdos harán exactamente lo contrario.Hay dos formas clásicas de tomar la bolita: la antigua, despreciada muchas veces, y la moderna. En la primera la bolita se aloja detrás del índice. En la segunda, detrás del mayor, sirviendo el índice como guía o mira”.

El escritor, además, va un poco más allá con la explicación. “Hay algo más. Algunos pibes muleros suelen extender la mano hacia adelante acercándose a la bolita del adversario. Esta demasía se conoce con el nombre de ganfia o gañote y es el origen de innumerables reyertas”.

Así, cada día en el galpón de Tinka se deslizan por sus estantes 400 mil bolitas de colores variados. Se embolsan y salen al mercado para que cientos de miles de chicos se ilusionen con un buen tiro ante los rivales de turno de la cuadra.

Fuente: Infobae

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