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Mauricio Macri busca aprovechar el viento a favor del G-20 y gana aire en plena crisis

Quiere capitalizar el apoyo del mundo en su año más difícil. Su vínculo con los presidentes. La oposición y la mira en 2019.

G-20 EN ARGENTINA 02/12/2018 Heretz Nivel
MACRI Y MERKEL

Una camarera del café El Ateneo le contaba a viejos clientes que los efectivos de seguridad de Emmanuel Macron la habían corrido intempestivamente cuando se quiso acercar a sacarse una foto con el Presidente durante la recorrida que hizo el jueves por la tradicional librería porteña. Pero la historia no iba a terminar así. El mandatario, al parecer, había observado los movimientos a una prudente distancia y minutos después sorprendería a todos: se acercó a la camarera y él mismo se dispuso a sacar la selfie. Macron se paseó por Buenos Aires durante la Cumbre como una estrella de rock, mientras en las calles de París se desataba una nueva ola de violencia como consecuencia de la peor crisis que afecta a su administración.

Salvando las distancias, a Mauricio Macri le ocurre algo similar. En el exterior lo elogian y lo reciben con muestras de afecto, pero en su país los niveles de cuestionamiento son muy altos. Nunca antes había quedado tan claro como con la realización del G-20 en Argentina. Hasta ahora el termómetro eran las crónicas de los enviados especiales de los diarios a las giras presidenciales o lo que contaban los propios funcionarios. La transmisión en vivo y permanente del encuentro de presidentes permitió ver que los principales líderes políticos del mundo apoyan casi sin reparos el camino de reformas que se inició en la era que siguió al kirchnerismo.

Hay también entre algunos de ellos y el jefe de Estado argentino una relación que excede lo protocolar. Donald Trump lo llamó durante estas 48 horas “mi amigo Mauricio” y Macron y el canadiense Justin Trudeau, por citar dos casos, lo sienten cada vez más cercano. El francés alguna vez lo llamó para pedirle una sugerencia sobre cómo abordar al presidente de Estados Unidos. Otro dirigente con el que tiene línea abierta es Gianni Infantino, el presidente de la FIFA. Este sábado caminaron juntos antes de la conferencia de prensa que Macri brindó en Costa Salguero. El titular de la FIFA le regaló una pelota, un silbato y una camiseta con su apellido estampado en la espalda.

Nada de todo esto borra los errores de gestión ni las dificultades cotidianas con las que viene lidiando y con las que tendrá que volver a lidiar cuando se despierte el lunes a primera hora. El Gobierno terminará el año con la inflación más alta desde 1991 y con un inquietante nivel de empleo y de pobreza en las puertas del año electoral. El plan inmediato del Ejecutivo es evitar que este mes, el más caliente del año, las agrupaciones sociales y piqueteras terminen provocando disturbios durante las protestas con cortes de calles y avenidas en la Ciudad.

“Lo que nos dio la Cumbre es aire. No es poco”, admitía un importante funcionario del Ejecutivo. “Todo salió bien, tal vez mejor de lo que estaba planificado. No hubo incidentes y hubo un reconocimiento del mundo hacia Argentina”, arriesgó. El Presidente buscó sacar tajada en el contacto con los periodistas. Dijo: “Hoy tenemos un país conectado al mundo como nunca en su historia. El mundo nos ha dado un lugar y nos quiere acompañar. Eso nos abre una oportunidad”. Y, antes de terminar su presentación, arriesgó: “Estamos cambiando la historia. Hoy hay futuro”.

En la delegación de funcionarios que asistió a Costa Salguero se respiraba optimismo. Alguno hizo alusión, con ironía, al silencio de la oposición. “Estoy muerto. Muerto”, bromeó Macri sobre su cansancio.

Con información de www.infonews.com.ar

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