El tiempo - Tutiempo.net

LA TESTOSTERONA DE MI TÍA ELVIRA

¡Que par de ovarios que tenía mi tía!!... aunque también tenía una lengua... ¡con la cual te mataba de ocho maneras diferentes!.

PARA LEER EN PANTUFLAS 01/11/2020 José Ademan Rodríguez
IMG_0002

¡Que par de ovarios que tenía mi tía!!... aunque también tenía una lengua... ¡con la cual te mataba de ocho maneras diferentes!.
 
     Con treinta y tantos años en la ruta entre Holmberg y Río Cuarto, despistada y audaz como era, estacionó la motoneta a un costado de la ruta, casi a la hora del crepúsculo. 
Un rastrojero con una de las luces rotas la embistió tirándola como 30 metros a un lado, dándose a la fuga dejándola abandonada a su suerte sin saber como estaba. 


Para los recuerdos dolorosos es mejor tener mala memoria... 


     Dicen que sus piernas eran como cristales rotos en una bolsa de hielo. 
El traumatólogo de la Clínica del Sud de Río Cuarto convertido en un desalmado carnicero por su incompetencia, decidió amputarle las dos piernas y de no ser que pasó por la Cínica del Sud el profesor Florencio Segura, una eminencia internacional experto en huesos, se salvó alla por el año 56 de ir en silla de ruedas de por vida. 


     Gracias a ese médico y a la lealtad y cariño de su marido "el Siso", logró la recuperación de su estabilidad tanto emocional como física.  ¡Llegó a vivir casi 100 años con sus muletas y sus puteadas!


     Nunca se resignó a pesar de sus limitaciones, luchando cada minuto para no sentirse una tullida. Así descalabrada fué vertebrando un nuevo mundo para ella, articulando pensamientos de supervivencia que se sobreponían a la dicha vivída con su cuerpo intacto. 


    Al perder el sostén de su marido y "compinche" se entregó a sus muletas y a "amuletos cotidianos": flores de plástico, abanicos en la pared con la envergadura de un cóndor, la foto de Perón y Eva, postales de sus viajes (viajó 3 veces a Europa) y la radio siempre sintonizada en LV16.  


    Lo tenía claro la Elvira, que de las personas se fia menos que del suelo que pisan sus muletas, templanza para la autodefensa que le enseñó a fuerza de tropezones y caídas, que es más provechoso equivocarse sola que depender de un descuido ajeno, pues todavía no se ha determinado bien en los accidentes eso del "fallo técnico o error humano". Ya aprendió lo suficiente a jugar con la mujer vestida de negro sentada a los pies de su cama durante cinco eternos años, postrada en un hospital, y si bien la muerte tiene preferencias por las buenas gentes, ella tenía además agallas de campesina intuitiva y fuerte. 


     A golpes de bisturí y prisiones de yeso supo bien pronto que habían dos cosas que nunca la habían de abandonar: el calcio y sus muletas, que le servían tanto para ir a la cama, con el ademán rendido y el afán desfalleciente para reanudar la eterna pesadilla con fuego cruzado entre el sueño y el insomnio, como para incorporarse súbitamente en un alba obligada por la excitación de un imposible hasta quedarse sin resuello por cualquier minucia que despuntaba en su cerebro. 


     Fue primordial la inestimable ayuda de mi primo-hermano Dani, un ángel custodio que la vida le puso en su camino para que siempre estuviera junto a ella, tanto para "un roto como para un descosido". Pero al menos sentía al despertar la caricia segura y confortable del cojinillo de sus apoyos.


     Es que ella había nacido para saltar, brincar, nadar, bailar y revolcarse en el arroyo. Tomaba impulso en el sueño para ralentizarlo en el insomnio a fuerza de Lexotanil y entrar en la vía muerta de todas las noches. ¡Si al menos llorara un poco...! Pero ya se le habían acabado las lágrimas, o quizás quedaron en la carretera junto a sus huesos rotos aquel día del accidente.


     Por eso lo mejor era "putear" a todo el mundo como lo hacía,.. -"Pobre, pero a veces tenía razón pensándolo bien y sino ... ¡pasen lista de como anda actualmente el mundo!".


     Ella era inteligente; vale más consolarse. ¿Amar? Ya amó lo bastante. ¿Correr? No puede. Pero más idiota es el atleta que pasa los mejores años de su vida entrenándose con el único objetivo de ganar una décima de segundo en cien metros. Así que pasó del Axioma aquel "Lo importante es competir", a este otro: "Ganar no es lo importante, es lo único". Se corre por falta de atributos para pensar. Las únicas carreras útiles son las de los basureros. Tan idiota como aquel que sólo posee los ojos para mirar el color del dinero. En esos casos las piernas y los ojos son un accidente, y más valía su maratón de sueños. 


            ¡ Y el alma le baila a la Elvira!
Y lo que perdió en piernas lo ganó en dos brazos fuertes como tenazas.
Y tiene el ojo más avizor y la conducta más pareja.
      


     Y, lógico, nunca podrá deslizarse, siempre habrá un tropiezo. Pero peor es el mundo que camina con las manos de la ambición. Y al fin, para colmar las más antiguas aspiraciones del hombre, como es comer bien y dormir, no le hacen falta las piernas. Y quizá no le habrá faltado la reflexión: "Mañana se pintará la cara y asomará sus ojos hermosos tras la ventanilla de su coche nuevo, y pondrá el cassette de la Macarena... que tiene un novio que se llama Vitorino. Después de todo, consolarse no es de cobardes, es sólo cambiar de códigos, si hasta a la Navidad le sucede la acritud de todos los días. 


    Es consciente de que la mayoría atiende a sus placeres, y les resultan más intensos gozándolos a costa de un "desdichado", pues el argentino en general vive la embriaguez de creer que somos un arquetipo europeo por sangre con hábitos americanos. Atlético, fornido, alto y rubio, a ser posible; somos despectivos con el que es bajito, o bizco o lisiado. 

Últimas noticias
Te puede interesar
Lo más visto