
El oficialismo acelera en Diputados y apuesta a un Presupuesto 2026 con negociaciones al límite
POLÍTICA Agencia de Noticias del Interior

- Comienzan las sesiones extraordinarias con el Presupuesto 2026 como primera prueba decisiva.
- La Comisión de Presupuesto queda equilibrada: 20 sillas para el oficialismo y 20 para Unión por la Patria.
- Los interbloques de centro y los gobernadores se vuelven decisivos en la negociación.
- El PRO mantiene diferencias por los fondos para la Ciudad de Buenos Aires.
- Provincias Unidas analiza presentar un dictamen propio y reclama apertura a cambios.
- El oficialismo busca llegar a 132 votos y mostrar control legislativo tras un año adverso.
Con el inicio del período de sesiones extraordinarias, el oficialismo comenzó a mover sus fichas a toda velocidad para intentar aprobar algunos de los proyectos más sensibles que envió al Congreso. Entre ellos, el Presupuesto 2026 aparece como la primera prueba real de fuerza política de la nueva etapa legislativa. El Gobierno ya consiguió dictamen de mayoría en la comisión correspondiente, pero sabe que el escenario está lejos de ser un trámite y que, para llegar al recinto con los números necesarios, deberá aceitar acuerdos y, eventualmente, ceder en puntos clave.
La conformación de la Comisión de Presupuesto y Hacienda anticipa la tensión: el oficialismo contará con 20 sillas, las mismas que Unión por la Patria, mientras que los dos interbloques de centro —Provincias Unidas y la alianza entre PRO, UCR, MID, Adelante Buenos Aires y Por Santa Cruz— tendrán cuatro lugares cada uno. A ellos se suma una banca de Innovación, que responde a los gobernadores Rovira y Sáenz. Ese equilibrio obliga al Gobierno a construir mayorías caso por caso, especialmente con los bloques provinciales, cuyos reclamos suelen concentrarse en cuestiones fiscales y distribución de fondos.
En el PRO, el acompañamiento al dictamen original llegó con disidencias, principalmente por la ausencia de fondos específicos para la Ciudad de Buenos Aires. La conducción del bloque, encabezada por Cristian Ritondo, mantiene negociaciones abiertas con la Casa Rosada para resolver ese punto. El Ejecutivo, sin embargo, considera que aun si repite el dictamen de mayoría, el verdadero desafío estará en el recinto, donde la llave podría quedar en manos de Provincias Unidas, el espacio que nuclea a gobernadores con influencia directa sobre los votos de sus diputados.
En ese contexto, estaba previsto que el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, recibiera ayer a representantes del nuevo interbloque provincialista en lo que iba a ser su segundo encuentro formal desde su reciente conformación. Pero la reunión se suspendió a último momento tras un llamado desde la Casa Rosada, una señal que dejó entrever ajustes en la estrategia negociadora del oficialismo. La cita tenía como objetivo discutir el presupuesto bajo el prisma de los reclamos de los mandatarios provinciales y de los diputados “sin tierra”, aquellos que no responden directamente a un gobernador y que, en algunos casos, presentaron dictámenes alternativos.
Del lado de Provincias Unidas, admiten que todo está en etapa de definición. “Es un interbloque nuevo, faltan conversaciones con los gobernadores. Una posibilidad es sostener un dictamen propio”, señaló una fuente del espacio. En paralelo, otros diputados con más trayectoria remarcan que, si el oficialismo quiere un presupuesto real y no simplemente escenificar un debate sin posibilidad de cambios, deberá habilitar modificaciones sustanciales.
Mientras tanto, el Gobierno afina su plan B. Si no logra sumar a Provincias Unidas, buscará apoyos en Independencia (7 votos), Producción y Trabajo (2), Elijo Catamarca (3) y, nuevamente, Independencia como interbloque ampliado. Si esas piezas encajan, y si consigue el respaldo del interbloque PRO-UCR, el oficialismo podría llegar a 132 votos, el mínimo indispensable para aprobar el proyecto en la Cámara baja.
El clima político es de negociaciones frenéticas. Los gobernadores multiplican contactos con el Ejecutivo y entre sí, conscientes de que el Presupuesto 2026 es una oportunidad para exhibir capacidad de incidencia en la agenda nacional. Del lado libertario, la apuesta es simbólica y operativa: mostrar que, después de un año marcado por tropiezos legislativos, el oficialismo puede empezar a dominar la dinámica parlamentaria.
La batalla por el presupuesto inaugura así una puja de poder que marcará el tono del nuevo Congreso. En juego no sólo está la letra chica del plan económico para el próximo año, sino también la primera gran definición de fuerza entre un Gobierno que quiere consolidar su influencia y unos gobernadores que buscan instalarse como el bloque decisivo en un Parlamento fragmentado.





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