El dólar vuelve al centro de la escena y diciembre se convierte en un mes decisivo para la economía

ECONOMÍA Agencia de Noticias del Interior
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  • El dólar opera cerca del techo de la banda cambiaria y vuelve a ser el principal foco de riesgo.
  • Las reservas no crecieron pese a fuertes emisiones externas del sector privado.
  • La demanda de pesos cayó y condiciona la remonetización.
  • Las tasas reales negativas incentivan la dolarización.
  • Diciembre presenta vencimientos por $40 billones y enero suma USD 4.200 millones.
  • Consultoras coinciden: sin acumulación de reservas, el dólar seguirá tensionado.

La economía argentina avanza hacia el cierre del año con un nivel de incertidumbre mayor al previsto semanas atrás. Lo que parecía ser un período de relativa calma tras las elecciones volvió a teñirse de señales de alerta: el dólar moviéndose cerca del límite superior de la banda cambiaria, reservas que no logran recomponerse, tasas de interés en retroceso y una demanda de pesos debilitada que complejiza cualquier intento de remonetización. En este contexto, el tipo de cambio vuelve a ocupar el lugar central como termómetro del riesgo financiero local.

El comportamiento reciente de los dólares financieros encendió nuevas alarmas entre los operadores. La falta de acumulación significativa de reservas durante el último mes sorprendió al mercado, especialmente porque coincidió con un volumen inusual de emisiones externas por parte de provincias y corporaciones, que colocaron alrededor de USD 4.200 millones. Aun así, las compras netas del Banco Central no llegaron a los USD 300 millones. Según los analistas, esa oportunidad difícilmente se repita con frecuencia, lo que subraya la fragilidad estructural del balance cambiario.

De acuerdo con la consultora 1816, el tipo de cambio oficial se mantiene “incómodamente cerca” del techo de la banda, mientras el contado con liquidación ya lo supera. Ante este escenario, el Banco Central enfrenta un margen de acción muy acotado para intervenir sin agravar las tensiones. Además, la autoridad monetaria redujo encajes por aproximadamente $1,9 billones, un movimiento que implicó una remonetización significativa, aunque sin impacto directo en el mercado spot. Este esfuerzo, sin embargo, no despeja la gran incógnita: la trayectoria de las reservas netas, que aún luce distante de la meta pactada con el FMI.

Este contexto cambiario se combina con un retroceso sostenido en la demanda de pesos. Según Mega QM, el M2 privado cayó del 6,4% del PBI en el primer trimestre al 5,5% después de las elecciones, un ajuste equivalente a más de $8 billones en términos reales. La debilidad del apetito por pesos obliga a ser extremadamente cautelosos con cualquier expansión monetaria. Para recuperar solo el nivel de demanda de dinero del inicio del año, la base monetaria debería crecer 15% en términos reales, un proceso difícil de sostener sin que una parte de esa liquidez se canalice directamente hacia el dólar.

El crédito en pesos también perdió dinamismo a partir de fines de octubre, mientras las tasas reales se hundieron en terreno negativo. Este fenómeno funciona como un incentivo para desarmar posiciones en moneda local y buscar cobertura cambiaria, especialmente si la presión sobre el dólar se intensifica. En este punto, 1816 advierte que la estructura de tasas no tiene un techo explícito: si el tipo de cambio vuelve a tocar el límite superior de la banda, el Gobierno podría verse forzado a permitir una suba de tasas, lo que modificaría toda la curva de instrumentos en pesos y reconfiguraría expectativas.

A pesar de este escenario financiero complejo, la actividad económica mostró crecimiento en cada uno de los meses del tercer trimestre. Para los analistas, esto confirma que, en un país con un crédito privado históricamente acotado, la tasa tiene un impacto limitado sobre el nivel de actividad. Sin embargo, la combinación actual de tasas negativas, dólar presionado y reservas débiles reabre interrogantes sobre la sostenibilidad del equilibrio alcanzado tras las elecciones.

Diciembre, además, llega con un calendario exigente. Vencen $40 billones en instrumentos en pesos, aunque solo $13 billones están en manos privadas, lo que reduce el riesgo de rollover pero no elimina la complejidad operativa. A esto se suma que en enero vencen USD 4.200 millones en bonos globales y bonares. Para 1816, un eventual repo podría ser útil si recae en el Tesoro y no compromete las reservas del Banco Central.

Mega QM añade que el sistema bancario, aún muy expuesto a deuda pública, deberá manejar su liquidez con suma prudencia. Si los bancos desarman posiciones para mejorar su caja, el Tesoro podría enfrentar dificultades adicionales de financiamiento, justo en un momento de extrema sensibilidad cambiaria.

En este tablero de piezas inestables, ambas consultoras coinciden en un diagnóstico: la acumulación de reservas será el factor determinante del cierre del año. Sin un refuerzo sólido del stock de divisas, cualquier tensión podría trasladarse rápidamente al dólar y volver a desordenar el mercado. Diciembre, otra vez, se convierte en un mes decisivo para la estabilidad económica argentina.

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