
El empleo en retroceso: radiografía de un mapa laboral que se achica
ECONOMÍA Agencia de Noticias del Interior

- Se perdieron más de 220.000 empleos privados desde la asunción de Milei.
- Santa Cruz (-15%), La Rioja (-11%) y Formosa (-8%) lideran las caídas provinciales.
- Construcción e industria explican la mayor parte del retroceso laboral.
- Neuquén y Tucumán son las únicas provincias con creación neta de empleo.
- Buenos Aires perdió más de 44.000 puestos, afectada por el deterioro manufacturero.
- La recesión golpea más fuerte a las provincias dependientes de obra pública y sectores sensibles a importaciones.
La preocupación por el nivel de actividad volvió a instalarse en el centro de la agenda pública, desplazando incluso a la inflación como principal inquietud social. Tras un año de marcada desaceleración del índice de precios, la economía argentina enfrenta un fenómeno que afecta de manera directa y cotidiana: la pérdida persistente de empleo formal. Desde la asunción de Javier Milei, más de 220.000 puestos de trabajo privados se destruyeron, un promedio que ronda los 10.000 empleos por mes solo durante 2025. El deterioro no es uniforme: algunas provincias sufren con más intensidad el impacto de la recesión, según los datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) y los análisis elaborados por consultoras privadas.
Santa Cruz, La Rioja y Formosa encabezan la lista roja. En la primera, el retroceso del empleo alcanzó un alarmante 15%, equivalente a casi 10.000 puestos formales menos. La caída se vincula al declive de la producción de petróleo convencional y al ajuste en el sector público provincial. El llamado Plan Andes —la estrategia de YPF para desprenderse de activos maduros y concentrarse en Vaca Muerta— generó un proceso de privatización de campos petroleros que derivó en alrededor de 4.000 despidos. La Rioja, por su parte, perdió más del 11% de su empleo registrado, muy golpeada por el parate de la obra pública y por la contracción de su industria textil y del calzado, dos sectores altamente sensibles a la competencia importada. Formosa, con una caída del 8%, replicó el patrón de deterioro vinculado casi exclusivamente al frenazo de la construcción.
La construcción y la industria aparecen como los dos grandes perdedores de este ciclo económico. El primer sector —descripto por Guillermo Oliveto como “industria de industrias”— sufrió una retracción del 14,3%, que implica más de 62.000 empleos menos. La poda de la obra pública nacional tuvo un efecto derrame inmediato sobre proveedores, comercios y servicios asociados. La industria, en tanto, perdió más de 42.000 puestos de trabajo en un contexto de baja demanda interna y apertura comercial que derivó en una utilización de la capacidad instalada del 61,1%, según datos del INDEC. Incluso actividades con menor peso relativo, como explotación de minas y canteras, registraron caídas significativas, cercanas al 7%.
El panorama se repite con variaciones en otras provincias del norte grande. Chaco y Santiago del Estero muestran descensos pronunciados, también asociados al derrumbe de la obra pública. En Tierra del Fuego, la contracción del 2,2% del empleo formal se explica por la reducción en la industria electrónica, una de las más expuestas a la liberalización comercial.
Pero el mapa laboral no es completamente uniforme. Neuquén y Tucumán consiguen apartarse del resto y exhiben creación neta de empleo. El caso neuquino es el más rotundo: un alza del 2,9% —equivalente a más de 4.100 puestos— empujada por el dinamismo de Vaca Muerta. El entramado hidrocarburífero volvió a mostrar capacidad expansiva, no solo en explotación de petróleo y gas, sino también en prestadores de servicios, transporte, logística y comercios vinculados. Tucumán, en un registro mucho más modesto, también logró crecimiento, apoyado en su tradicional actividad agroindustrial, especialmente la citrícola.
La situación de las provincias más grandes ofrece un balance preocupante por la magnitud de la población y su impacto económico agregado. Buenos Aires perdió más de 44.000 empleos formales, una caída que responde al retroceso de la manufactura y al cierre de más de 4.200 unidades productivas. CABA eliminó más de 29.000 puestos, aunque su estructura orientada a los servicios suavizó parcialmente el golpe. Santa Fe y Córdoba también mostraron retrocesos, aunque de menor intensidad.
El escenario nacional expone así un patrón claro: la recesión se siente con más fuerza en las economías dependientes de la obra pública, en sectores con baja competitividad frente a la apertura importadora y en regiones afectadas por transformaciones energéticas de alcance estructural. Con un mercado interno debilitado y una recuperación todavía incierta, la creación de empleo parece lejos del horizonte inmediato.




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