
Tensiones internas y poder en disputa: el “Triángulo de Hierro” de Milei bajo presión electoral
POLÍTICA Agencia de Noticias del Interior



- El “Triángulo de Hierro” de Milei (Karina Milei, Santiago Caputo y él mismo) atraviesa tensiones internas por disputas electorales.
- Karina maneja lo partidario; Caputo, la estrategia política, pero esa división se desdibujó ante el escenario electoral.
- Caputo se apartó del armado de listas, lo que marcó un quiebre con el sector de Karina y los Menem.
- El Presidente respalda a ambos, pero busca equilibrio sin intervenir directamente.
- Guillermo Francos gana peso como figura moderadora y es visto como posible “cuarto vértice” del triángulo.
- Las tensiones exponen fisuras internas en el poder concentrado del oficialismo, clave de cara a las elecciones.
El “Triángulo de Hierro”, como bautizó Javier Milei a su núcleo más íntimo de poder —integrado por su hermana Karina Milei (“El Jefe”), el asesor presidencial Santiago Caputo y él mismo— atraviesa su etapa más tensa desde la conformación del gobierno. Aunque el Presidente sigue haciendo alusión al trío con devoción, las internas políticas, los desafíos electorales y la disputa de espacios han empezado a erosionar la armonía en la cúpula del oficialismo.
El concepto fue formalizado públicamente por Milei en mayo, aunque sus orígenes se remontan al discurso posterior a su triunfo en el balotaje de 2023. Allí calificó a Caputo como “el verdadero arquitecto de esto” y a Karina como su máxima referente política. La consolidación del tridente fue posterior a la salida de Nicolás Posse como jefe de Gabinete, desplazado en una puja de poder con Caputo por el control operativo del Gobierno.
Desde entonces, Milei delegó en Karina los asuntos partidarios (La Libertad Avanza) y en Caputo la administración política del Ejecutivo. Sin embargo, con la cercanía de las elecciones legislativas de octubre, esa división comenzó a resquebrajarse. Fuentes cercanas al oficialismo afirman que la estrategia electoral pasó a dominar ambas esferas, fusionando lo partidario con lo gubernamental y generando fricciones entre los sectores afines a Karina Milei y los que responden al asesor presidencial.
La ruptura se hizo evidente cuando Caputo decidió correrse de la mesa de armado electoral, dejando en manos de Martín y Eduardo “Lule” Menem las decisiones clave sobre listas. “No queremos que se nos metan en nuestras áreas”, replicaron desde el entorno de Karina, marcando un quiebre casi explícito. Para el círculo íntimo de Caputo, el único “accionista” real del proyecto libertario es Milei, junto a su hermana. El resto, aseguran, son “soldados”.
A pesar de las tensiones, ambos sectores siguen siendo respaldados por el Presidente, que intenta sostener el equilibrio sin intervenir directamente. Un ejemplo fue el cierre de listas en la provincia de Buenos Aires: su silencio fue interpretado como un aval tácito a las decisiones de Karina. Pero al mismo tiempo, en Casa Rosada destacan que Caputo no ha perdido influencia: sigue siendo clave en la estrategia comunicacional y en la designación de candidatos con peso político, como el caso del vocero presidencial Manuel Adorni en la elección porteña.
En este clima de tensiones y reconfiguración interna, un nuevo actor comenzó a ganar peso: el jefe de Gabinete Guillermo Francos. Considerado como una figura de equilibrio entre el “karinismo” y el “caputismo”, Francos es el único alto funcionario que mantiene diálogo con todos los sectores políticos, aparece en medios tradicionales y ha sido definido por el propio Presidente como “el mejor jefe de Gabinete de la historia”.
Fuentes oficiales destacan que su estilo descomprimió la gestión tras la salida de Posse. “Repartió la pelota y dejó jugar”, dicen en Casa Rosada. Aunque no forma parte formal del Triángulo de Hierro, muchos lo ubican hoy como una especie de cuarto vértice no declarado. Su eventual salida, advierten, podría desestabilizar el delicado equilibrio de poder dentro del Ejecutivo.
Así, mientras Milei insiste con el relato del Triángulo de Hierro, la dinámica interna del gobierno expone grietas, tensiones soterradas y la necesidad de mantener cohesión en un contexto electoral que será clave para el futuro del plan de reformas libertario. El poder está más concentrado que nunca, pero también más expuesto a sus propias fisuras.





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