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La planta que mejora la memoria, puede ayudar a reducir el estrés y la ansiedad y combate los problemas de sueño

SALUD Federico SÁENZ MARTÍNEZ
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Antes de que existiese la industria farmacéutica, los seres humanos ya tenían medicamentos. Lo que hoy se conoce como medicina “alternativa”, eso de utilizar remedios naturales para tratar las dolencias, ha sido utilizada desde por lo menos (según registros, aunque con toda probabilidad desde mucho antes) el siglo VII a.e.c/a.C.

La medicina Ayurvédica es, quizás, de las más conocidas a día de hoy. Se trata de una práctica de medicina tradicional originaria del subcontinente indio que se basa en curas naturales y cambios en el estilo de vida, y aunque la gran mayoría de expertos la consideran una pseudociencia, las personas que la practican defienden fervientemente sus beneficios.

La Ashwagandha, un arbusto medicinal que crece en Asia y África
 
La Ashwagandha (Withania somnifera) es una de las plantas más importantes de este tipo de medicina tradicional india. Se trata de un arbusto de hoja perenne y flores amarillas que crece en Asia y en África y que, según el medio especializado Medline Plus, contiene sustancias químicas que pueden ayudar a calmar el cerebro, reducir la hinchazón, disminuir la presión arterial y potenciar el sistema inmunológico.

Habiendo sido utilizada durante miles de años, según Healthline, también se le atribuyen cualidades de ‘adaptógeno’ (un término que se emplea para ciertos alimentos y suplementos que se dice que ayudan al cuerpo a lidiar con el “estrés”, tanto psicológico como físico), aunque no existen estudios lo suficientemente exhaustivos como para respaldar esta afirmación con plena certeza. Su nombre, Ashwagandha, significa “el olor del caballo”, y hace referencia tanto al olor de la planta como a su supuesto potencial para aumentar la fuerza de quienes la consumen. Estos son los beneficios que se le atribuyen, de acuerdo con Healthline.

Las cualidades medicinales de la Ashwagandha

La cualidad más conocida de esta planta es esa de adaptógena, es decir, su capacidad para reducir los niveles de estrés, debido a que podría contribuir a la regulación de determinadas sustancias controladoras de los niveles de estrés, como las proteínas de shock térmico de 70 KDa o Hsp70 y de cortisol (conocida coloquialmente como “la hormona del estrés”), entre otras. Además, reduce la actividad del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (Eje HHA), una parte esencial del sistema neuroendocrino que controla las reacciones al estrés y regula varios procesos del organismo como la digestión, el sistema inmune, las emociones, la conducta sexual y el metabolismo energético.

Varios estudios respaldan esta cualidad de la Ashwaganda, aunque una revisión de estos llevada a cabo en 2021 por científicos de la Universidad de Salud y Ciencia de Oregón (EE. UU.) concluyó que no existen las pruebas suficientes para determinar la dosis y forma de consumir esta planta para tratar trastornos neuropsiquiátricos relacionados con el estrés.

Un análisis de investigaciones realizado por varios expertos de la Dynamical Business & Science Society, por su parte, concluyó que su consumo también podría aumentar el consumo máximo de oxígeno (una forma de medir la salud pulmonar) en adultos sanos y en deportistas, lo cual está directamente relacionado con un menor riesgo de desarrollar enfermedades cardíacas.

Además, también mejora la producción de testosterona y la fertilidad en personas de sexo masculino. Según un estudio realizado por la Escuela de Psicología y Ciencia del Ejercicio de la Universidad de Murdoch (Perth, Australia), los participantes en este estudio experimentaron un incremento del 18% en la producción de DHEA-s, un componente necesario para la producción de testosterona y de estrógeno. También mejoraría la concentración y movilidad de espermatozoides y el volumen de semen producido.

Además de mejorar los niveles de azúcar en sangre y tener propiedades antiinflamatorias, la Ashwaganda podría tener una variedad de efectos positivos para la función cerebral. Estos incluyen, según un estudio llevado a cabo por la Universidad Nacional de Singapur: el funcionamiento ejecutivo, la atención, el tiempo de reacción, y el rendimiento en tareas cognitivas, la velocidad de procesamiento informativo, y la memoria a corto y largo plazo. Y por si fuera poco, también podría contribuir a una mejora en la calidad del sueño, según un estudio realizado por varios expertos en medicina de diversos hospitales y centros de investigación de Bharat (India).

Fuente: Infobae

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