La República Dominicana es mundialmente conocida por sus playas paradisíacas, pero más allá de los famosos arenales de Punta Cana o la península de Samaná, este país caribeño esconde tesoros naturales menos conocidos, pero igualmente deslumbrantes.
La provincia de María Trinidad Sánchez es un ejemplo extraordinario de esta belleza oculta, albergando algunos de los parajes más increíbles no solo de la República Dominicana, sino de todo el Caribe. Su excepcional atractivo ha cautivado incluso a celebridades internacionales como Jennifer López y Michael Jordan, quienes frecuentan rincones exclusivos como Amanera, un sofisticado complejo hotelero establecido en Río San Juan, uno de los cuatro municipios que conforman la provincia junto con Nagua, Cabrera y El Factor.
Situada al noroeste de la isla, a 200 kilómetros de Santo Domingo, esta joya del Caribe ha preservado su esencia natural y tranquila. La ausencia de grandes complejos turísticos se ha convertido en uno de sus principales atractivos, permitiendo a los visitantes experimentar un ambiente auténtico y sereno frente a otros rincones del país.
RÍO SAN JUAN: UN SANTUARIO NATURAL
Entre los municipios de María Trinidad Sánchez, Río San Juan destaca como una joya particular. Este pueblo pesquero, de poco más de 15.000 habitantes, concentra algunos de los paisajes más extraordinarios de la región. Uno de sus principales atractivos es la laguna Gri-Gri, un espectacular ecosistema donde los manglares rojos han dado lugar a un refugio viviente para multitud de especies. A lo largo de sus 700 metros, este paraíso natural alberga una biodiversidad fascinante, especialmente en su avifauna, donde garzas, gallaretas, cormoranes y tijeretas pintan el cielo con sus vuelos.
Para adentrarse en los secretos de Gri-Gri, los visitantes pueden embarcarse en excursiones a bordo de pequeños botes y lanchas de colores guiadas por los yoleros, expertos navegantes locales que conocen cada rincón de estas aguas. Sus coloridas embarcaciones surcan durante una o dos horas los serpenteantes canales bordeados de manglares hasta su encuentro con el Atlántico.
El recorrido culmina en uno de los tesoros mejor guardados de la costa: la Cueva de las Golondrinas, una gruta natural esculpida en un modesto acantilado que sirve como santuario y hogar para estas gráciles aves, cuyos nidos adornan su bóveda rocosa. La aventura por estas aguas caribeñas ofrece también otros atractivos: los visitantes pueden sumergirse en una cercana piscina natural, una cala paradisíaca donde el mar Caribe despliega un espectáculo de turquesas tan intensos que desafían cualquier descripción.
LAS PLAYAS MÁS BELLAS DEL CARIBE
Aunque esta piscina natural invita a refrescarse del calor tropical, es solo el preludio de los tesoros costeros que aguardan en las cercanías. Esta región privilegiada alberga un collar de playas excepcionales, cada una con su propia personalidad y encanto distintivo.
Playa Caletón destaca como un vibrante punto de encuentro entre locales y visitantes. Este íntimo arenal, moldeado en forma de concha y custodiado por exuberante vegetación, late con la energía auténtica de la vida dominicana. Especialmente durante los fines de semana, el lugar cobra vida con familias y vecinos que transforman la playa en una celebración espontánea. Los acordes del merengue cibaeño —también conocido como perico ripiao y originario de esta provincia— fluyen naturalmente, mientras el acordeón, la tambora y la güira tejen la banda sonora perfecta para este escenario único del Caribe.
Sus aguas cristalinas y tranquilas, junto con su arena sedosa, no sólo invitan al baño relajado, sino que también atraen a entusiastas del snorkel. La experiencia se enriquece con un toque artístico singular: entre los islotes circundantes emergen las esculturas del arquitecto y artista Persio Checo, cuyas obras rinden tributo a los habitantes originarios de la isla, añadiendo una dimensión cultural a este paraíso natural.
Otra de las joyas costeras de Río San Juan es Playa Grande, que aparece majestuosa como una de las más espectaculares del país y la más extensa de toda la costa norte. Sus aguas vigorosas la han convertido en un paraíso para los amantes del surf y otros deportes acuáticos, aunque también ofrece momentos de calma propicios para el baño. La experiencia se enriquece con un animado corredor donde puestos de artesanía conviven con restaurantes locales, permitiendo saborear exquisitos mariscos y platos criollos tradicionales con los pies en la arena.
A escasos metros hacia el este, siguiendo un sendero terrero que serpentea entre majestuosas palmeras, se descubre Playa Preciosa, un santuario natural que hace honor a su nombre. Este paraíso casi virgen, enmarcado por dos promontorios rocosos, presenta un espectáculo singular donde los cocoteros se inclinan graciosamente hacia la arena, creando un paisaje de postal. Los surfistas la veneran especialmente al amanecer, cuando sus olas alcanzan su máximo esplendor. A pesar de su carácter indómito, la playa invita también al baño y a largas caminatas por un entorno cuya belleza contrasta con su apacible soledad, apenas interrumpida por algún ocasional bañista o pescador local.
Completando este trío de tesoros costeros, la Playa de los Muertos revela una historia fascinante tras su peculiar nombre, que evoca el antiguo cementerio municipal que una vez ocupó estos terrenos. En contraste con su denominación, es un remanso de paz con aguas serenas ideales para el baño. Los vestigios del antiguo camposanto, lejos de ensombrecer el lugar, aportan un aire místico y sosegado que realza su singular belleza.
LAGUNA DUDÚ, UN PARAÍSO ACUÁTICO
Más allá de las espectaculares playas de Río San Juan, la provincia guarda otros tesoros acuáticos que merecen especial atención. Entre estos destaca la fascinante Laguna Dudú, un sistema único compuesto por dos cuerpos de agua interconectados, cuya composición es mayoritariamente dulce (90%). El primer cuerpo de agua, un cenote formado por el colapso de una antigua caverna subterránea, ofrece una experiencia de nado singular entre peces tropicales en sus aguas cristalinas y refrescantes. Para los más aventureros, existe la posibilidad de realizar inmersiones que, a través de una misteriosa galería subterránea, conducen hasta la segunda laguna, de dimensiones más generosas.
Esta laguna principal eleva la experiencia acuática a otro nivel con su impresionante tirolina de 40 metros de altura, que invita a los visitantes más intrépidos a protagonizar un emocionante salto sobre sus aguas azul turquesa. Una combinación de adrenalina y belleza natural que convierten a este paraje en un destino único de la República Dominicana.
DÓNDE ALOJARSE EN RÍO SAN JUAN
A pesar de mantenerse al margen del turismo masivo, la región alberga establecimientos hoteleros que destacan por su exclusividad y refinamiento. Entre ellos brilla con luz propia ANI (aniprivateresorts.com), un complejo de villas de lujo estratégicamente ubicado en una península que ofrece espectaculares vistas panorámicas al mar. Este paraíso privado, que sirvió como escenario principal para la comedia romántica Boda explosiva (2022) protagonizada por Jennifer López y Josh Duhamel, comprende dos majestuosas villas: Larimar y Amber. Diseñadas para acoger entre 12 y 28 huéspedes, estas residencias elevan el concepto de hospitalidad de lujo a nuevas alturas. Su propuesta gastronómica también alcanza niveles extraordinarios gracias a colaboraciones con chefs de renombre internacional, como la dominicana María Marte, distinguida con múltiples estrellas Michelin.
Siguiendo el curso de la costa, en dirección este, se encuentra Amanera (aman.com), otro referente de los complejos hoteleros de alto nivel y uno de los refugios predilectos de Jennifer López. Este santuario del lujo –perteneciente al grupo Aman– trasciende el concepto tradicional de hotel, ofreciendo una experiencia integral accesible también para visitantes externos. Sus instalaciones incluyen un sofisticado Beach Club con servicio de barbacoa privada a pie de playa, un elegante bar lounge y un completo centro de bienestar y spa que ofrece experiencias únicas, como sesiones de yoga al amanecer o bajo la luz de la luna.
Fuente: HOLA