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Por qué a Martín Llaryora le conviene el porrazo de Milei

POLÍTICA 14/01/2024 Agencia 24 Noticias Agencia 24 Noticias
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En una de sus tantas entrevistas televisivas, el senador Luis Juez contó que ofreció su ayuda al sector manisero de Córdoba para pelear los 15 puntos de retenciones que el gobierno Javier Milei quiere imponer. Las cámaras del sector reconocían que no tenían interlocutores con legitimidad; admitían que habían golpeado todas las puertas para empujar la discusión con los alfiles del presidente libertario.

La UCR, que gobierna varias de las localidades que se benefician de una producción de alto impacto económico, trató de monopolizar la representación. Movieron sus contactos rápidamente para arrebatar la vocería no sólo a figuras de la desmembrada coalición, sino también al cordobesismo, más enfocado en el corte de los biocombustibles a través del ministro de Agricultura de Martín Llaryora, Sergio Busso.

Desvela al radicalismo por estas horas izar las banderas de la defensa del sector agroindustrial cordobés. El diputado boinablanca que se referencia con Patricia Bullrich, Luis Picat, también organizó mítines con empresas cordobesas para rechazar la imposición de nuevos derechos a la importación.


La línea interna radical Evolución, a través de Rodrigo de Loredo y el intendente de Río Tercero, Marcos Ferrer, puso a la diputada Gabriela Brower de Koning a tocar puertas para cerrar con fecha y horario la reunión con el ministro del Interior, Guillermo Francos, y las productoras concentradas en el sur de la provincia. "Hay pica con Juez", soplaron.
Como ya contó Letra P, la industria cordobesa del maní es estratégica, pero el interés político no queda opacado. Las maniseras fueron escoltadas por la tropa radical a la reunión con Francos. El exintendente de Hernando, Gustavo Botasso, y su sucesor, Ricardo Bianchini; y su par de General Cabrera, Guillermo Cavigliasso, más conocido como el rey de maní, fueron de la partida junto a la diputada que integró la comisión de Agricultura en el gobierno anterior.
Si bien destacaron la predisposición al diálogo de Francos, les llamó la atención la guardia alta con la que estaban algunos integrantes del equipo minarquista. “Se pensaban que veníamos a pelear, a hacer quilombo. Simplemente queríamos que entendieran una realidad que están viendo desde un escritorio porteño”, pasó el informe actitudinal a Letra P una fuente participante.

La expectativa de la retención cero se aleja, pero hay esperanza con que se deje en el orden de los 3,5 y 4 puntos que estaban fijados antes que Sergio Massa la bajara a cero, en un gesto de campaña para la producción regional.

La comitiva cordobesa se fue con la promesa de seguimiento del planteo y dejó a cambio una cajita de maní para Francos.

Jure y un consejo que traerá cola en la UCR de Córdoba
El exintendente de Río Cuarto, Juan Jure, descansa en su casa de Las Higueras, una localidad ubicada a pocos kilómetros del Imperio del Sur que se forjó al calor del hierro del ferrocarril y el área de material que dependía de la Fuerza Aérea. Desde allí, reordena el regreso a la actividad privada después de un 2023 electoral que no lo encontró en ninguna lista en la que tuviera representación la UCR cordobesa.

Esto no significa que el presente lo encuentre alejado de la política. La nueva idea que mastica generará ruido: entiende que el radicalismo, para volver a tener juego nacional, ya no tiene que aferrarse a los resabios de un Juntos por el Cambio que se mezcla con el libertarismo o busca refugio en los gobernadores. Adhiere a una línea de trabajo que tuvo su primera expresión con la conformación del bloque Hacemos Coalición Federal que lidera Miguel Ángel Pichetto. En ese marco, figuras de JxC unieron esfuerzos con el bloque que responde a Llaryora.

“El radicalismo debe unirse con el peronismo cordobés”, le dijo Jure a un radical amigo que no pudo guardar el secreto.

En el Partido Cordobés cualquier guiño transversal se festeja, mientras las referencias boinablanca empiezan a redefinir su juego con varias derrotas en el lomo y a pocos meses de la interna local para la redefinición de autoridades que se celebrará entre abril y mayo.

Passerini prepara su primera misión nacional
La ciudad de Córdoba se encuentra situada en una depresión geográfica, en un “pozo”. Las tormentas de enero le imprimieron literalidad a la expresión de vieja usanza. Es que la capital está jaqueada por socavones en arterias de alto tránsito. El intendente Daniel Passerini sigue de cerca un conflicto esperable en esta época del año, aunque de magnitudes no previstas.

Al ritmo del escroleo constante de las aplicaciones sobre el clima, la agenda oficial cambia cada cinco minutos. Pese a esto, y si las inclemencias meteorológicas amainan, el peronista planea viajar a Buenos Aires para su primera misión oficial en la era Milei.

En la penúltima semana de enero tiene previsto reunirse con uno de los primeros cordobeses en quedar confirmado dentro del esquema libertario. El secretario de Transporte, Franco Mogetta, recibirá a Passerini para tocar un tema medular.

No hace falta ser pitonisa para adivinar que los subsidios para el transporte urbano de la ciudad desvelan a la administración del Palacio 6 de Julio.

Son 600.000 personas las que utilizan el servicio público a diario, con un precio del boleto muy por encima de la calidad de la prestación. El entonces intendente Llaryora amplió el alcance de la empresa estatal para cubrir los baches del sector privado, una medida paliativa que en este ejercicio no podrá sostenerse con una licitación mediante y con recorte de fondos en varios frentes.

El sector empresarial llora la carta. Lo hacía con subsidios a triple banda -nacionales, provinciales y municipales-, cómo no lo va a hacer ahora cuando la proximidad de los dientes de la motosierra empieza a moverle el flequillo.

Passerini viajará con una expectativa moderada. Conoce las limitaciones del "cordobesismo prestado" en la estructura de Milei, pero buscará un panorama detallado para decidir sus próximos pasos.

Por qué a Llaryora le conviene el porrazo de Javier Milei
Quienes desempeñaron puestos claves en los lugares de asesoría en los gobiernos de José Manuel de la Sota y Juan Schiaretti cruzan mensajes con frecuencia y comparten espacios de recreación. Un tema de conversación recurrente por estas horas tiene como protagonista al gobernador de Córdoba y la pregunta es ¿por qué el mejor escenario para la proyección del sanfrancisqueño es el estallido libertario?

En estos ejercicios de elucubración política tan habituales destacan la capacidad de liderazgo y de construir acuerdos transversales del nuevo jefe del PJ provincial. "Se parece mucho al Gallego", comparan.

Al santafesino Maximiliano Pullaro los cerebros del cordobesismo lo descartan por las limitaciones que emanan de la Constitución de su provincia, que impide la reelección. “En un año le empiezan a crecer los enanos”, disparan en esas mesas de asesores para destacar que la política doméstica termina siendo el gran condicionante. Y siempre estará el narcotráfico.

Al entrerriano Rogelio Frigerio le adjudican gran capacidad y esa cintura tan propia de un peronista, pero no le reconocen esa pasta de armador de acuerdos grandes que sí tendría Llaryora.

En estas teorías políticas que no admiten la variable humanitaria, la tropa sesuda de las distintas versiones de la primigenia Unión por Córdoba arriesga que lo mejor que le podría pasar al sanfrancisqueño para su proyección nacional es el derrumbe del libertario.

El caos permitiría la emergencia de un líder sólido, con capacidad ordenadora. Lo curioso es que esta misma conclusión también se escucha en otros extremos opositores de la política provincial. ¡Hasta en el juecismo!

“El recorte profundo que encara Llaryora es para asegurarse una buena base por si llega el momento de romper el vidrio. Schiaretti le dejó espalda, pero Llaryora es más previsor aún. Juega en banda ancha y piensa sobre escenarios posibles”, lo interpretan en estas tertulias.

Con informacion de Letra P.

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