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40 años….y todavía tenemos que seguir pidiendo perdón

OPINIÓN 24/03/2023 Diego Guelar*
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En diciembre de 1975, el nuevo comandante en Jefe del Ejercito, el general Jorge Rafael Videla, había intimado públicamente a las clase política para que ponga orden en los próximos tres meses, advirtiendo que “si es preciso, en Argentina tendrán que morir todas las personas que sean necesarias para lograr la paz en el País…”.

En octubre de ese año, Montoneros intentó tomar el Regimiento de Infantería de Monte 29 en el Chaco. Fue repelido con 12 soldados , 9 guerrilleros y un policía muertos. Un día después, el presidente provisional Italo Argentino Luder - en ejercicio de la presidencia por licencia de salud de la Presidenta Isabel Martínez de Perón - firmó los decretos 2771 y 2772/75, por los cuales ordenó “el aniquilamiento del accionar subversivo en todo el país”. Ya estaba dada esa orden desde el mes de febrero, limitada a la provincia de Tucumán, donde el ejército, a través del “Operativo Independencia”, había cercado a una unidad del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), que se había instalado en plena selva, tratando de emular el accionar del Che Guevara en Bolivia durante 1967.

El 23 de diciembre de 1975, el ERP intenta ocupar el Batallón 601 de Monte Chingolo, provincia de Buenos Aires. Otro fracaso, con 62 guerrilleros, y 10 soldados muertos y sin cumplir el objetivo de alzarse con un importante arsenal de armas y municiones que planeaban enviar a sus sitiados y prácticamente derrotados compañeros en Tucumán.

Desde septiembre de 1974 hasta diciembre de 1975 , la Alianza Anticomunista Argentina (triple AAA) - organizada por José López Rega, ministro de Bienestar Social y hombre de la mayor confianza del General Juan Domingo Perón y su esposa -, organización de extrema derecha formada por policías retirados, delincuentes comunes y personal militar de los servicios de inteligencia- había asesinado a mas de 1.500 militantes políticos y sociales de superficie (ciudadanos que expresaban pacíficamente sus ideas de izquierda y eran considerados “ideólogos” de los grupos guerrilleros existentes) en episodios callejeros que eran realizados en plena luz del día y asumidos públicamente en comunicados de prensa que eran publicados en los diarios.

La Triple A también envió miles de cartas a dirigentes sociales y artistas a los que intimaban a abandonar el país en un plazo perentorio -normalmente 48 horas- bajo amenaza de ser ejecutados inmediatamente si no lo hacían.

En Febrero de 1976, los servicios de inteligencia de las Fuerzas Armadas elaboran un documento titulado “La hipótesis de los 50.000 muertos”, donde fundamentan que el objetivo de eliminar a los 5.000 hombres y mujeres “mas peligrosos” exigía aniquilar una pirámide de 10x1 para localizar a esos individuos, y que el procedimiento a aplicar era organizar “grupos de tareas” para secuestrar ilegalmente a esos 50.000 “sospechosos”, llevarlos a campos de detención clandestinos y torturarlos para que identificaran a sus cómplices. Luego, se los eliminaría tratando de borrar todo rastro.

La clase política, estaba paralizada frente a los acontecimientos de violencia desatada que los sobrepasaba.

Ese mismo febrero de 1976 el senador Luder fue sondeado por los comandantes de las FFAA para asumir la Presidencia de la Noción después que ellos depusieran a la Presidenta Perón, disolvieran el parlamento e intervinieran las provincias y los sindicatos. Luder se negó.

El jefe de la oposición y presidente de la UCR, Ricardo Balbín, había hecho un desesperado llamado en la primera semana de marzo para “llegar, aunque fuera con muletas” a octubre de de ese año, fecha en la que debían realizarse elecciones generales para elegir a un nuevo Presidente.

Para la madrugada del 24 de marzo de 1976, no quedaba ni un lápiz en los pupitres de las bancas de los diputados y senadores nacionales. Sus oficinas habían sido vaciadas y abandonadas ante la inminencia de los acontecimientos.

La realidad era que las organizaciones guerrilleras habían sido diezmadas y sobraba con las fuerzas policiales para garantizar el orden y preparar las elecciones que permitirían a la ciudadanía elegir su propio destino solo 6 meses después.

No tenemos NADA para celebrar este 24 de Marzo. No debería ser feriado. Si deberíamos hacer un minuto de silencio por todos los muertos que deberían estar vivos y todos los niños que no deberían haber sido despojados de su identidad. Sería bueno, también, una hora de reflexión en escuelas, universidades y en los lugares de trabajo para que el NUNCA MAS se grave en nuestra memoria para siempre.

Ese 24 de marzo de 1976, yo estaba clandestino desde octubre de 1975 -sobreviví de milagro a un atentado de la triple A- por haber sido apoderado provincial del Peronismo Autentico (brazo legal de la organización Montoneros). Mi vida no valía nada. Soy un superviviente de esa tragedia, como tantos jóvenes de esa época.

Me equivoqué feo y tuve que transitar por el mundo todo lo que he transitado como diplomático para entender que, en esos años, la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética nos había puesto, sin que lo supiéramos, del lado soviético (aunque nosotros pensáramos que la “Revolución del Hombre Nuevo” no seguía el modelo capitalista norteamericano ni el comunista soviético).

Hoy no estamos en una situación semejante, pero la angustia nos aqueja ante la incertidumbre del presente y el futuro, y no podemos siquiera imaginar como sobreviviremos los próximos meses.

Estamos en en el Siglo XXI, no vamos a repetir la historia y la mayoría de los argentinos creemos en 1) el modelo liberal y social consagrado en nuestra Constitución, 2) la integración regional con nuestros vecinos y 3) la apertura al mundo, participando de las cadenas de valor que nos ofrecen nuestros grandes socios: Los EEUU, la UE y China.

Tenemos TODO para salir adelante en nuestra maravillosa Patria.

Solo tenemos que DERROTAR al modelo K, exigir a nuestros dirigentes que dejen de mirar a sus ombligos y que cumplan con su deber, nos representen y nos señalen el camino. Todos los vamos a acompañar y vamos a contribuir, con nuestro esfuerzo personal para que, esta vez, salgamos definitivamente de la frustración y el atraso.

 

 

* Para www.infobae.com

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