Manual para entender el sentimiento por la “Scaloneta”, el equipo más popular de la historia argentina

La Selección de fútbol que ganó el Mundial de Qatar es el fenómeno popular más grande de la historia del deporte argentino. Cuando discutimos acerca de precios de entradas, operativos policiales, traslados de estrellas de rock con la argentinidad al palo y todo lo que genera este grupo lo hacemos con ojos viejos. El molde estalló en mil pedazos después del penal de Gonzalo Montiel. Más de dos millones en una fila virtual es la síntesis de un pueblo en clave manija que da lo que no tiene por estar ahí, agitando.

Dos plateas Top valen 98.000 pesos. Un mes de alquiler de un mono ambiente, sin expensas, ponele, en Capital Federal. Por supuesto que el precio es alto. Pero la felicidad no tiene precio. Lo que este grupo que lidera Lionel Messi le dio a la gente, ni más ni menos que el orgullo extraviado, es inconmensurable. No hay que comparar el valor del ticket contra otro bien para definirlo como caro o barato. La felicidad eterna por ese rato que fue el Mundial trasciende a una entrada. Podrían jugarse 10 partidos con las tribunas llenas en el mismo estadio.

Levanten la vista. Miren hacia esa plaza. Vamos hasta allá juntos. Lo que antes era un picado entre 10 pibes con camisetas del Barcelona hoy es un enjambre verde. El Dibu Martínez cambió la ecuación. Bailan los pibes moviendo los hombros, carajean en voz alta al que les va a patear el penal. Todos quieren el puesto que estaba reservado para el que no la veía. El fenómeno Selección se metió en el corazón de los barrios.

Feliz cumpleaños. Sala, la nena del living con un trofeo en la mano. Flamea la capa negra que le hizo su abuela con papel crepé. Y las amigas de tercer grado entonan Muchachos, el nuevo himno argentino, mientras la Messi de siete años va dando pasitos como Lionel en Lusail. Y explota la fiesta, vuelan los papelitos, mientras se secan los sanguchitos de miga y los panes de pancho.

Pujato es el centro del mundo. Hay que frenar, encarar por la Ruta 33, y buscar al otro Lionel. Y ahí está Scaloni, como siempre, después de haber sido el entrenador del año. La Scaloneta no es un bondi. Es el colectivo que representa a todos los que se subieron en Río, frente a Brasil, o en Doha. Es el sentido de pertenencia por la manera de hacer, por cómo se logró el objetivo, y por los valores del DT y sus muchachos.

Y la lista sigue, todos quieren saber en qué andan los jugadores, qué le dijo Tini a De Paul, si Messi se va de París para volver a su primer amor, cómo va a ser un Mundial con cuarenta y ocho selecciones, y hasta miramos al Brighton-Nottingham Forest como si fuera un All Boys-Chicago…

¿Se entiende lo que nos está pasando? ¿Alguien podría arriesgar cuántos hinchas, con y sin entrada, se arrimarán hasta Núñez el 23 de marzo? ¿Podrán los campeones llegar en micro? ¿Volarán en helicópteros como soldados? ¿Dormirán en Ezeiza, en Núñez o en sus casas? ¿Dormirán? ¿Dormiremos? Nadie podría responder esto. Nunca antes en la historia sucedió algo así. La locura es total. Cuidemos al juguete, entre todos, para que no se rompa jamás. “Aquellos días felices” no es un recuerdo; es un fenómeno sin par, y es un estado de ánimo.

Fuente: TN