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Felipe Solá: “Con el presidente Biden vamos a conversar un poco más y a exponer nuestras ideas sobre Venezuela”

El canciller aseguró también que la derrota de Donald Trump puede modificar la estrategia de la Casa Blanca respecto a América Latina y en particular con los organismos multilaterales

POLÍTICA 08/11/2020 Román Lejtman*
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Aparece sonriendo por una puerta lateral del piso 13 de la Cancillería que se construyó en épocas de Carlos Menem. Barbijo obligatorio, saludo con el puño, y corbata moderna estilo francés, una cultura que parece estar cerca de Felipe Solá. Detrás de su escritorio, en una biblioteca de madera de roble, sobresale “Albert Camus, Extranjero en Buenos Aires”, un libro editado por la Biblioteca Nacional en homenaje al escritor francés.

“Leí a Camus cuando era joven. Y me acuerdo de Jack Nicholson en la película. Es un libro sobre la libertad y sobre la conciencia de cada uno”, aseguró el ministro de Relaciones Exteriores antes de iniciar el reportaje exclusivo con Infobae.

Y añadió: “Camus tuvo una discusión fantástica con André Gide sobre la felicidad y su consumación. Si la felicidad es previa al hecho que esperamos, o si se consuma durante el acontecimiento que estamos por protagonizar”.

-¿Leyó a Malraux?-, preguntó Infobae.

-Sí. Es como recordar al Quijote. Y mis veranos cuando era joven. Malraux es un clásico de lectura obligatoria.

Junto al ejemplar de “El Extranjero en Buenos Aires” se alinean las fotos de la familia de Solá y de su abrazo con Alberto Fernández cuando juró como canciller. No hay imágenes de Néstor y Cristina Kirchner, y se apilan libros de filosofía y de ciencia política que parecen estar ahí desde la gestión de su antecesor Jorge Faurie.

El ministro ocupa una mesa gigantesca desbordada de papeles e informes técnicos que enfrenta una ventanal que da a la calle San Martín y al viejo casquete de la Cancillería. Es tarde del viernes y la luz empieza a menguar cuando inició el reportaje exclusivo a Solá que insumió cincuenta minutos y recorrió la agenda de política exterior del gobierno y su vinculación con los principales jugadores del tablero internacional.


Estados Unidos. El canciller sostiene que la victoria de Joseph Biden puede mejor la hoja de ruta de los organismos multilaterales (OEA, BID, ONU y MERCOSUR) y que debería servir para atenuar la agresividad de los planes de la Casa Blanca respecto a la crisis institucional en Venezuela. No descarta un viaje presidencial a Washington, si aplaca o termina la pandemia del COVID-19.

Unión Europea. Semanas antes de asumir, Alberto Fernández opinaba que el acuerdo Mercosur-Unión Europea era un lastre bilateral firmado por Mauricio Macri sin escuchar a los principales protagonistas económicos del país. Con el transcurso del tiempo, la opinión del gobierno peronista cambió y ahora el canciller Solá asegura que ese tratado -histórico para la región y Europa- puede servir para modernizar el aparato productivo de la Argentina. “Lo vamos a enviar al Congreso para su ratificación”, reveló el ministro de Relaciones Exteriores.

Mercosur. Solá consideró que es posible preservar ese bloque político y económico y que es innegable la diferencia ideológica que existe entre Alberto Fernández y Jair Bolsonaro. Sin embargo, el canciller no descartó un encuentro entre ambos presidentes cuando se cumpla -hacia fin de mes- los treinta años de la iniciación del Mercosur.

Venezuela. El canciller duda respecto a la transparencia de las elecciones parlamentarias convocadas por Nicolás Maduro para principios de diciembre, ratifica que el régimen populista viola los derechos humanos e insiste en cuestionar el bloque económico y financiero ejecutado por la Casa Blanca.

Islas Malvinas. Solá ratificó que la estrategia del Gobierno frente a la soberanía de las Islas Malvinas es aplicar la vía diplomática, exigir a Gran Bretaña que cumpla con las resoluciones de las Naciones Unidas (ONU), colocar la disputa territorial en el centro de la relación bilateral entre Buenos Aires y Londres, y mantener todos los vínculos económicos, sociales y culturales. “No vamos a esconder el asunto, ni pintarnos la cara”, describió el ministro de Relaciones Exteriores.

China. El canciller sostiene que la política exterior del gobierno peronista es pragmática, que la relación con Beijing no implicará un alineamiento geopolítico y solicitó posponer una respuesta “técnica definitiva” cuando se le preguntó si estudian la posibilidad de aceptar la tecnología 5G de China para aplicar en la Argentina.

A continuación, el reportaje completo al canciller Felipe Solá:

—Si finalmente se comprueba que Joseph Biden es el nuevo Presidente de Estados Unidos, porque aún están pendientes las impugnaciones presentadas por Donald Trump, ¿cambiaría la relación de la Argentina con Estados Unidos?

—Voy a dividir la respuesta en dos. Lo que sí cambia es la relación de Estados Unidos con el mundo, entendida como relación con Europa, relación con América Latina, y sobre todo relación con los organismos multilaterales. Entonces, cambiaría su situación relativa frente al resto de América, sobre todo América del Sur, y Argentina cambiaría también en la medida que cambie Europa. Es decir, el mundo tendría una bajada de cambio, me parece a mí, un cambio menos.

—Pongámoslo en estos términos y podemos ir analizando cada uno…

—Después vemos lo bilateral con Estados Unidos. Vamos con lo multilateral...

—De acuerdo. Argentina cuestionó mucho la conducción Luis Almagro como secretario general de la OEA, asegurando que está plegado a la agenda de Donald Trump para la región. Con la sucesión de Biden por Trump, ¿Almagro puede cambiar su agenda?

—Almagro no es un contenedor, un mediador, sino que quiere encabezar una vanguardia parcial. Básicamente basada en su posición frente a Venezuela.

—Entonces, ¿Almagro cambiaría su agenda en la OEA si Biden es confirmado Presidente de los Estados Unidos?

—Sí, creo que cambiaría, que tendría menos respaldo de Estados Unidos y que habría más entrada de opiniones al Departamento de Estado. Es decir, se tendría más en cuenta a otros países.

—Con Biden en la Casa Blanca, ¿Argentina podría insistir en lograr que la Presidencia del BID pertenezca a América Latina?

—Eso depende de la decisión del presidente de Estados Unidos. Veo más que posible la continuidad del presidente, porque fue elegido.

—De Mauricio Claver...

—Claro, el presidente del BID. Lo que sí creo es que no va a tener la misma actitud política que ha venido teniendo. Que también se ha parecido un poco a Almagro en el sentido de ser vanguardia de una posición exclusivamente del Departamento de Estado y llevar esa posición al seno del organismo que para nosotros es fundamental que vuelva a ser uno de los grandes financiadores de la recuperación de Latinoamérica.

—¿Lo mismo podría suceder en el Grupo de Lima?

—En el Grupo de Lima podría haber cambios en el sentido que hay países que llevan al Grupo de Lima a una posición más extrema y países que ya están un poco cansados de que se los lleve a una posición más extrema. Que no es Argentina, son otros países que me lo comunican. Argentina no ha votado nunca con el Grupo de Lima.

—Es cierto.

—El Grupo de Lima, así como está, no tiene sentido.

—¿Se notó el peso de la Casa Blanca en la agenda del Mercosur o en la propia agenda de Jair Bolsonaro conectada con el Mercosur?

—Una cosa es la agenda del presidente Bolsonaro y otra cosa es la agenda del Mercosur del presidente Bolsonaro. En la agenda del Mercosur hubo menos influencia de Estados Unidos.

—El cambio de Presidente en los Estados Unidos, ¿pueden mejorar las relaciones bilaterales entre Alberto Fernández y Jair Bolsonaro?

—Sí, podría acercar posiciones y podría permitirnos una conversación franca con Bolsonaro, sin agresiones. Podemos bajar un cambio también ahí. Podemos ayudar a bajar un cambio en algunas cosas y podemos también hacer que el presidente Bolsonaro se convenza de que el Mercosur no es un lastre sino un proyecto que sigue vivo y que tiene que servir para que juntos miremos hacia el mundo.

—¿Las diferencias de Bolsonaro con el Presidente argentino son diferencias solo ideológicas o también personales para usted?

—No, son básicamente ideológicas.

—¿El maltrato del hijo de Bolsonaro al hijo de Alberto Fernández influye en la relación bilateral?

—Yo creo que eso es para un mercado interno.

—Bueno, todavía nunca se vieron, no es tan interno.

—Es para un mercado interno brasileño político, de gente muy extrema, de gente muy dura que, digamos, recela de la política, que cree en liderazgos nuevos diferentes.

—Pero la ligó el hijo del presidente...

—Sí, pero me parece que ese estilo nos hace acordar un poco al estilo del presidente Trump. Es un estilo que tiene una vinculación directa con cierto tipo de votantes.

— Entonces...

—Bolsonaro es el presidente de Brasil, va a seguir siendo el presidente de Brasil, nosotros necesitamos una buena relación con Brasil. Tenemos una relación importante desde el punto de vista económico, tenemos diálogo con mucha gente de Brasil, pero no existe ese…

—No hay afecto societatis.

—No hay afecto societatis, entonces no hay posibilidad de proyectar nada. Para proyectar hace falta cierto afecto societatis. Ciertos puntos en común.

—Y no hay afecto societatis.

—No. No hay afecto societatis.

— Creo que Bolsonaro maltrató al gobierno argentino...

—Sí. Pero hay veces que uno tiene que proponer el cambio. No se trata de poner la otra mejilla para ligar otro cachetazo, se trata de insistir en defensa de los intereses de Argentina y en mejorar la relación con Brasil.

—¿Usted cree que con Biden mejorará la relación con Estados Unidos?

—Tal vez podamos conversar un poco más y exponer un poco más nuestras ideas sobre Venezuela, y tratar de reemplazar el odio y la idea del temor de Venezuela hacia afuera, que yo creo que es absurda.

—Entonces, ¿la llegada de Biden va a producir un acercamiento?

—Podemos darle racionalidad al tema. Racionalidad.

—¿A Venezuela?

—Claro. No convertirlo en una bandera política sino convertirlo en una cuestión racional.

—¿Con Nicolás Maduro?

—Y el señor Maduro que no se deja ayudar, porque la verdad que no se deja ayudar...

—Sí, de acuerdo.

—Alguien decía no devuelve nunca una pared.

—¿Usted cree eso?

—Sí, creo eso. Exige, pide lealtad, etcétera, y en cuanto uno vota, con el informe Bachelet por ejemplo, el primer informe de Bachelet es un informe con denuncias concretas.

—Bueno, la Comisión de Derechos Humanos en La Haya acaba de confirmar que las denuncias son de verdad.

—Bueno.

—Ya no es solamente Bachelet, ni un fiscal, sino la propia Comisión de Derechos Humanos…

—Ese fue nuestro voto en Ginebra.

—Entonces, para usted como canciller, Joseph Biden en la Casa Blanca le puede dar más racionalidad a la crisis institucional en Venezuela

— A cómo encararla. Hay muchas cosas en Venezuela, detalles. Por un lado, Biden ha dicho que hay una dictadura en Venezuela, y por otro lado se reivindica a un Presidente venezolano, que nosotros no lo reconocemos para nada, que es Juan Guaidó.

—¿Es más fácil que Alberto Fernández vaya ahora a Washington con Biden en la Casa Blanca que si Trump se hubiera quedado cuatro años ?

—Alberto Fernández también tiene en cuenta la pandemia en Argentina para viajar.

—¿Me puede contestar la pregunta?

— No lo sé. Yo supongo que dependerá de cómo comience el gobierno de Biden. Depende todavía de muchas cosas. Pero lo que quiero decir es que no fuimos a Estados Unidos porque había pandemia acá y allá. Y la idea que quiero desterrar es que no es cierto que no fuimos porque estaba Trump. Eso no es cierto.

—Es decir, ¿no es cierto que Alberto Fernández no viajó a Washington porque tiene diferencias ideológicas con Trump...?

—No es así. No es así. Conozco el pensamiento de Alberto Fernández y es mucho más pragmático de lo que se cree.

—Igual tiene diferencias con Trump.

—Absolutamente. Tenemos diferencias con muchos países, pero somos pragmáticos.

—¿Cómo está la negociación del acuerdo Mercosur-Unión Europea?

—Durante la pandemia nosotros modificamos nuestra actitud.

—¿En qué sentido?

—En el sentido de que el mundo no es lo que uno quiere que sea sino el mundo es como es. Y nosotros necesitamos mantener una alianza con Europa. Y es una decisión política de Alberto Fernández. Por lo tanto ese acuerdo lo íbamos lo íbamos a mandar directamente al Congreso.

—Es lo que corresponde.

—No, podemos rechazarlo antes. Podríamos rechazarlo antes.

—No hay renuncia unilateral, porque integramos el Mercosur...

—No, si no sería que como firmó Macri el 30 de junio del año pasado sin consultar a ninguna empresa, a ningún sector argentino, sin hacer ningún estudio de impacto, como él firmó no estamos obligados ahora, no.

—Sí está obligado porque formas parte del bloque, no se puede renunciar en forma unilateral.

—Sí, podemos renunciar en forma unilateral de la misma manera que el acuerdo puede iniciarse bilateralmente en un solo país. El que puede lo más. puede lo menos...

—No. Eso es en el derecho privado, no en el derecho internacional.

—Ah, ¿me vas a decir ahora que no podemos salir del acuerdo? Sí, podemos.

—No. Pueden tomar una decisión política, pero no es legal.

—Olvídelo, no queremos salir. ¿Sabe por qué no queremos salir...?

—¿Por qué?

—Porque la pandemia nos ha hecho entender que todos retrocedieron cada uno en su medida, todas las economías del mundo. En términos parecidos a la Argentina muchos. Economías muy importantes como Inglaterra y España por ejemplo, y Francia muy cerca. Pero que no podemos pensar la economía argentina como está hoy y pensar que dentro de 15 años va a estar igual. Estamos obligados, el Acuerdo nos obliga también a acelerar la incorporación de tecnología y hacerse más competitivos.

—El acuerdo Mercosur-Unión Europa puede potenciar la industria de punta, y por eso ahora lo van a aceptar y enviarlo al Congreso...

—El cambio es en el pensamiento económico. No en el pensamiento sobre cómo debe ser la economía que queremos, sino mi pensamiento sobre cómo va a ser el futuro. Cómo va a ser el futuro. Argentina no puede quedarse sola en el futuro. Nunca. Por lo tanto tiene que acompañar un ritmo que exige un mayor nivel de incorporación tecnológica y un mayor nivel de productividad.

—Y eso lo puede dar Europa.

—Me lo puede dar el Acuerdo. Para que cuando se abran los sectores sensibles para la economía argentina, y entren con arancel muy bajo, con arancel 0, Argentina ya esté lista para competir.

—¿Como canciller imagina más cercanía a Europa que a Estados Unidos, o ahora que cambió el Presidente se podría bascular entre los dos polos de poder geopolítico?

— Yo lo que imagino es defender los intereses nacionales. No solo los actuales, sino los que uno imagina para el futuro. Porque esto es dinámico. Mantener las mejores relaciones posibles con todos. Profundizar el diálogo político con Europa si es necesario, y es necesario. Y tratar de profundizar ese diálogo político con Estados Unidos, lo cual es un poco más difícil porque Estados Unidos es una potencia más rígida en ese sentido. Un poco más rígida.

—¿No tiene un prejuicio con la Casa Blanca?

—No. El primer inversor es Estados Unidos.

—Porque está diciendo que pese al cambio de administración de un demócrata por un republicano igual le va a costar la relación bilateral con la Casa Blanca.

— No, lo que me va a costar es la relación Estado-Estado. Por ejemplo, Estados Unidos nos puso a nosotros, el Departamento de Comercio, a la producción del biodiesel argentino, que es un mercado de 1.200 millones de dólares por año, es muchísimo.

—Sí, sí, conozco el tema.

— Nos puso primero 70 y pico por ciento de arancel por dumping, es decir por cuestiones vinculadas no al Estado argentino sino a las empresas que exportan, que son discutibles, y después adicionó otro 70 y pico por ciento como compensación arancelaria por políticas del gobierno absolutamente discutibles y basadas sabés en qué.

—¿En qué?

—Basado en un escrito que había sobre la relación entre las retenciones a las exportaciones de granos y la promoción de la agroindustria.

—Eso fue la administración Trump.

— Sí.

—¿Cómo imagina las relaciones diplomáticas con Gran Bretaña que ocupan las Islas Malvinas y niegan nuestra soberanía nacional?

— Nosotros pretendemos que no haya insultos a Inglaterra, cesiones hacia Inglaterra, populismo o patoterismo versus entrega. Nosotros queremos que haya una política de largo plazo, pero que tienda a decirle a Inglaterra claramente que estamos incómodos con ustedes. Ustedes quieren conversar con nosotros de todo menos de la soberanía y tienen una obligación dada por la Asamblea de las Naciones Unidas desde hace 55 años que les dice conversen, empiecen las negociaciones sobre la soberanía con Argentina. ¿No lo hacen? Bueno, Argentina por qué va a dejar que Inglaterra esté cómoda.

—Hubo momentos en que encapsulábamos la relación y otros momentos en que nos pintábamos la cara. Y creo que ninguna de las variables funcionó...

—Mucho momentos de pintarse la cara no hubo, lo que hubo es un gran error que fue la guerra.

—No, no, pero estoy hablando de gobiernos democráticos. Lo de la guerra vos y yo vamos a coincidir que fue un error, fue una fuga hacia adelante, el régimen se caía y que pensaban que…

—El resultado fue un retroceso en la posibilidad de avanzar en Malvinas.

—Entonces, van a bascular entre una posición agresiva diplomática pero sin romper las relaciones comerciales.

—No, por supuesto. Porque no voy a perjudicar más al país todavía.

—Entonces, ¿cómo se haría?

—Lo que quiero decir es esto, nosotros mantenemos las relaciones con Inglaterra pero en lugar de decir esto está a un costado decimos…

—Está en el medio de la mesa.

—Está en el medio de la negociación. Por al lado de las relaciones culturales, de las relaciones comerciales, financieras. Esto está en el medio de la negociación política. Qué hicimos en concreto: se había acordado en el año 2016 que íbamos a intercambiar información sobre lo que teníamos de biomasa pesquera adentro de nuestras 200 millas, y lo que tenía Inglaterra ocupando ilegalmente zona económica exclusiva argentina, que también lo es, porque los alrededores de Malvinas son argentinos.

—Totalmente.

—Entonces íbamos a aceptar dar esa información del suelo y del subsuelo de nuestro lugar para que ellos de otros lugares nuestros ocupados ilegalmente nos dijeran.

—¿Eso se canceló?

—Totalmente. Ese intercambio de información lo cortamos. No hubo intercambio este año y no va a haber más. ¿Por qué? Porque de giles no trabajamos.

—Pero le estábamos diciendo dónde pescar y adónde buscar petróleo.

— Sí. Y cuánto mercado tenemos. De giles no trabajamos. Le preguntamos a los técnicos del Instituto de Investigación y Desarrollo Pesquero de Mar del Plata, si los años anteriores la información que fue volvió también en forma de información y nos dijeron no, nunca volvió nada.

—¿Nosotros les mandábamos los papers y ellos no mandaban nada?

— Exacto.

—¿Pero ni una sardina, ni una planilla, una foto de una sardina, nada, un pejerrey, nada?

—Dijimos sincérense. Dijeron no. ¿Entonces se puede seguir manteniendo una política tan estúpida?

—¿No complica la relación con la Casa Blanca una cercanía diplomática con China?

—No, nosotros tenemos derecho soberano a crecer. Nadie te puede negar el derecho a crecer, a dar empleo, a darle destino a la juventud. Eso no quiere decir que China nos va a solucionar todo, no. Pero quiere decir que debemos aceptar inversiones de todos lados. Siempre condicionado a si nos conviene o no.

—Qué pasa con la tecnología de 5ta generación. ¿Vamos a aceptar la tecnología china?

—No, no estoy en condiciones de decir sí o no.

—¿A usted le gustaría ?

—Eh.

—Es barata.

—Es barata.

—Genera mucha dependencia.

—No estoy seguro. Hay muchos países que la aceptan y no…

—Europa ya la rechazó...

— Europa, sí la rechazo…Hay países que están en duda. Pero es una pregunta que dejo sin contestar porque no tengo capacidad de contestarla.

—Le hago una última pregunta. Vi en su biblioteca un libro homenaje a El extranjero de Camus...

—Sí. Me recuerda la primera vez que lo leí: yo era adolescente.

—Ah...

—Y también me recuerda a Jack Nicholson abriendo los brazos, en la película que se hizo sobre el libro de Camus.

—Me acuerdo de la película...

—La máxima sensación de libertad debe ser esa imagen de Jack Nicholson.

—Para los que están leyendo hay que decirles que Nicholson protagonizó una adaptación de El extranjero, el libro de Camus.

—Exactamente. Y Camus tenía un libro que se llama Carnets, que lo perdí.

—Sí, ese es buenísimo.

— Que me encantaba. Pero yo tenía 17, 18 años, y encontrarlo es como encontrarse con uno mismo.

—Sí, totalmente.

— ¿No? La patria es la infancia y la adolescencia. Sobre todo la infancia. Pero el espíritu, porque una cosa es el alma, la patria se liga con el alma naturalmente, el espíritu son las ideas, la fuerza. El alma son las raíces, el sentimiento.

—Totalmente.

—Bueno, en el momento que yo formaba mi espíritu, Camus era alguien que me significaba algo como tantos otros. Pero además hay una cosa, yo lo leí en verano y Camus asocia la alegría con el verano.

—De acuerdo.

—Y dice que la única forma de resistir en la vida es llevar un verano adentro.

—Sí, totalmente.

—Son frases poéticas pero tienen significado.

—En la abstracción, uno crece desde el punto de vista intelectual. Para eso sirve la literatura.

—Uno de los problemas que hay es la reducción del lenguaje, cierta juventud usa muchas menos palabras que las que usábamos nosotros.

—Totalmente.

—Cuantas menos palabras usás menos imágenes se te representan en el cerebro.

—Sí, menos significados e imágenes....

—Cuantas menos imágenes se representan en el cerebro, menos imaginación tenés.

—Sí.

—Y cuanta menos imaginación tenés menos chances de ser feliz, menos chances de asustarte a lo mejor también, pero sobre todo tenés menos chances de entender el mundo como algo más amplio. De ahí la importancia de la cultura, de la enseñanza, del lenguaje, de la palabra. Cada palabra quiere decir algo.

—Las palabras son fundamentales.

—Claro. Vos podes decir no estoy triste, estoy melancólico. No estoy melancólico, estoy nostálgico. No estoy nostálgico, estoy indignado. O estoy deprimido. Son cinco palabras diferentes que explican más los sentimientos que tenés.

—¿Hoy cómo está?

—Esperanzado.

 

 

* Para www.infobae.com

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