Llaryora abandona el discurso anti Milei

POLÍTICA Juan Palos
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Después de las elecciones del 26 de octubre, Martín Llaryora ha acelerado su movimiento en todos los frentes políticos posibles para consolidar su camino hacia la reelección en 2027. Este viraje no solo implica abandonar el discurso anti-Milei que el peronismo había ensayado durante la campaña, sino también acercarse al nuevo paradigma político que, como hemos vivido, ha ganado terreno en la provincia.
El gobernador ha optado por "cordobesear" ciertos axiomas del liberalismo que el electorado ha abrazado, una maniobra que requiere habilidad y atención a los matices de la política local. En este renovado capítulo, Llaryora se muestra dispuesto a combinar el peronismo con lo que el mileísmo demande, buscando así construir una nueva narrativa que revitalice un oficialismo que lleva siete periodos consecutivos en el poder.
Una de las estrategias más destacadas ha sido reconfigurar su gabinete, lo que indica una sobrada comprensión del momento político. Por ejemplo, la creación de un nuevo ministerio para Miguel Siciliano, con el fin de fortalecer la conexión con el gobierno municipal de Daniel Passerini, es una jugada astuta. Además, la fusión de ministerios y la asignación de nuevos roles a funcionarios como Juan Manuel Aráoz y el cambio de carteras de Victoria Flores y Liliana Montero son decisiones que sugieren un enfoque pragmático en la gobernanza.
Aún más significativa ha sido la reciente incorporación de Nadia Fernández, ex vicepresidenta de la Legislatura, al ministerio de Justicia y Trabajo. Esta decisión refuerza el perfil del gabinete y permite una articulación más efectiva con entidades críticas como el Servicio Penitenciario y la Fuerza Policial Antinarcotráfico. No solo se trata de una cuestión de cargos; esto tiene implicaciones directas en la seguridad y la gestión pública de Córdoba.
En su discurso reciente en un acto de gobierno, Llaryora se dirigió a la capital con un tono que claramente enmarca su campaña. Subrayó la importancia de la ciudad que alguna vez gobernó y que resultó decisiva para su triunfo electoral en la gobernación. Al dirigirse a sus vecinos, el gobernador logró conectar emocionalmente, recordándoles el abandono que sufrieron y cómo su administración ha trabajado para revertir esa situación. Esta identificación con la gente es crucial en un contexto donde las políticas libertarias tienden a priorizar lo individual sobre lo colectivo.
Llaryora también destacó la figura de Passerini, mostrando un enfoque colaborativo que refuerza la idea de un gobierno trabajando codo a codo con la comunidad. Al mostrar gratitud hacia los ciudadanos y subrayar la presencia activa del Estado en el territorio, el gobernador no solo refuerza su mensaje, sino que establece un contraste evidente con las ideologías que abogan por el ajuste y la reducción del rol del Estado.
Lo que está claro es que Llaryora ha entendido que la capital de Córdoba no se negocia. A medida que se visualiza un camino para la reelección, su enfoque debe ser el de fortalecer la conexión con los ciudadanos, no solo a través de discursos, sino mediante acciones concretas que muestren el compromiso de su administración para mejorar la calidad de vida de la población. En tiempos políticos inciertos, ese tipo de liderazgo es esencial y puede ser la clave para su futuro político.

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