Escándalo en el Senado: un forcejeo por un despacho reaviva las internas y desata acusaciones cruzadas

POLÍTICA Agencia de Noticias del Interior
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  • Cándida López denunció agresiones mientras intentaba ingresar a un despacho bloqueado por orden de Villarruel.
  • La senadora acusa un trasfondo político vinculado a su jura “por los 30.000 desaparecidos”.
  • El forcejeo dejó un hematoma y dolores constatados por el cuerpo médico del Senado.
  • La disputa revive la “ley del pasamanos”, una práctica informal sobre asignación de oficinas.
  • Videos muestran empujones y la mediación de Di Tullio y Mayans.
  • El conflicto revela internas y una puja por los despachos más codiciados del Congreso.

El Senado volvió a convertirse en escenario de un conflicto político de alto voltaje tras la denuncia de la senadora fueguina Cándida López, quien aseguró haber sido agredida por personal de seguridad cuando intentaba ingresar al despacho que, según sostiene, le corresponde. El incidente, ocurrido el lunes por la mañana, sumó tensión a un clima ya caldeado en la Cámara alta y puso en el centro del debate a la vicepresidenta Victoria Villarruel, señalada por la legisladora como responsable de un “avasallamiento institucional” sin precedentes.

Según relató López, al presentarse en el Palacio Legislativo acompañada por un cerrajero privado —y por su marido— encontró la puerta de la oficina fajada, con una cinta de clausura, y una barricada improvisada de sillones que impedía cualquier acceso. La legisladora aseguró que la cerradura había sido cambiada durante el fin de semana por orden directa de Villarruel, acción que también incluía la remoción de su placa identificatoria en el frente del despacho.

El intento de ingreso derivó rápidamente en un forcejeo entre López y personal de seguridad del Senado. De acuerdo con el parte médico confeccionado por el propio cuerpo legislativo, la senadora terminó con un hematoma en el tobillo derecho y dolores en uno de sus brazos. El episodio quedó registrado en videos que circularon entre los bloques y muestran empujones, gritos y la intervención de los senadores Juliana Di Tullio y José Mayans, quienes buscaron calmar los ánimos frente a una escena que escalaba con velocidad.

El trasfondo del conflicto, según López, va más allá de la disputa por los metros cuadrados. La legisladora atribuyó el episodio a una reacción política de Villarruel tras su jura “por los 30.000 desaparecidos”, una fórmula que incomodó al oficialismo y que habría profundizado la tensión entre ambas. La fueguina calificó la maniobra de clausura del despacho como un “ataque de extrema gravedad institucional”, denunciando un intento de disciplinamiento político dentro de la Cámara.

La presidencia del Senado, sin embargo, sostiene otra versión. Desde el equipo de Villarruel afirman que el despacho en disputa pertenecía al senador salteño Sergio Leavy, cuyo mandato concluyó recientemente, y que la oficina debía ser devuelta formalmente para su reasignación. En ese marco, remarcan que la decisión de bloquear el acceso responde a la regulación interna y no a una persecución política. La controversia reavivó una vieja costumbre del Congreso: la denominada “ley del pasamanos”, una práctica no escrita por la cual los despachos se transfieren informalmente entre legisladores de distintos ciclos parlamentarios, sobre todo cuando pertenecen a provincias con pocos representantes.

Para López, la autorización para ocupar la oficina estaba garantizada y la intervención de un cerrajero privado era la única vía para recuperar el espacio. En cambio, desde la presidencia insisten en que ninguna oficina es “propiedad heredable” y que todas deben ser reasignadas tras la renovación legislativa. La falta de un mecanismo formalizado para resolver estas situaciones abrió la puerta a una disputa que combina reglas difusas y tensiones políticas.

La escena del forcejeo sumó otro ingrediente a un conflicto que, puertas adentro, expone la competencia por los despachos más amplios y mejor ubicados del Senado. El espacio en cuestión —unos 120 metros cuadrados— es considerado uno de los más codiciados del edificio. Versiones internas indican que Villarruel planeaba reasignarlo a legisladores de su bloque, mientras que López debería trasladarse a una oficina más pequeña, una decisión que desencadenó la reacción de la senadora fueguina.

El incidente dejó una marca evidente en el funcionamiento institucional del cuerpo. Mientras la oposición habla de un “precedente peligroso” y denuncia el uso discrecional del aparato de seguridad, desde el oficialismo recalcan que se actuó conforme a las normas y que no existió violencia más allá del forcejeo inicial. La tensión política entre Villarruel y López —alimentada por diferencias ideológicas, antecedentes de fricción y una creciente disputa de poder dentro de la Cámara— promete prolongar el conflicto.

La escalada dejó una conclusión clara: lo que empezó como una disputa por un despacho terminó transformándose en un escándalo que expone las internas del Senado, donde la convivencia política vuelve a tensarse justo en el inicio de un nuevo ciclo legislativo.

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