Tan acelerado viene el escenario político cordobés que, en cuestión de horas, de pronto, el tablero preliminar ya cuenta con tres candidatos a gobernador para el 2027. ¡Sí, el 2027!
Al contrario de lo que Rodrigo De Loredo hizo el año pasado cuando, con el calendario electoral ya rodando, estiró todo lo que pudo la incógnita sobre su candidatura, ahora el radical, decide, tres años antes lanzarse para la gobernación. En su propia casa, pisó el acelerador y este fin de semana les dijo a sus correligionarios que se convertirá en el próximo mandatario de Córdoba.
Una aspiración que choca de frente con la de su (¿ex?) compañero de la “fórmula Fernet”, Luis Juez, que hace rato se subió a esa carrera. Es más, el senador presentará hoy la sede partidaria donde, según dijo, funcionarán entre otras cosas, los equipos técnicos del Frente Cívico de cara a la competencia provincial.
Por su lado, aunque sin margen de distracción por la responsabilidad de gestión que tiene, desde el equipo del gobernador Martín Llaryora también se animan a ubicar hoy al líder del cordobesismo en la senda de una reelección.
Pero mientras tanto, habrá que pasar primero el 2025.
Si bien en esta Argentina tan vertiginosa suena a ciencia ficción elucubrar escenarios al corto plazo, dentro del peronismo cordobés ya se delinean ciertas definiciones. Algunas más obvias que otras, claro.
Por empezar, con el presagio de que La Libertad Avanza podría teñir de violeta gran parte del mapa nacional en las elecciones legislativas y siendo Córdoba todavía una provincia que banca fuerte al Presidente, ya es un hecho que Juan Schiaretti no jugará ese tiempo. Más aún cuando se sabe que, históricamente, los comicios de medio término son baja cosecha electoral para el oficialismo cordobés.
Segunda certeza: Hacemos no entregará la cabeza de lista al Partido Cordobés; por más apertura que muestre el gobernador Llaryora y hambre de transversalidad, el primer renglón de la boleta estará reservado para un peronista. Y al menos por ahora, todos los cañones parecen apuntarle a Miguel Siciliano, presidente del bloque de Hacemos Unidos en la Legislatura.
Sin embargo, en el terreno de las especulaciones, hay un segundo nombre que empezó a sonar dentro del PJ: el de la diputada Natalia de la Sota.
La parlamentaria ya avisó que quiere jugar el ´25 para renovar su banca y que quisiera hacerlo como candidata de Hacemos Unidos, “su casa”, dicen. Eso significa que si, por alguna razón, De la Sota no encontrará lugar allí, estaría dispuesta evaluar “otras alternativas” que van desde jugar en otra lista (¿massista?) a pensar en un armado propio.
De cualquier modo, su sector prefiere pensar que nada de eso sucederá y que el peronismo la tendrá en cuenta para ocupar un lugar expectable en la boleta; en la práctica eso significa ser uno o dos, ya que allí giran las chances reales que calibra el PJ.
Claro que previo a ello, la relación entre la diputada y el Panal tendría que aflojarse un poco. Si bien De la Sota es parte de la bancada cordobesista, su perfil de férrea opositora a la gestión nacional y ciertas diferencias marcadas con el gobernador Llaryora en estos meses, la llevaron a afianzar su autonomía política pero también a tensionar de algún modo con el Centro Cívico.
Vale apuntar allí también que el vínculo con Schiaretti quedó prácticamente cortado desde antes de la campaña del ´23, cuando se definió el binomio provincial que completó la radical Myrian Prunotto.
De cualquier manera, atentos a lo que su apellido pesa en la historia del PJ, en el oficialismo nadie la imagina fuera del espacio y descuentan que achicarán cualquier tipo de diferencia para encarar el año próximo.
Por su lado, la diputada que espera tener una conversación en el corto plazo con el propio Llaryora, descarta la posibilidad de ser parte del gabinete provincial, y en cambio repite que su objetivo es conservar un lugar en Diputados.
CON INFORMACION DE DIARIO ALFIL, SOBRE UNA NOTA DE SORIA YANINA.