Los grupos de WhatsApp en los que discurre la charla del PJ capital se batían ayer entre la risa y el desasosiego. Algunos le quitaban dramatismo al asunto, lamentándose por la picada que no llegó a ser. Otros, con indignación, reprochaban que uno de los propios ofreciera, en bandeja, una gran oportunidad a los detractores del peronismo para incendiarlos en las redes sociales. De hecho, los más optimistas agradecían que el radar libertario no se hubiera posado sobre la noticia -que por su ridículo llegó hasta los medios nacionales- para detonar Twitter bajo el hashtag “Kraismann”.
Ese es, en rigor, el mayor riesgo que entraña el asunto: su ridículo. En tiempos en los que la comunicación no admite más de dos enunciados encadenados, la imagen de Kraismann escondiendo 200 gramos de bondiola en los fundillos, o la instantánea de su botín inmortalizado como evidencia judicial, es oro puro para las redes sociales. Y, en manos de una oposición menos desprevenida, también hubiera servido para poner (otra vez) sobre el tapete asuntos como el nepotismo o la falta de escarmiento, entre las huestes del oficialismo, primero, y de la política en general, en segundo grado.
Porque otra de las sustancias que corría por los grupos de WhatsApp PJ ayer era un prolijo detalle de los cargos que ostentaría la parentela del “Puma”. El asunto es problemático: la manera en la que la política asigna cargos y funciones, eludiendo por completo cualquier mecanismo de selección siquiera remotamente objetivo, poniendo en crisis la ilusión de la meritocracia. Ilusión que, para ser justos, ya no engaña a nadie.
Pero además, porque no es la primera, ni la segunda, ni la tercera… que Kraismann queda envuelto en una polémica. El ex funcionario municipal (ex, desde la mañana de ayer) ha sido concejal en dos oportunidades, secretario del bloque oficialista durante la pasada gestión municipal, y hasta integró la última convención constituyente que reformó la Carta Orgánica Municipal.
De hecho, Kraismann disertó, hace apenas unas semanas, en el Congreso de Participación Ciudadana y Descentralización, el evento que, de avanzar los planes del intendente, prologará la próxima reforma de la Carta Orgánica. Y quien sabe si Krasimann no hubiera repetido (o no repetirá) en su rol de convencional. Lo que se dice un verdadero hombre de Estado.
En el medio, el “Puma” ha atravesado controversias varias. Desde quedar sospechado cuando el Club Avellaneda “colgó los ganchos” (el tema se saldaría en que Kraismann no integraba la conducción del club al momento de los hechos), o por vender entradas de cortesía durante la temporada estival, hasta de sortear los kits sanitarios que la Provincia repartía durante la pandemia en la celebración de un Centro Vecinal, o de entrar en disputa con un referee de la Liga Cordobesa de Futbol que lo acusó de buscar interferir en su arbitraje.
El tema es que, a pesar de esta extensísima hoja de ruta, Kraismann nunca escarmentó, porque nunca hubo escarmiento. De más cerca o de más lejos, el “Puma” siempre fue parte. Y hoy el oficialismo puede pagar, de un solo saque, todo el débito político que le viene cargando el Uninominal de la 12. O tal vez no.
Porque por incorrecto que suene, y aunque la dirigencia del oficialismo jamás lo vaya a admitir, todas estas aristas le dan a Kraismann un cierto halo entre las huestes PJ, que aún criticándolo, lo sienten como uno de los suyos.
CON INFORMACION DE DIAIRO ALFIL, SOBRE UNA NOTA DE FELIPE OSMAN