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La Corte Suprema es un contrapoder y un Presidente profesor de Derecho debería saberlo

OPINIÓN 25/12/2022 Jorge Grispo**
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Mucho se dijo estos días sobre el anunciado desacato institucional que el presidente Alberto Fernández proclamó a viva voz contra el fallo cautelar de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que ordena el reintegro a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires del 2,95% de la coparticipación federal. Si algo le quedaba por hacer mal al presidente era, precisamente, incurrir en desacato frente al máximo tribunal de la Nación, en una actitud que no solo lo deja de cara a graves consecuencias personales (juicio penal y político), sino que además pone en grave riesgo las instituciones de la república en un acto de inusitada torpeza.

Pretendo dar un paso adelante, ya que no hay discusión posible y lógica sobre la validez del fallo de la Corte y la ilegalidad del accionar del primer mandatario, para analizar las consecuencias que los actos presidenciales desparramaron sobre la vigencia de la democracia argentina y la forma de vida en un estado de derecho republicano y federal. Hoy no se discute que la democracia es, de todos los sistemas conocidos, el mejor que puede regir en cualquier sociedad, por sobre los sistemas autocráticos y dictatoriales que han probado reiteradamente su fracaso más rotundo. Tampoco discutimos que el sistema democrático debe ser mejorado y mucho, sobre todo en un país anodino como el nuestro, donde el respeto de las instituciones está en crisis.

Vayamos por partes. La democracia es el sistema político por el cual la soberanía reside en el pueblo, que la ejerce por medio de sus representantes, donde el poder es dividido en tres: (1) Ejecutivo, (2) Legislativo y (3) Judicial. En los dos primeros sus integrantes son elegidos por el voto popular. En el tercero, a través de los representantes “ya” elegidos por el pueblo. La democracia es un valor superior y contrapuesto a la “tiranía”. Allí, precisamente, radica la importancia de sus instituciones y los equilibrios de poder. Fue el propio Presidente quien dijo el 11 de junio de 2013: “Si CFK no entiende por qué la Corte es un contrapoder deberíamos averiguar quien la aprobó en Derecho Constitucional. ¡Basta de sofismas!”. Lo que está haciendo el Presidente ahora es lisa y llanamente borrar con el codo lo que escribió con la mano. Es claro que no ignora las consecuencias de sus actos, y por sobre todo la gravedad de su ilegal accionar.

El problema al que nos enfrenta el Poder Ejecutivo Nacional no es la vigencia de la democracia en sí misma, sino que nos pone de cara frente a los perjuicios de no acatar las reglas de juego de la vida en democracia, ya que al revelarse contra un fallo del máximo tribunal, no solo se revela contra el orden democrático, sino contra la Constitución misma, con el agravante de que al ser él nuestro máximo mandatario, debería ser el primero en resguardar la vigencia del sistema democrático que, nada más y nada menos, se expresa, entre otras cosas en el respeto por las decisiones judiciales. Lo cual, sí hizo en el caso de Milagros Salas al afirmar que, pese a no estar de acuerdo con el fallo de la Corte en esa causa, no podía indultarla porque excedía sus facultades.

Ser ciudadano implica aceptar las reglas de juego. Ser funcionario, no solo importa aceptarlas, sino velar además por su vigencia e imperio. La concepción de la vida en democracia conlleva el sentido mismo de un Estado Nacional, ese que nos cobra impuestos, que tiene el monopolio del uso de la fuerza, que dicta leyes que todos debemos acatar y de las que se presume iuere et de iuere que las conocemos. Dentro de ese Estado que nos gobierna, el poder ha sido divido en tres: el Poder Ejecutivo se ocupa del gobierno del pueblo. El Legislativo tiene el monopolio para dictar las leyes que regirán nuestra vida dentro del sistema democrático. Y, el Poder Judicial, es el encargado de velar por la vigencia de la Constitución Nacional y tiene el monopolio de impartir justicia y resolver que leyes son constitucionales y cuáles no. Es un esquema de poderes y contrapoderes, como dijo el presidente Fernández en el tuit que señalamos precedentemente.

Con lo cual, conductas desmandadas como las de Alberto Fernández al anunciar públicamente su desobediencia a un fallo del máximo tribunal, dejan vacío de contenido el sentido mismo de la convivencia democrática. Si esto fuera así y no tuviera consecuencias para el “incumplidor” ya nada más importaría y los ciudadanos -todos- quedaríamos en un estado de indefensión absoluto. Desnudos frente al poder de turno. Seríamos secuestrados por el relato de una facción política a la que solo le interesa imponerse, por los votos, o por el rompimiento de las reglas de juego cuando los votos no le alcancen. La paradoja de la vida en democracia es, precisamente que debemos ser más “democráticos” cuando el poder encargado de velar por la Constitución Nacional dicta una sentencia en forma contraria a nuestros intereses. Eso es saber vivir en democracia. Lo que está haciendo el presidente Fernández, no.

El desafío que tenemos a partir de ahora todos los argentinos, sin importar las banderas políticas, es precisamente hacer prevalecer convivencia democrática por sobre actitudes tan imprudentes como alejadas de la legalidad. El desborde institucional provocado desde el sillón de Rivadavia es la consecuencia de un cambio de época. Frente a los nuevos vientos los que salen tratan de resistirse de cara al avance de los que presumiblemente los reemplazaran. Y, una de las formas de la resistencia es la creación de caos, bastardeando las instituciones y rompiendo las reglas de juego.

El Presidente nos ha demostrado una vez más que ha incumplido el juramento que hizo el 10 de diciembre de 2019: “Yo, Alberto Ángel Fernández, juro por Dios, la Patria, y sobre estos Santos Evangelios, desempeñar con lealtad y patriotismo el cargo de presidente de la Nación, y observar y hacer observar fielmente la Constitución de la Nación Argentina.” Ese día el dólar blue cotizaba a $68 para la compra y $71 para la venta. Hoy supera los $340. Entre un valor y otro: el peor gobierno que tuvimos en democracia.

 

* Abogado, especialista en Derecho Corporativo, autor de numerosos libros y publicaciones

** Para www.infobae.com

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