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Carmona, el asesino insaciable. ¿Le daría la pena de muerte?

POLICIALES 14/12/2022 Agencia de Noticias del Interior Agencia de Noticias del Interior
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Roberto José Carmona (60) volvió a ser noticia después de años de haberse convertido en uno de los criminales más peligrosos del sistema carcelario del país. Hace casi 37 años se convirtió en el asesino de la adolescente Gabriela Ceppi (16), luego continuó matando en cárceles, cobrándose la vida de otros dos reclusos. El martes, de paso por Córdoba, beneficiado por una medida de flexibilidad en su encierro, aprovechó para escapar de sus custodios y asesinó sin piedad a un taxista que lo transportaba en su huida.

En un lapso menor a dos horas, entre la fuga y la recaptura, Carmona volvió a condensar en instantes la potencia de su criminalidad, degollando a un trabajador del volante, robando un auto y protagonizando un peligroso raid de escape que la Policía de Córdoba logró conjurar en poco tiempo.

 
Entre las 16.25 y las 18.15 parece haberse desarrollado todo, el escape, el crimen, el robo y la recaptura.

VISITAS PERIÓDICAS
Carmona realizaba visitas periódicas a Córdoba desde su encierro en Chaco. Desde 2015 tenía pautadas visitas a su pareja, a quien adora y llama “Angelita”, cada cuatro meses. Suspendidas durante la pandemia, se retomaron a fines de 2021 y se hicieron periódicas en el presente año.

Ese beneficio le permitió llegar otra vez el pasado lunes a la noche, en una comitiva de varios vehículos y con seis custodios. Fue alojado en la cárcel de Bouwer, donde pernoctó, y a la mañana siguiente los guardiacárceles chaqueños lo llevaron hasta la casa de su pareja, en Formosa al 1.100, en barrio Las Violetas.

Tras almorzar, por la tarde se aprestaron a ver el partido, en el interior de su casa, si bien hay una versión de que los penitenciarios, al menos algunos, se fueron a un bar a presenciar el encuentro Argentina - Croacia.

Una vez que comenzó el partido, aparentemente cuando Argentina ya ganaba por un gol, Carmona avisó que iba al baño, según algunas indicaciones.

Pero no volvió y pasaron los minutos y cuando quisieron reparar dónde estaba y había escapado. A las 16.26, dieron aviso a la Policía local.

 
FUGA ALOCADA
Cerca de las 16.35, aparentemente, habría abordado el taxi de Jesús Javier Bocalón (42) en avenida Santa Ana. Muchos dudan cómo hizo para conseguir un taxi teniendo en cuenta que estaba disputándose el partido. Aparentemente, en el trayecto surgió alguna diferencia y Carmona no dudó en degollar al taxista, aparentemente desde atrás. La autopsia arrojó que murió porque le fue seccionada la vena yugular. Esta sería la causa de que el auto haya chocado -cerca de las 16.45- contra un poste de madera y uno de cemento.

Cerca de las 16.50, el criminal bajó con un bolso en el que tenía una muda, unas púas y otros elementos, lo que da a entender que tenía preparada su fuga. A pocos metros de allí, en el supermercado Mariano Max de Santa Ana y Félix Frías, sorprendió a una mujer a quien amenazó con la cuchilla que acababa de usar para matar a Bocalón y la obligó a bajarse de su Volkswagen Gol gris. Con ese vehículo se dirigió hasta el sur de la ciudad, donde se rozó con otro vehículo, “detrás” del CPC Villa El Libertador, donde hay desvíos por obras.

Allí se bajó y abandonó el Gol, para volver hacia la zona donde había matado al taxista. Nadie sabe hasta ahora cómo llegó tan rápido hasta el lugar donde volvieron a verlo.

Entre los aciertos para lograr detenerlo después de fugar y matar al taxista, una dupla de policías consiguió detectar en el “sospechoso” una de las señas particulares que se destacaban. Desde Chaco habían enviado una fotografía actual, de un Carmona con cabello largo entrecano, hablando por teléfono. Pero también una imagen de cuerpo entero con una seña muy particular: su hábito frecuente de utilizar las medias “enrolladas” hacia abajo. Toda una curiosidad.

Dos policías de civil, que se conducían en un Corsa verde lo vieron en Almirante Brown y Agote y les llamó la atención esa particularidad, más allá de los otros rasgos del sospechoso. Eso hizo que lo “controlaran” para comprobar que era Carmona. No se resistió demasiado porque fue reducido rápidamente. Eran cerca las 18.15 y la Policía había logrado recapturarlo en menos de dos horas.

Luego llegaron numerosas unidades y efectivos que procuraron que se resguardara a Carmona.

El reo fue conducido hacia la Jefatura, donde se lo fichó y a las 22.30 el fiscal Horacio Vázquez le comunicó que había sido imputado por evasión calificada, homicidio criminis causae (cometido para garantizar la fuga o los hechos posteriores) y robo calificado por el uso de arma. También fueron imputados los seis guardiacárceles, por la evasión.

Más tarde, pasó por trámites de rigor -como la revisación médica- e ingresó otra vez a la cárcel de Bouwer, cerca de la medianoche. Se encuentra alojado en una celda de máxima seguridad, solo y para garantizar su seguridad y también la de terceros.

PENOSOS ANTECEDENTES
La vida de Carmona es una constante relación con la marginalidad y el delito. Abandonado por sus padres, terminó en reformatorios y a los 10 años comenzó a cometer delitos. En su adolescencia ya tuvo experiencias delictuales en la provincia de Buenos Aires que lo llevaron a sus primeros encierros y a los 23 años, cuando cometió su primer crimen, ya había pasado por diversos penales bonaerenses.

Ese primer crimen fue en enero de 1986 cuando llegó a Carlos Paz y se cruzó de regreso a Córdoba con tres jóvenes que habían pinchado una rueda en la autopista. Allí secuestró a Gabriela Ceppi, la adolescente que venía de bailar y terminó violada y asesinada.

El proceso terminó a mediados de ese año con una condena a prisión perpetua, que comenzó a cumplir en la Penitenciaría de barrio San Martín. En ese lugar, más allá de ser visitado y recibir cartas de numerosas mujeres, comenzó a gestar una fama de “pesado”. Mató al recluso Horacio Bolea e hirió de gravedad a un compañero de celda al arrojarle caramelo hirviendo a un compañero de celda que se negaba a “entregarle” su mujer.

Ya con otra condena a prisión por el crimen de Bolea, en febrero de 2005 salvó providencialmente su vida cuando otros reclusos intentaron matarlo. A raíz de esto, fue aislado en la “lorera” una celda que no era más que una jaula situada junto a la cancha de fútbol.

También estuvo en los penales de Corrientes y Chaco, donde cometió otro crimen: en el patio, le clavó un palo de escoba afilado a Demetrio Pérez. Recibió condena perpetua, pero la anularon y le impusieron una pena inferior.

Actualmente, tiene reclusión por tiempo indeterminado y no existe la posibilidad de que reciba la libertad, debido a su peligrosidad. La Justicia de Chaco le concedió las salidas a Córdoba para visitar su pareja, pero la falla en la custodia permitió que se fugue y cometa su cuarto asesinato.

Su personalidad es la de una persona sumamente inteligente, pero carece de remordimientos a la hora de cometer crímenes de lo más crueles.

Con información de Francisco Panero

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