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Una patota lo puso en coma y el hospital lo dejó morir

La gravísima denuncia de la familia de un joven de 23 años asesinado a golpes en Florencio Varela.

NACIONALES 24/02/2020 Agencia de Noticias del Interior Agencia de Noticias del Interior
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La familia de Braian Sebastián Figueredo, de 23 años, atacado brutalmente por una patota el 6 de diciembre del año pasado en Florencio Varela y quien murió el jueves último, denuncia que fue mal atendido en el hospital al que ingresó tras la golpiza que lo dejó inconsciente.

"El hospital hizo abandono de persona en el área de terapia y se le llenó la boca de queresa de mosca", dijo a Crónica Carmen Berón, la tía de la víctima. La queresa es el desecho intestinal de la mosca, son pequeños gusanos que deposita donde se para. "El 17 de diciembre murió una señora que tenía lo mismo y larvas en la nariz", agrega la mujer. "Cuando el papá de Braian les dijo le respondieron que se había confundido, que vio mal, que era dentrífico", dice la tía angustiada.

En cuanto al ataque sostiene: "En realidad no sabemos cómo fue, sabemos que él iba a la casa de la mamá, en el camino lo agarró una patota, le robaron, le pegaron con un adoquín en la cara, le dieron patadas. Pasó un patrullero por el lugar cuando vio que un chico le estaba pegando con un adoquín en la cabeza. Llamó en seguida a una ambulancia, derivándolo al hospital Mi pueblo de Florencio Varela. Ahí lo dejaron cinco días en una camilla a un costado. Estuvo tres días a la deriva, al cuarto día recién le colocaron suero, ahí fue cuando pedimos el traslado para la obra social, el hospital se negó y decidió pasarlo a terapia intensiva".

"Recién ocho días después lo pasaron. Estuvimos dos meses pidiendo el traslado. Tuvimos que hacer manifestaciones y cortes, hasta que finalmente lo trasladaron a Quilmes, donde lo atendieron muy bien, pero ya no se podía hacer nada", sostiene la mujer.

"El entró lleno de tierra por la golpiza, sin zapatillas, creo que pensaron que era un paquero y lo dejaron ahí sin que les importe. Nos decían que tenía fisura de cráneo y lo dejaron en una camilla de guardia", recuerda Carmen. "En Mi Pueblo no hicieron nada, no lo operaron, nos dijeron que no había nada que hacer, pero no le dieron calidad de vida", sostiene.

 
En cuanto a la patota sostuvo: "Testigos del ataque hay algunos pocos, pero la gente está amenazada. Por ese barrio no puede pasar gente de otro barrio, eso se dice".

"Él no era de ese barrio, sólo pasó por ahí para ir ala casa de la mamá. Había ido a buscar 1000 pesos que ella le iba a prestar hasta que cobrara. Nunca llegó a la casa de la mamá. Ella hasta hoy (el día que murió) lo espera como todos los días. Mi sobrino estaba de novio, con muchas ganas de formar una familia y tener hijos", dice desconsolada.

Fuente: Cronica

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