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Fernández maneja la economía en un gobierno con dos líderes

Mientras el Presidente intenta evitar el defalut con un plan de ajuste, su ministra de Seguridad, vinculada al CELS, le abre flancos inesperados al reinstalar los casos Maldonado y Nisman

OPINIÓN 29/12/2019 SERGIO CRIVELLI
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En la matriz del nuevo gobierno hay dos liderazgos, el del presidente y el de la vicepresidenta, reflejados con nitidez en la composición del gabinete. Ese carácter bifronte ha derivado en una división de funciones en la que a Alberto Fernández le tocó la tarea más difícil: evitar una crisis de deuda y al mismo tiempo reactivar una economía que vegeta desde hace una década.

Pero como si con estos problemas no tuviese suficiente, sumó en los últimos días la sonora irrupción de la ministra de Seguridad, Sabina Frederic, integrante del CELS que lidera Horacio Verbitsky. La flamante funcionaria debutó anunciando su interés de reabrir el expediente para buscar entre los gendarmes a los presuntos responsables de la muerte de Santiago Maldonado. Consideró que el operativo para desalojar a los mapuches hecho en 2017 había estado `pésimamente hecho'.

Pocos después de sus declaraciones un grupo de mapuches se apoderó de tierras de la empresa Benetton en el sur. Exista o no una relación de causa y efecto entre el cuestionamiento de Ferederic a la Gendarmería y la nueva ofensiva mapuche, lo cierto es que la situación abrió un interrogante sobre la seguridad en esa zona y en otras donde los denominados `pueblos originarios' operan o han intentado operar como, por ejemplo, en Vaca Muerta. Un interrogante no propicio a las inversiones que el propio Fernández busca para aumentar el ingreso de dólares a una economía privada del crédito internacional. Hay un punto en el que la economía y la seguridad pública se entrecruzan y no parece lógico que se manejen desde comandos diferentes.

Otro conflicto reabierto por la funcionaria fue en torno a la pericia que dictaminó el homicidio del fiscal Alberto Nisman. Así como desde organismos de `derechos humanos' se había intentado montar una operación para acusar al gobierno de Mauricio Macri de la supuesta `desaparición' de Maldonado, el caso Nisman fue desde su principio un campo de batalla entre `K' y anti `K'.
En esa contienda los primeros intentaron sin éxito desvincular a su líder de cualquier responsabilidad en lo ocurrido. La ministra quiso volver a dar esa batalla pero chocó con el fiscal del caso que negó a reabrir la pericia. También fue blanco de críticas descalificantes de parte del diputado macrista Waldo Wolf.

Como no hay dos sin tres Frederic tuvo además que aclarar dichos en torno a Hezbollah, banda acusada de los atentados contra la embajada de Israel y la Amia. Había afirmado que la decisión del gobierno anterior de clasificar a Hezbollah como organización terrorista significaba un problema gratuito para Argentina porque el terrorismo debe ser entendido, según sus palabras, como `un problema de la OTAN y no nuestro'. De esa declaración volvió sin embargo poco después al aceptar que la organización debía ser mantenida como grupo terrorista en favor de la protección del país.

No debe descartarse que si sigue con esa estrategia termine generándole al gobierno un conflicto con la comunidad judía local y el Estado de Israel. Fernández, no obstante se mantuvo al margen de las polémicas palabras de su ministra. Dedicó todo su esfuerzo a la economía que es el terreno en el que se definirá su suerte.

Después de haber negado que su proyecto de emergencia fuera una ajuste, finalmente Fernández terminó por admitirlo: `Si el ajuste es poner en orden las cuentas públicas, entonces estamos haciendo un ajuste', declaró por televisión. ¿En qué consiste el ajuste? En buena medida en el congelamiento de las jubilaciones, como así también en licuar el gasto vía inflación acelerada a fuerza de devaluaciones. El dólar antes de las PASO estaba a 46 pesos, el viernes el único que le venden al ciudadano de a pie, cerró a 81,90. Una monumental devaluación en cuatro meses que licua el gasto público más rápido que cualquier impuestazo, aunque de manera más desordenada y socialmente más costosa.

También produce una fuga hacia el dólar que ninguna prédica conseguirá disminuir. Entre las PASO y las generales se perdieron 20 mil millones de reservas por decisión de ciudadanos que huyeron de un peso devastado por malas expectativas. No hay cepo que aguante, si Fernández no fortalece la confianza en su gestión. Pero para eso debe eliminar el doble comando, aunque sea lo que le permitió instalarse en el principal despacho de la Casa Rosada.

Fuente: La Prensa

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