Grabois respalda a Klug y reabre la disputa ambiental por los "gases" que despiden las vacas

POLÍTICA Agencia de Noticias del Interior
WhatsApp-Image-2025-10-27-at-10.14.02-1
  • Juan Grabois defendió a la diputada Lucía Klug tras su propuesta de gravar el metano del ganado.
  • Acusó a sectores rurales de oponerse a cualquier regulación ambiental.
  • Criticó a periodistas por banalizar el debate sobre emisiones.
  • El proyecto TAMBA fija un impuesto según el CO₂ equivalente emitido por los rodeos.
  • UxP afirma que la ganadería aporta el 19% del metano provincial.
  • El debate reabre tensiones entre política ambiental y economía agropecuaria.

El debate ambiental volvió a escalar en la política bonaerense luego de que Juan Grabois saliera en defensa de la diputada provincial Lucía Klug, quien propuso la creación de un impuesto sobre las emisiones de metano generadas por el proceso digestivo del ganado. La iniciativa —bautizada como “Tasa Ambiental sobre el Metano en Buenos Aires” (TAMBA)— apunta a que los productores abonen un monto proporcional al impacto ambiental derivado de sus rodeos. La propuesta generó rechazo inmediato en sectores rurales, pero también abrió una discusión más amplia sobre la responsabilidad ambiental de la ganadería y los límites del sistema productivo provincial.

Grabois, dirigente del Frente Patria Grande y referente de Unión por la Patria, defendió públicamente a Klug y denunció que las críticas a la iniciativa responden más a intereses económicos que a argumentos científicos. En un extenso mensaje publicado en X, el dirigente social cuestionó a quienes —según él— buscan reducir el debate a burlas sobre “gases y eructos de vacas”, desestimando el problema real de las emisiones de metano en la provincia. “En el país de las vacas, los pibes no toman leche, no se puede comer un asado y tenemos el consumo de carne más bajo en 110 años mientras la oligarquía vende todo afuera, pero la contaminación queda acá”, expresó, en un mensaje que combina crítica económica, social y ambiental.

La legisladora había planteado que el proceso digestivo del ganado emite cantidades relevantes de gas metano, un compuesto con alto poder contaminante, y que esa externalidad debería ser asumida por los propietarios de los animales. Su planteo se inscribe en discusiones globales sobre la ganadería intensiva y los sistemas feed-lot, especialmente cuestionados por su impacto atmosférico. Grabois retomó ese argumento para apuntar contra “la oligarquía” agropecuaria, a la que acusó de resistirse a cualquier regulación socioambiental que afecte sus ganancias. “Sus fortunas dependen de que nadie los controle. Siempre fue así”, remarcó.

En su intervención, el dirigente también disparó contra los medios que difundieron la propuesta. Señaló que ciertos periodistas hicieron “chistes de jardín de infantes con pedos y eructos” y que, según él, no se tomaron el tiempo necesario para comprender la cuestión técnica detrás del proyecto. “Prefieren eructar payasescamente su vulgaridad e ignorancia”, acusó, defendiendo la seriedad del planteo de Klug y su intención de abrir un debate incómodo pero necesario.

El proyecto TAMBA propone que los productores paguen un monto calculado en función de los kilogramos de dióxido de carbono equivalente que genera su rodeo, un criterio alineado con metodologías internacionales de medición y compensación ambiental. Según Unión por la Patria, la ganadería representa el 19% del metano emitido en territorio bonaerense, lo que ubica al sector como uno de los componentes clave en cualquier estrategia provincial para reducir emisiones.

El punto más controvertido de la iniciativa reside en que el proceso digestivo del ganado es, por definición, natural y difícilmente controlable por el productor. La pregunta de fondo —qué parte del impacto ambiental de un ciclo productivo debe ser internalizada por quien lo realiza— divide a los actores del sector y atraviesa discusiones globales sobre carbono, impuestos verdes y huella ecológica. Para los críticos del proyecto, el impuesto sumaría presión financiera a una actividad ya afectada por los costos y por un mercado interno debilitado. Para sus defensores, en cambio, representa un paso hacia políticas ambientales más coherentes, capaces de enfrentar fenómenos como la desertificación, la degradación de humedales y la contaminación fluvial.

El respaldo enfático de Grabois confirma que el oficialismo ampliado de Unión por la Patria busca instalar la agenda ambiental como uno de los ejes de discusión pública, aun cuando eso implica tensiones con el corazón productivo de la provincia. En un contexto de consumo interno deprimido y exportaciones en alza, la disputa promete escalar más allá del recinto legislativo y convertirse en un nuevo capítulo de la histórica confrontación entre el peronismo y el sector agropecuario.

Últimas noticias
Te puede interesar
Lo más visto