La UCR, atrapada en su laberinto: fracturas, alianzas cruzadas y una identidad en crisis

POLÍTICA Agencia de Noticias del Interior
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  • Crisis interna profunda: La UCR carece de conducción nacional unificada y sufre una fuerte fragmentación territorial.
  • Relación con Milei: La llegada del nuevo gobierno agravó divisiones internas entre quienes buscan acercarse al oficialismo y quienes lo rechazan.
  • Convención suspendida: La renuncia de Gastón Manes y la suspensión de la Convención Nacional reflejan la parálisis partidaria.
  • Conflictos provinciales: Hay fuertes internas en Buenos Aires, Córdoba y Mendoza por pactos locales y posicionamientos frente al Gobierno.
  • Proyecto alternativo: Los hermanos Manes impulsan una UCR independiente del kirchnerismo y el mileísmo, de cara a 2027.
  • Falta de identidad clara: El partido enfrenta una disyuntiva sobre su rumbo y rol en el nuevo mapa político nacional.

Sin conducción nacional efectiva y con un mapa interno cada vez más fragmentado, la Unión Cívica Radical (UCR) atraviesa una de las crisis más profundas de su historia reciente. La irrupción del gobierno de Javier Milei no solo reordenó el tablero político argentino, sino que actuó como catalizador de viejas tensiones dentro del radicalismo, dejando al descubierto la falta de una estrategia común y una identidad partidaria clara.

La suspensión de la Convención Nacional prevista para abril, sumada a la renuncia de Gastón Manes a la presidencia de ese órgano clave, dejó una postal cruda del momento: la UCR hoy opera más como una confederación de intereses provinciales que como un partido nacional con proyección política unificada.

Provincias en disputa

El caos interno se refleja con fuerza en Buenos Aires, donde el presidente del partido, Maximiliano Abad, es cuestionado por sectores que lo acusan de tender puentes con La Libertad Avanza. Intendentes e históricos como Federico Storani intentan marcar límites, mientras advierten sobre la “entrega de principios a cambio de cargos”.

En Córdoba, la ambigüedad es el sello. Rodrigo de Loredo, líder del bloque radical en Diputados, mantiene una posición fluctuante frente al Gobierno, mientras que la vicegobernadora Myrian Prunotto fue directamente desafiliada por aliarse con el oficialismo provincial. Ramón Mestre, por su parte, insiste con una opción 100% radical, aunque con escaso respaldo.

Mendoza tampoco escapa al conflicto. El gobernador Alfredo Cornejo y el ministro de Defensa, Luis Petri, si bien dialogan con la Casa Rosada, protagonizan una fuerte interna sobre el rumbo partidario y el armado electoral futuro. La pelea por el control territorial dejó cicatrices que aún no cicatrizan.

Sin brújula nacional

En este contexto de fragmentación, los hermanos Facundo y Gastón Manes impulsan una reconstrucción del partido con vistas a 2027. Su proyecto apunta a recuperar una UCR moderna, progresista e independiente tanto del kirchnerismo como del mileísmo. Pero esa construcción choca con un partido en el que las decisiones se definen cada vez más en clave local y de supervivencia inmediata.

El radicalismo, que fue columna vertebral del sistema político durante décadas, parece hoy atrapado en una disyuntiva irresuelta: cómo convivir entre quienes buscan acercarse al poder libertario y quienes creen que ese camino marca una ruptura definitiva con los valores fundacionales del partido.

En un país en plena reconfiguración política, la UCR sigue buscando su lugar. Pero para encontrarlo, primero deberá resolver una pregunta clave: ¿qué tipo de partido quiere ser?

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