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Una ayudita de amigos y enemigos

OPINIÓN Claudio Jacquelin*
11-JM-sabat

No tuvieron que esforzarse para salir sonriendo en la foto, aunque bien podrían haber sido retratados suspirando aliviados. El gesto del Presidente, de los miembros de su gabinete y de los otros dos integrantes del círculo de hierro presidencial era genuino. 

El cambio de clima se podía palpar este jueves en La Casa Rosada, después de más de un mes signado por heridas autoinfligidas y sin fotos de reuniones de Gabinete. Llegó con ayuditas de los amigos. Y de los enemigos.

Fue una sucesión de buenas noticias, que este viernes deberán ratificarse para convertirse en un cambio de tendencia. La confirmación de que el anuncio del acuerdo de facilidades extendidas alcanzado con el FMI se anticipó y se hará este viernes, la comunicación de que el poderoso (y racional) secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, visitará el país el próximo lunes y la renovación del swap con China se sumaron al pálido paro general de la CGT y a la virtual fractura del cristinismo en su bastión bonaerense.

En medio del temblor mundial de los mercados provocado por el “amigo” Trump, que golpea acá y aceleró la sangría de reservas, se cortaba este jueves a la mañana una larga racha de derrotas y fracasos. Nada menos.

Llegó, además, para aliviar otra de las noticias menos deseadas por el Gobierno. Como fue la aprobación por parte de la Cámara de Diputados (contra todas las equivocadas previsiones oficialistas) de la creación de una comisión investigadora del Criptogate, en el que están excluyentemente involucrados el Presidente y la secretaria general de la presidencia, Javier y Karina Milei.

Si el contexto importa (y mucho), el cambio de signo en la agenda pública tiene un plus de relevancia para el Gobierno porque se produjo cuando faltaban apenas tres días para que se inicie el año electoral, con las elecciones de convencionales constituyentes y las primarias para cargos municipales de Santa Fe.

Ahí los libertarios se ilusionan con una gran elección en las PASO de Rosario, que les dé el primer resultado para celebrar. Aunque el festejo mayor todo hace prever que se lo llevará en la elección de constituyentes el gobernador Maximiliano Pullaro, quien encabeza la lista oficialista en la que confluyen postulantes de la UCR, Pro y los socialistas.

De todas maneras, el Gobierno deberá afrontar un test este viernes, cuando se conozca el índice de precios de marzo, que mostraría el segundo repunte de la inflación después del piso de caída de enero, cuando llegó a estar en 2,2% y se convirtió en la más baja desde julio de 2020. Luego del 2,4% de febrero de este año, todos los pronósticos parten de un 2,6% en marzo. Otro tropiezo en un punto neurálgico de la gestión, aunque espera retomar la senda descendente en los próximos meses.

Al mismo tiempo, se develarían este viernes los esperados detalles del acuerdo con el FMI, tanto en lo que refiere al monto del primer desembolso como a las metas que imponga, sobre todo, en materia cambiaria y acumulación de reservas. Las versiones iniciales, que el mercado tomó como buenas en las cotizaciones a futuro, auguran un programa benévolo.

Hasta acá llegan las inestimables ayuditas de los amigos del Gobierno. Ahora vienen las de los adversarios (o enemigos), que habían tenido a maltraer en el Congreso los planes del Gobierno, empezando por el rechazo sin precedente por parte del Senado a los dos postulantes del Presidente para conformar la Corte Suprema y concluyendo con la mencionada creación de la comisión que investigará el escándalo $Libra. Aunque hayan tenido la consideración de excluir de convocados a Karina Milei, posibilidad que aterrorizaba a todo el Gobierno.

Para la hermana presidencial y, también, para el Gobierno hubiera sido un desafío difícil de sortear si los diputados tuvieran la intención de indagar con agudeza. Demasiados indicios la involucran con el caso y carece de experiencia en interpelaciones, tanto que no se ha prestado siquiera a alguna entrevista con periodistas profesionales desde que ocupa tan relevante lugar en la estructura de poder oficialista.

Como se sabe, ella es el último escudo, y más en este caso, de su hermano presidente, que no ha dado hasta ahora más que explicaciones insuficientes y contradictorias desde que estalló el escándalo el 14 de febrero pasado.

Desde entonces, se han conocido muchas más evidencias de irregularidades comprometedoras. A pesar de que la jueza federal María Romilda Servini y el fiscal Eduardo Taiano sigan haciendo honor a su condición de especialistas en cronoterapia investigativa, en consonancia con los tiempos políticos y los humores sociales, para los que siempre han mostrado tener un exquisito olfato.

Para algunos, el ascenso de la corrupción a los primeros lugares de los temas que más preocupan a los argentinos, registrado por la mayoría de las encuestas, parece no ofrecerles la certeza de que es una nueva tendencia en la opinión pública.

Además de estas exhibiciones de consideración hacia el Gobierno, este jueves el sindicalismo cegetista hizo otro aporte a la felicidad oficialista con una nueva demostración de su crisis de representación. El tercer paro general contra Milei en solo 16 meses de gestión resultó una convocatoria bastante escuálida, a la que varios gremios se sumaron apenas simbólicamente.

La medida de fuerza, además, volvió a incomodar de forma transversal a un abanico de ciudadanos que quisieron continuar con sus rutinas, a pesar de los inconvenientes que causó la falta de transporte ferroviario y de subtes. Entre ellos se inscribieron muchos que no son oficialistas, sino que se han vuelto críticos de la gestión mileísta. Pero antes incluyen a la mayoría de los líderes de la CGT en el pasado que condenaron en las elecciones de 2023.

Hay pocos exponentes más representativos de “la casta” a la que Milei demonizó con enorme éxito que los dirigentes sindicales más conocidos. Tanto como para que el Gobierno se atreviera a hacer otra vez un uso abusivo de recursos del Estado para emitir mensajes destinados a deslegitimar la protesta sin temor a ningún reproche social significativo.

Las redes contra el paro

Hay evidencias que avalan esa presunción. Un seguimiento de las conversaciones en redes, entre el viernes pasado y ayer, hecho por la consultora Methodo, muestra que apenas el 0,53% de las interacciones se refirieron al paro general y de esas menciones el 79% fueron negativas, solo 12% positivos y 9% neutrales.

Ante esos números el director de la consultora, Patricio Hernández, señaló con ironía que “hasta el sindicalismo mostraba no tener capacidad para activar trabajadores, hoy mostró que tampoco los para”.

Similares evidencias surgen del relevamiento de la consultora Ad-hoc.: “Los primeros datos muestran bajo volumen en el ecosistema digital del paro general y un bajo nivel de impacto negativo para la imagen digital de Milei, que se refuerza por una presencia de palabras contrarias a los sindicalistas, como ‘parásitos’, que son propios del mileísmo”.

“Lo que también queda en evidencia es que Milei ya tiene otros problemas y eso se mantiene, pero esto no los empeora. Probablemente por la baja legitimidad de la CGT”, explica Javier Correa, director de Ad-Hoc.

De todas maneras, el Gobierno no debería relajarse ante esos comportamientos en las redes. Por ejemplo, según surge del relevamiento de Methodo, el tan anunciado y esperado acuerdo con el FMI disparó en el mismo período apenas el 1% de las conversaciones, las cuales se polarizaron al extremo: el 50% fueron de tono positivo y el 49% de signo negativo. Para bien o para mal, podría decir, la gente está en otra cosa, pero en algún momento, sobre todo en años electorales, la motivación política se activa estimulada por emociones que se han ido acumulando. Los antecesores de Milei, que sufrieron derrotas, podrían contarle sus experiencias.

Fractura y ocaso cristinista

Mientras tanto, el kirchnerismo y, más precisamente, el cristinismo aportó otro motivo de regocijo para el oficialismo, que inició la saga de noticias positivas.

La decisión de desdoblar y adelantar las elecciones bonaerenses respecto de las nacionales terminó por cortar el cordón umbilical que unía a Axel Kicillof con Cristina Kirchner y a enfrentarlo abiertamente con su hijo Máximo y lo que aún queda de La Cámpora, su brazo dirigencial y militante.

Por lo pronto, no han cesado los esfuerzos para que la fractura no se refleje en la oferta electoral y tanto los Kirchner como el siempre activo (en defensa propia) Sergio Massa buscan alguna prótesis, como mantener las PASO, para llegar a los comicios sin desmembrarse. Pero ya todos saben que nada volverá a ser como era. Y nadie sabe cómo seguirá en lo inmediato. Por lo pronto, es una incógnita todavía la forma en la que se organizarán y se controlarán los adelantados comicios bonaerenses, más aún si hay primarias.

“Lo peor es que no logramos explicárselo a nadie”. Esa frase podría ser la única coincidencia que se encuentra cuando se escucha a uno u otro sector. Inclusive importantes dirigentes del hasta ahora monolítico camporismo maximista se animan a manifestar malestar con sus referentes.

“Yo no voy a dejar de bancar a Cristina y a Máximo, pero estoy muy caliente con lo que se está haciendo. Todo mal. Le estamos regalando la cancha a Milei y en su momento más complicado. Para expresar mi bronca yo ya no había ido a la reunión del Consejo del PJ a la que convocó Cristina [el 24 de febrero pasado, dos días después del lanzamiento del espacio de Kicillof), así que imagínate como estoy ahora”, se le escuchó decir en estos días a un miembro fundador de La Cámpora.

El horizonte electoral ofrece demasiados motivos para justificar preocupaciones y enojos. La fragmentación del peronismo en tres en la inminente elección santafesina podría arrojar un arranque negro del calendario electoral.

Las elecciones de mayo (Chaco, Jujuy, Salta, San Luis y ciudad de Buenos Aires) solo ofrecen un motivo de ilusión para el peronismo en el caso porteño, donde sueñan con un triunfo del exradical Leandro Santoro.

Pero también da motivos para alimentar un temor profundo. Si en lugar de Santoro se impusiera el vocero presidencial Manuel Adorni ese sentimiento se transformarían en terror. La posibilidad de que, a partir de ese resultado, los libertarios coopten a Pro se volvería mucho más que probable, para conformar una oferta con altas chances de derrotar al kirchnerismo en su bastión. Dos de los cuatro distritos más poblados pintados de violeta serían una pesadilla para los kirchneristas, capaz de precipitar su definitivo ocaso.

Sin embargo, es muy temprano para llegar a conclusiones tan definitivas. También el mileísmo pone mucho en juego en estas elecciones intermedias. Está obligado a ganarlas para consolidar su proyecto. Los recuerdos de presidentes como Fernando de la Rúa y Alberto Fernández, cuyas fuerzas perdieron en sus primeras elecciones legislativas, no resultan estimulantes.

Por ahora, al Gobierno le queda disfrutar de las sonrisas que les surgieron con las ayuditas de los amigos y los enemigos. El índice de inflación y los detalles del acuerdo con el FMI definirán en qué medida las consolidan o las relativizan.

 

 

* Para La Nación

Ilustración Alfredo Sábat

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