





La provincia de Buenos Aires está repleta de sitios fascinantes, muchos de ellos abandonados, que son historia viva de lo que fue alguna vez el país y la zona. En ese sentido, al norte de la localidad de Punta Lara en el partido de Ensenada, se encuentran una mansión abandonada que impacta por su majestuosidad y estado actual.
Conocido como "Palacio Piria" se mantiene en pie desde hace 113 años y supo ser una de las más lujosas de la zona, recibiendo la visita de múltiples familias adineradas. Cómo nació y por qué un balneario insignia de Uruguay pudo haber estado allí.
Auge y caída del Palacio Piria
Durante las últimas décadas del siglo XIX, Luis Castells compró la estancia Punta Lara que, en aquella época, cubría una superficie de 4.887 hectáreas y se extendía desde el Parque Pereyra hasta el límite con el Río de la Plata. Pero al fallecer en 1897, no pudo avanzar con el proyecto. Su hijo, Luis Castells Uriburu, cumplió el sueño de su padre y diseñó una mansión única en la región, que se inauguró el 25 de mayo de 1910.
Para mediados de 1925 pasó a manos del uruguayo Francisco Piria y por el cual lleva su nombre actualmente. Este hombre es el mismo que fundó el balneario de Piriápolis en su país natal.
El lugar tenía todos los lujos: una fachada revestida en simil piedra, habitaciones revestidas en madera, tallada por artistas uruguayos y una sala de espejos adornada con espejos biselados.
Sumado a esto contaba con herrajes de bronce trabajados a mano, una doble escalinata de mármol en su entrada principal, que estaba sostenida por un total de 40 columnas, y esta tenía capilla propia que funcionó durante un corto periodo en el piso más alto.
El sueño truncado de Piria
El uruguayo era un estudioso de las ciencias herméticas y se consideraba un alquimista. A la propiedad le hizo curiosos arreglos: además del revestimiento en habitaciones y la sala central, mandó construir un cuarto secreto en el palacio, detrás de una biblioteca, donde instaló su taller de alquimia.
Auge y caída del Palacio Piria
Durante las últimas décadas del siglo XIX, Luis Castells compró la estancia Punta Lara que, en aquella época, cubría una superficie de 4.887 hectáreas y se extendía desde el Parque Pereyra hasta el límite con el Río de la Plata. Pero al fallecer en 1897, no pudo avanzar con el proyecto. Su hijo, Luis Castells Uriburu, cumplió el sueño de su padre y diseñó una mansión única en la región, que se inauguró el 25 de mayo de 1910.
Para mediados de 1925 pasó a manos del uruguayo Francisco Piria y por el cual lleva su nombre actualmente. Este hombre es el mismo que fundó el balneario de Piriápolis en su país natal.
El lugar tenía todos los lujos: una fachada revestida en simil piedra, habitaciones revestidas en madera, tallada por artistas uruguayos y una sala de espejos adornada con espejos biselados.
Sumado a esto contaba con herrajes de bronce trabajados a mano, una doble escalinata de mármol en su entrada principal, que estaba sostenida por un total de 40 columnas, y esta tenía capilla propia que funcionó durante un corto periodo en el piso más alto.
El actual estado del Palacio Piria. Foto: Instagram @marian0sobico
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El sueño truncado de Piria
El uruguayo era un estudioso de las ciencias herméticas y se consideraba un alquimista. A la propiedad le hizo curiosos arreglos: además del revestimiento en habitaciones y la sala central, mandó construir un cuarto secreto en el palacio, detrás de una biblioteca, donde instaló su taller de alquimia.
Francisco Piria, antiguo dueño del Palacio Piria
Piria intentó crear un balneario en la zona, modernizando las instalaciones de la mansión y hasta logró conectarla con La Plata mediante una línea del ferrocarril. Pero su proyecto nunca se concretó, abandonó el lugar en 1930 y regresó a Uruguay donde falleció tres años más tarde.
A partir de este momento, el Palacio Piria nunca más sirvió como una vivienda. En 2002 se integró en Patrimonio Cultural de la Provincia de Buenos Aires, recibiendo el título de Monumento Histórico aunque nunca se concretó un trabajo de restauración en el lugar teniendo un serio peligro de derrumbe.
Piria intentó crear un balneario en la zona, modernizando las instalaciones de la mansión y hasta logró conectarla con La Plata mediante una línea del ferrocarril. Pero su proyecto nunca se concretó, abandonó el lugar en 1930 y regresó a Uruguay donde falleció tres años más tarde.
A partir de este momento, el Palacio Piria nunca más sirvió como una vivienda. En 2002 se integró en Patrimonio Cultural de la Provincia de Buenos Aires, recibiendo el título de Monumento Histórico aunque nunca se concretó un trabajo de restauración en el lugar teniendo un serio peligro de derrumbe.
Fuente: Canal 26





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