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Sin margen para imponer su agenda, el Gobierno enfrenta el inicio del año electoral en modo reactivo

POLÍTICA Brenda Struminger*
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Después de conservar exitosamente la iniciativa durante la mayor parte del primer año de administración, el Gobierno no logra salir del modo reactivo desde hace semanas. Obligado a apagar incendios en los frentes más sensibles, el oficialismo aparece con nulo margen para marcar la agenda como hasta hace algunos meses, y pone todas las fichas en la economía. En particular, en la defensa del acuerdo con el FMI en el Congreso.

A la situación de minoría parlamentaria, que le complica reunir los votos para impulsar temas propios, se suman las evidencias de contactos entre altos funcionarios -empezando por Karina Milei- con el criptoactivo $LIBRA. Y las perspectivas son complicadas sobre el futuro de los nombramientos de los dos jueces que propuso Javier Milei para la Corte Suprema: un resultado adverso en la sesión proyectada para el jueves en el Senado se sumaría al revés de la votación del máximo tribunal sobre la licencia de Ariel Lijo, quince días atrás.

Además, se multiplicaron los coletazos por errores en la reacción del Presidente y sus funcionarios ante eventos desafortunados, como la tragedia en Bahía Blanca, a donde el Presidente tardó seis días en asistir personalmente tras muchas vueltas internas y versiones cruzadas. O fabricados con fines políticos por la oposición dura, como el copamiento de grupos violentos de la manifestación de jubilados. Ahora se aproxima otra protesta que preocupa al Gobierno, para el miércoles que viene. Sopesan si cabe redoblar la apuesta y repetir las características del operativo desplegado hace cinco días, o bien recalcular y bajar los humos.

Adicionalmente, la CGT proyecta un paro general para dentro de un mes. Francos habló con algunos sindicalistas dialoguistas -como Gerardo Martínez- para empezar a acercar posiciones con vistas a desactivarlo, pero si el clima político se complica para el Gobierno, poco podrá hacer la espada consensuadora de Milei para suspenderlo.

El contexto adverso en varios temas delicados obliga a la Casa Rosada a calcular cada movimiento milímetro por milímetro. Ayer anunciaron una baja de impuestos en la importación de productos textiles, la primera medida de relativo impacto después de varias semanas. Sin espacio para empujar grandes temas, Adorni bajó a una vez por semana sus conferencias de prensa. Y hace tiempo que no se organizan ruedas de prensa de los ministros para hacer anuncios de peso desde el mismo escenario, como ocurría hasta hace poco.

Existe un grado de conciencia y reconocimiento sobre el mal momento que atraviesa Balcarce 50, donde se encuentran en estado de alerta y denuncian, preventivamente, un intento de desestabilización.

Después de las críticas por la falta de reacción del Presidente por la tragedia de Bahía Blanca, la alarma más reciente se despertó la marcha de jubilados que resultó en disturbios por el copamiento de grupos violentos y una sobreactuación de Patricia Bullrich, en su cruzada por mostrarse en modo duro.

Si bien en el oficialismo, a grandes rasgos, creen que desde el punto de vista político ganaron la batalla discursiva el miércoles, la reacción de Bullrich en las primeras horas después de los incidentes produjo ruidos internos y generó dudas sobre la posibilidad de que se hayan despertado pruritos con el Gobierno entre los indecisos que se volcaron por Milei con desconfianza en el ballotage de 2023.

El Presidente se plantó para defender a su ministra, primero en X, y después en su discurso en Expoagro. Nadie duda de que la primera plana cerrará filas sin matices. Pero entre el jueves por la noche y el viernes, segundas líneas salieron a aclarar sus declaraciones, e incluso a relativizarlas o contradecirlas. Fernando Soto, que responde a la ministra desde la Dirección de Normativa y Enlace Judicial, se diferenció en una entrevista con A24 el jueves de las apreciaciones de Bullrich sobre la ideología del fotógrafo gravemente herido, Pablo Grillo. No lo dijo abiertamente, pero mostró cierto grado de arrepentimiento de parte del Gobierno. Aunque no hay chances de que la Policía Federal abra un sumario interno, en off, algunos funcionarios creen que esos dichos, entre otros, representaron tiros en los pies.

Daban una respuesta similar ante los señalamientos por el daño autoinflingido que provocaron las imágenes de las riñas entre los propios libertarios en el Congreso durante el debate en el recinto el mismo miércoles, con Oscar Zago, Lilia Lemoine, Lisandro Almirón y Rocío Bonacci en el centro de la trifulca. Fue una más de las actuaciones de los diputados que ponen colorados a todos en la Casa de Gobierno. “Qué le vamos a hacer, es lo de siempre, es lo que hay”, se resignaron en el Palacio. En este caso, también el jefe de Gabinete apeló a sus dotes dialoguistas y llamó al presidente de la Cámara baja, Martín Menem para ver si lograba aportar para ordenar a la tropa, mientras Zago salía en todos los canales de TV a explicar sus agresiones físicas a Almirón.

La rendición ante las circunstancias se extiende al armado de listas. Los libertarios proyectan una mayor presencia violeta en el Congreso a partir de diciembre, pero temen que se escoja para integrar las listas a similares “impresentables”, como llaman por lo bajo a ciertos legisladores nacionales en la Casa Rosada. Se encogen de hombros: admiten que es un hecho, a pesar de las disconformidades subterráneas, que Karina Milei volverá a tener la lapicera. “Ya lo hizo así una vez, nada indica que ahora vaya a ser diferente”, dijeron, y evidenciaron la falta de confianza en la calidad del filtro de futuros candidatos.

En este escenario adverso, los jefes violetas decidieron empezar de todas formas con la campaña. Milei se mostró con sus dirigentes candidateables, Adorni, Bullrich y José Luis Espert, el viernes. Y Karina Milei retomará los actos que había frenado en la Ciudad -faltan dos semanas para el cierre de alianzas y dos meses para los comicios a nivel local- y las visitas que había postergado para no ofender durante el peor momento de Bahía Blanca -en principio primero irá a Tucumán-.

Mientras tanto, después de los picos de protagonismo que tuvo en las últimas semanas, Santiago Caputo volvió a las sombras y bajó el perfil. Se corrió de la primera plana, aunque trabajó codo a codo en los momentos de zozobra con el Presidente, que a su vez, volvió a darle una señal de respaldo público al citar una frase que el asesor había volcado el día anterior en su cuenta anónima en X para defender el operativo de seguridad del miércoles. De todas formas, arrecian una vez más los insistentes rumores de descontento de parte de Karina Milei por los gaffes del consultor en la Asamblea Legislativa y en la entrevista del Presidente con TN.

En el Gobierno, a pesar de todo, siempre se muestran convencidos de que lo más importante es la economía, y esta semana sostenían que en ese terreno estarán airosos el 26 de octubre. Con excepción de la ley de Barras, no hay perspectivas de giro de grandes proyectos al Congreso y la cúpula libertaria apuesta todas sus fichas a defender el DNU que enviará con el acuerdo con el FMI. Dicen que de ese desembolso, que les permitirá sostener la política económica, depende el futuro libertario, y minimizan el resto de los temas que copan la conversación, a pesar de que la amenaza de que sus errores, forzados o no, puedan socavar la base del La Libertad Avanza en las próximas elecciones.

 

 

* Para www.infobae.com

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