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El Santiago Bernabéu y su museo: un golazo todos los días

DEPORTES Gustavo Farías*
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Un desprevenido o alguien ajeno a la cartelera futbolística bien podría suponer que se trata de una clásica tarde de fútbol español. Sobre una de las puertas de acceso al Santiago Bernabéu, con su imponente anillo, una hilera de 50 metros de cola enfila hacia la boletería. La imagen, dicen, se repite todos los días desde la mañana temprano, en un peregrinar incesante de aficionados y de turistas que se acercan a uno de los estadios de mayor historia del fútbol mundial.

Pero no hay partido. Se trata del Classic Tour Bernabéu, una visita que en el club merengue promocionan con el lema de “siente cómo tus emociones entran en juego”.

¿De qué se trata? De la visita al Museo del Club y de la vivencia de conocer el estadio por dentro, una oferta ineludible para cualquier amante del fútbol, más allá de que sea hincha o no del equipo madrileño. Y el negocio es monumental, sin necesidad de tener buenos resultados en la cancha o de liderar la tabla de posiciones de la Liga.

Es que la entrada tiene un valor de 38 euros (57 mil pesos argentinos) y son varios miles los que concurren por día a realizar la experiencia, donde además el visitante puede dejar otros cuantos billetes tras fotografiarse virtualmente con el jugador que desee antes de finalizar el tour por la tienda del club.

Claro que para semejante fenómeno el Real Madrid no se anduvo con chiquitas a la hora de invertir para conformar su oferta integral del estadio: 1.200 millones de euros, algo más que los 893 millones previstos en un principio, pero que se compensan holgadamente gracias a los casi dos millones de visitantes que reciben al año solamente por concepto del museo.

 
Los números son claros y contundentes. La actividad relacionada con el primer equipo de fútbol se reduce a 86 días, por lo cual le quedan libres más de 250 días al año para convertir al campo de juego en una gigantesca feria o realizar convenciones, grandes conciertos y eventos de otros deportes.

El estadio, techado por completo, es una joyita arquitectónica, con un piso que se adapta a cualquier necesidad. Durante nuestra visita, se trabajaba en levantar los paneles utilizados en los recitales de Karol G, mientras se volvía a colocar el césped natural que quedó guardado en niveles subterráneos, con sistema de riego, tratamiento ultravioletas, ventilación, luz y todo lo imaginable para su correcta conservación.

Pero no todo brilla como el oro. Al margen de algún reclamo por irregularidades del césped, el club debió atender a un contundentre reclamo de vecinos por los ruidos que produce cada convocatoria. Por ello se trabajó en la insonorización, con lonas acústicas absorbentes que mejoraron la calidad de vida de los reclamantes. Otro gasto extra.

El museo
 
Año a año, el museo impacta por el buen gusto y la presentación de cada una de sus piezas. Claro que el salón de trofeos es impactante y allí se destaca el enorme palmarés internacional del club. La foto con la última Champions es un chiche para el visitante, que puede posar al lado de ella, a cambio de otros 25 euros. Y si usted tiene un bolsillo generoso, por otros 25 puede elegir con cuál jugador quiere retratarse, usando de fondo la inmensidad del Bernabéu. A esa altura, ya ha oblado 88 euros y todavía le resta pasar por la tienda oficial, donde se ofrece un abanico interminable de artículos, y una camiseta, por ejemplo, cuesta 100 euros.

Cada paso mueve al asombro, con alarde de perfección y ostentación, aunque para quienes disfrutamos de la originalidad de las piezas, podemos sentirnos algo decepcionados de saber que el número de réplicas es bastante importante.

 
No hace falta aclarar que la figura más destacada a lo largo del tour es el argentino Alfredo Di Stéfano, pilar fundamental del crecimiento del club. Su carrera está detallada desde sus orígenes en River y una de sus numerosas frases ocupa un lugar preferencial sobre una de las paredes dedicadas a “la Saeta Rubia”. En medio de pantallas gigantes, microcines y sitios interactivos, se lee su célebre cita de “ningún jugador es tan bueno como todos juntos”.

Pero no todo es fútbol. El básquetbol, otra de las disciplinas destacadas, cuenta con su buen espacio, y desde una de sus paredes, en tamaño original, una pantalla de alta definición nos presenta al cordobés Facundo Campazzo y al santiagueño Gabriel Deck, como si ambos estuvieran al lado de uno para posar juntos en una selfi.

Los recuerdos se suceden con artículos de toda época, aunque como suele ocurrir en estos casos, siempre hay omisiones indisimulables, como la de nuestro Carlos “Chupete” Guerini, fallecido recientemente y tres veces ganador de la Liga Española. ¿Ingratitud? Difícil imaginar eso. Más bien puede pensarse que la historia del Merengue es tan grande que no hay lugar para albergar tanta gloria.

*Para La Voz

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