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La insoportable inseguridad de Córdoba

POLÍTICA 26/01/2023 Agencia de Noticias del Interior Agencia de Noticias del Interior
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Tres cosas básicamente se piden en muchos, muchos barrios de Córdoba. Primero, que la Policía patrulle de verdad. Segundo, que no se robe tanto. Tercero, que en las unidades judiciales, que funcionan en las comisarías y que dependen de la Justicia, haya atención en serio.

Ya el atrapar a los ladrones y el recuperar las cosas robadas parecieran haber quedado en segundo plano entre las exigencias vecinales en tantos barrios.

 
El delito se puso feo en Córdoba. Se volvió cosa seria. Para peor, las respuestas parecen estar bien lejanas. Tan lejanas que, podría decirse, no se ven ni en el largo plazo.

El silencio de muchos de los que deben dar respuestas ya aturde.

En contraposición, los reclamos vecinales no paran de aumentar. Lo que eran marchas y protestas vecinales aisladas en la Capital ahora se han vuelto una constante. Cada semana, decenas de vecinas y de vecinos hartos de todo salen a eso: a pedir que la Policía reaparezca, a reclamar que no se robe tanto y a exigir que las denuncias sean tomadas en serio.

Ya no se pide mucho más.

La nueva normalidad, tras la pandemia, trajo un resurgir de la inseguridad. Las cifras del delito no han parado de aumentar, sostenerse y potenciarse.

Llama la atención que, contrariamente a lo que se venía haciendo, en la Provincia ya no se blanquean cifras delictivas. ¿Tan mal estamos, acaso?

El último informe del Observatorio del Delito, dependiente del Ministerio de Gobierno y Seguridad, fue en marzo de 2022. Y ya era preocupante.

En ese estudio se dejaba ver que en 2021 se habían denunciado nueve robos por hora en toda la provincia, mientras que en 2020 eran ocho ilícitos por hora.

Las cifras totales de 2022 aún no se difundieron.

A su vez, el último informe del Ministerio de Seguridad de la Nación ubicó alto a Córdoba en el mapeo de los distritos inseguros del país. La provincia quedó en cuarto lugar. Ese informe se basa sólo en las denuncias de las víctimas de delitos. ¿Cuánta gente no denuncia?

¿Y qué se ve en Córdoba? Lo de siempre. De todo. Y pareciera que más.

En las calles, en sus noches, en sus madrugadas, en sus siestas desoladas, conviven las bandas que aprendieron a dar golpes comando en fábricas; las bandas especializadas en asaltar familias ya sea en barrios privados o en barriadas que parecen liberadas; los que cometen entraderas, los que hacen salideras, los que saquean negocios, los que entran a los edificios, los que cometen ataques “piraña” y los que meten emboscadas a los que salen con plata de un banco o de un comercio.

Y están los que aprendieron e hicieron un posgrado en aquello de robar ruedas, ya sea con inhibidores de alarmas o reventando ventanillas o directamente levantando un auto con sus brazos.

Y están los motochoros. Nadie sabe de dónde salieron tantos. Hablamos de delincuentes que aprendieron aquello de calzarse un “fierro”, trepar a una moto con un cómplice para salir a transitar calles y avenidas con el fin de atacar al que se cruce.

Parecieran robar a propósito donde hay cámaras de seguridad de hogares.

Los muertos y los heridos por motochoros conforman un extenso listado en Córdoba desde hace largo tiempo.

Mientras tanto, hay comisarios que aún mandan a controlar albañiles o a empleadas del servicio doméstico cuando vuelven de trabajar en sus motos en puentes o frente a shoppings. Como si eso fuera efectividad.

Cuatro meses llevan las nuevas autoridades de seguridad de la provincia. El hecho de que en muchos barrios no conozcan ni sus voces, ni sus rostros, ni sus explicaciones de lo que está pasando podría ser hasta anecdótico, si es que hubiera un plan a mediano o a largo plazo.

Pero ahí está el problema.

El delito pareciera haber puesto quinta en Córdoba y no se conoce una idea, un plan concreto, un proyecto para intentar revertir la situación. Sabido es que al delito no se le gana: apenas, se puede intentar no perder por tanta goleada.

A todo esto, en algunos barrios hay curiosos condicionamientos pese a la idea de policía de proximidad. Para lograr que un funcionario se encuentre con vecinos que reclaman seguridad, hay que cumplir una cosa: a la reunión no deben ir más de “cinco o seis” frentistas.

Fuente: La Voz

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