Talleres le dio un verdadero "baile" a Belgrano en un clásico para la historia

El clásico 400 no fue un clásico más. Ningún Belgrano-Talleres, Talleres-Belgrano lo es, así sea un amistoso de pretemporada. Enfrentarse 400 veces en su historia merece una mención especial. Hasta haciendo numerología encontramos un significado peculiar. El cuatro nos refiere al “trabajo duro, esfuerzos, responsabilidad, paciencia, construir bases sólidas para el futuro”, lo que ambos clubes vienen realizando desde hace varios años. El cero, por su parte, nos inclina hacia “la energía, los finales y los comienzos, los ciclos y la unidad”.

El de anoche en el Kempes no se olvidará rápido, más allá de no ser oficial. Si bien habrá otro por la Liga Profesional, como mínimo, el encuentro de ayer volvió a encontrar a Piratas y Matadores en primera división. Y con el triunfo 3-0 del Albiazul, el historial se pone igualado en 133 encuentros ganados por bando. Pizzini, Garro y Buffarini sellaron su nombre en la noche tallarín.

Fue la prueba final de cara al inicio del torneo. Lo que en teatro llaman el “gran escenario”, para medirse, probarse y sobrellevar presiones. Un estadio repleto, dos hinchadas cantando los 90 minutos, es un marco ideal para empezar a testear la personalidad de los equipos. El día acompañó con una temperatura ideal para jugar al fútbol. El calor estuvo en el ambiente y en las tribunas. Más de 50 mil espectadores que evaluaron por primera vez a sus jugadores en el año. Los nuevos, los “viejos”, los que tienen que demostrar y los que ya se ganaron el cariño. Para todos ellos hubo momentos y la gente es, como siempre en estos casos, el “supremo” que va eligiendo a sus preferidos.

Mitad celeste, mitad azul y blanco, y otro ejemplo que Córdoba está para los grandes eventos.Los cantos cruzados arrancaron desde temprano, cuando las tribunas se iban llenando de a poco. Cantos de un lado, respuestas de otro. Banderas, bombos y hasta bombas de estruendo que sacudían la modorra de algún distraído. En el momento de la entrada en calor, la temperatura empezó a subir y ya el partido se vivía sin siquiera haber sonado el pitazo inicial. No había silencios, la locura era total y quedaban por delante 90 minutos a pura pasión.

En el aplausómetro, cuando la voz del estadio nombró a los jugadores, por el lado de Belgrano resaltaron Zapelli, Losada y Vegetti, mientras que en Talleres Nahuel Bustos, Valoyes y Herrera fueron los más ovacionados. La salida fue de Champions League, con los papelitos, fuegos artificiales, el grito ensordecedor de los hinchas y un clima casi de final. Así se vivía el clásico y dentro de la cancha toda esa energía se sentía. Hubo un homenaje a Pelé, que la gente acompañó con aplausos y un reconocimiento a la selección por su consagración en Qatar.

 
Cuando sonó el silbato, adentro fue una verdadera final. El ritmo fue infernal los primeros 45 minutos en los dos equipos. No se regaló nada, la táctica quedó por momentos de lado y el espectáculo alimentó a las más de 50 mil almas. Golazos, como el de Pizzini y el de Garro, atajadas, lujos, patadas y hasta tumultos. Los 45 minutos iniciales tuvieron todo los condimentos, con un Talleres superior desde el 1-0 y avasallante desde lo emocional. La nota negativa fue la lesión de Ortigoza en el Pirata, que hasta el momento venía muy bien en el juego.

En el complemento la intensidad se mantuvo, Talleres dominó los momentos y el Pirata no supo cómo entrar. Llegaron los cambios, las pruebas y las variantes, pero el trámite no mutó. El Matador contó con las más claras y nunca sufrió o vio en riesgo su resultado. Buffarini de penal le puso el broche de oro al partido.

 
La fiesta la pusieron también ganadores y derrotados. De afuera hacia adentro y de adentro hacia afuera durante 90 minutos. En Belgrano saben que el resultado duele y que aún queda mucho por corregir de cara al inicio. En Talleres las sensaciones son inmejorables. Y aunque la moneda cayó de un sólo lado, la noche del Kempes fue completa y es un clásico más para los libros de historia.

Con información de La Voz