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Sin horizonte

A Alberto Fernández no sólo se le complicaron la salud pública y la economía. Tiene problemas con el futuro. ¿A dónde pretende llegar por el actual camino?

OPINIÓN 01/07/2020 SERGIO CRIVELLI
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A Alberto Fernández no sólo se le complicaron la salud pública y la economía. Tiene problemas con el futuro. ¿A dónde pretende llegar por el actual camino?­

Es un político profesional y sabe que una de las claves del oficio consiste en vender futuro. Más aún en tiempo de dificultades. Sin embargo, se aferra desde hace 100 días a una decisión terminal: el encierro de la mitad de la población al costo de una devastación económica. Más allá no se ve nada. Vive en presente continuo y para sostener semejante utopía recurre a una campaña de temor, parálisis y resignación. Quien debe infundir esperanza generó una situación sin horizonte mientras se expande el descontento.­

Si lo único que se le ocurre para enfrentar la peste es el encierro, el futuro presenta dos alternativas: o el AMBA termina convirtiéndose en una extensa urbe fantasmal o la desobediencia espontánea traerá violencia. La utopía desembocará en una distopía. El confinamiento voluntario y pacífico tiene un límite. La propaganda oficial, también.­

Las encuestas muestran que el presidente ha perdido apoyo. El "éxito" inicial se deterioró por actitudes que provocaron dudas sobre su capacidad de gestión: pronósticos errados, salidas de tono ante el disenso, marchas y contramarchas, decisiones postergadas una y otra vez y la desconfianza sobre el real alcance de su poder frente al de Cristina Kirchner. Estos factores negativos erosionan tanto su credibilidad como las expectativas económicas.­

El cuadro se agrava por el partisanismo que está en los genes del PJ y que potencia el miedo a un nuevo fracaso. La intolerancia y la agresividad desde el poder contagian a los militantes. Estos reproducen los desplantes e intimidaciones de quienes deberían practicar la prudencia porque manejan el aparato represivo del Estado.­

A ese mal clima se ha sumado un conflicto entre oficialismo y oposición que daña la institucionalidad: la disputa en el Senado por la creación de una comisión investigadora. La raíz del problema está en la ruptura del acuerdo para funcionar durante la pandemia. Hubo consenso en que la agenda se limitaría a temas ligados al Covid, pero a poco de andar la presidenta de la Cámara resolvió ignorarlo.­

El presidente y la vice tienen preocupaciones distintas. Ella parece embarcada en una campaña de autorreivindicación que incluye una ofensiva contra las principales figuras del gobierno anterior. Al principio el presidente buscó colaboración opositora para enfrentar la crisis, pero ya no está en condiciones de fijar las reglas del juego. Como en materia sanitaria o económica, su margen de acción se estrecha día a día. Estas tribulaciones recomiendan que, por lo menos, intente infundir confianza en el futuro inmediato, pero tampoco lo logra. Muestra un solo registro: ha hecho del temor su principal herramienta para controlar el poder, pero llegó la hora de cambiarla porque la falta de horizonte la esterilizará en el corto plazo.

Para La Prensa

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