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El Gobierno refuerza la división de roles para evitar roces durante las crisis y en la previa de las elecciones

POLÍTICA Brenda Struminger*
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El Gobierno profundizó la división de tareas en las últimas semanas. Ante la inminencia de las elecciones, en medio de la tormenta por el caso $LIBRA, los reveses en la Corte, las discusiones en el Congreso y luego de una saga de errores no forzados, en la cúpula libertaria intentan reducir al mínimo los roces internos para no sumar fallas a la gestión de crisis.

Karina Milei y Santiago Caputo firmaron un acuerdo de paz para no superponerse, donde el asesor procura no inmiscuirse en donde considera que no es requerido, pero mantiene cierta libertad en los asuntos que la secretaria general, por ahora, no tiene mayor interés. “Santiago se plegó a lo que ella diga. No le quedó otra, se entiende”, dijo un libertario de la primera hora.

Santiago Caputo dejó de intervenir directamente en las discusiones políticas con el Congreso y disminuyó aún más su intervención en la pata electoral. Ambas quedaron en manos, exclusivamente, de Karina Milei y sus asesores: Martín y Lule Menem. Ella arma con Pilar Ramírez las listas porteñas; con el presidente de la Cámara y su secretario, las nóminas en el interior.

El asesor trabaja, dicen en Gobierno, en “cuestiones operativas”, que abarca un amplio espectro de la administración, y que puede ir desde su habitual injerencia en el Ministerio de Justicia, la Secretaría de Inteligencia (SIDE) y las privatizaciones de sociedades del Estado, a cualquier otra cartera donde se requiera una coordinación o una decisión de talla, pero no tanto como para que el Presidente se involucre de manera directa.

“Trabaja a demanda, donde lo necesitan”, resumen en Balcarce 50. En otras palabras: “No se mete donde no lo llaman”, dijo un asesor. En particular “no gusta” que opine sobre las elecciones, cuentan en las Fuerzas del Cielo. Sólo lo hace cuando se lo piden específicamente, a pesar de que el proselitismo es el área de principal expertise de Caputo. La agrupación de Caputo, donde tiene el mayor liderazgo interno Daniel Parisini, alias “el Gordo Dan” en X, tendrá poco o nulo espacio en las boletas. “No lo pedimos, no lo queremos. Somos los guardianes del relato”, dicen en el grupo, ávidos por distanciarse de La Cámpora.

E intentan dar por tierra los rumores de que “Dan” será candidato. “No creo”. “No quiere”. “Sirve donde está”, dicen con seguridad en lo alto del grupo. Resienten un poco esas “operaciones”. “Hay mucha intensidad, estamos cerca del cierre de listas (en CABA, el 29) y se realzan las miserias de todos”, dijeron.

Caputo actuó justamente como “fixer a demanda” esta semana. Después del caos de la marcha de jubilados, el consultor reunió Bullrich y los jefes de la SIDE, Transporte y Justicia para visualizar de manera amplia el operativo transversal y evitar nuevos tropiezos.

Guillermo Francos, que es, en rigor, el ministro coordinador, no tuvo ningún rol en ese asunto. Tampoco se mete con el tema judicial, especialmente con las negociaciones para nombrar a Ariel Lijo y Garcia Mansilla -ese área sí es exclusiva de Caputo-. Ni en el armado de listas o la negociación con PRO. El jefe de Gabinete sí se ocupa de poner la cara por el Gobierno ante los medios en momentos difíciles -salió más que nunca a hablar durante los últimos diez días-; de negociar con los gremios en ocasiones puntuales -por caso, por el anuncio del paro nacional para el 10 de abril su agenda tomó otro color-. Y actúa como facilitador de vínculos en casos puntuales: por ejemplo, en los contactos en los picos de las peleas con Villarruel, o inclusive -otrora- con Mauricio Macri.

Los Menem tienen cada vez mayor relevancia a medida que toman centralidad los comicios. Y su poderío quedó en evidencia en el blindaje interno que tuvieron a pesar de los fuertes ruidos que se generaron en las dos últimas sesiones de la Cámara baja, cuando la tropa libertaria que debería estar encargado de controlar se desató, sin contención alguna.

Después de una semana caliente por la suba del dólar y el temor a repetir fallas en el operativo de seguridad en la marcha del miércoles, en la reunión de Gabinete del viernes por la mañana Javier Milei arengó a su tropa de funcionarios, volvió a respaldar a Patricia Bullrich, y le dio apoyo frente al resto de los ministros al presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, por la aprobación del DNU con el acuerdo con el FMI.

Según pudo reconstruir Infobae, no hubo autocrítica, sino una búsqueda de chivos expiatorios externos. Así, junto a sus principales funcionarios hicieron un “análisis” de la cobertura de los medios de comunicación sobre el operativo de seguridad durante la marcha del miércoles contra el Gobierno. En tono crítico, según dejaron trascender en la Casa Rosada. “Por donde vieras, parecía que estaba todo mal, nos reímos un poco, intercambiamos sobre eso”, contó un despreocupado funcionario de alto rango .

Más allá de la falta de reconocimiento, la mea culpa se cristalizó lo cambios de todo tipo que aplicó el Gobierno entre la primera y la segunda marcha de jubilados. A posteriori, incluso se solidarizaron con dos periodistas que habían sido heridos, a pesar de que una semana antes Patricia Bullrich había insinuado que el fotógrafo Pablo Grillo tenía cierto grado de responsabilidad por la severa herida que sufrió en la cabeza, basada en su ideología.

 

 

* Para www.infoae.com

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