El gremio que nuclea a los municipales de Córdoba anunció ayer, a través de sus redes sociales, lo que horas antes había anticipado en los grupos de WhatsApp de sus delegados: el Suoem pone en pausa las hostilidades y levanta las asambleas de dos horas por turno, que repuso apenas una semana después de firmar la última paritaria con el Palacio 6 de Julio.
El motivo para retomar las medidas de fuerza fue, entonces, la denuncia de que el Ejecutivo había faltado a su palabra, manteniendo congelada la carrera administrativa de los agentes y negándose a conceder contratos a parte de los becarios y monotributistas que pueblan las distintas reparticiones municipales.
Ahora, un mes después de retomar las asambleas, el gremio vuelve a aceptar una tregua con el Palacio 6 de Julio, aunque –al menos en apariencia- sin reclamar garantías. Todo lo que el municipio ofrece y el sindicato acepta es un nuevo compromiso. Ningún aspecto de lo acordado tiene efectos prácticos inmediatos.
Para sellar la tregua, el municipio prometió al Suoem empezar a negociar, a partir de hoy, una nueva paritaria; descongelar, en febrero, la carrera administrativa para los agentes que esperaban promocionar en 2023; y el compromiso de pase a contrato de los becarios que ingresaron al municipio durante 2020, que tendría lugar en marzo.
El primer punto –a saber, retomar las negociaciones para un nuevo tramo de la paritaria- estaba fijado en el acta que el sindicato y el Ejecutivo rubricaron a principios de diciembre ante las autoridades del ministerio de Trabajo. Los dos restantes, están directamente relacionados con los motivos que habrían llevado al gremio a romper la paz firmada en Trabajo apenas una semana después.
Para conseguirlo, el Suoem mantuvo asambleas de dos horas por turno a lo largo de las últimas cinco semanas. Aunque, a diferencia de lo que sucedió en el primer tramo del conflicto, no ordenó a sus bases apegarse al “quite de colaboración”. En otras palabras, los municipales acompañaron la protesta sin dejar de marcar “horas módulo” (horas extra). La ciudad financió la protesta del gremio.
En cuanto al descongelamiento de la carrera administrativa, cuesta creer que sea una motivación real del sindicato. Los puestos jerárquicos son, en la mayoría de los casos, ocupados por interinos. Es decir, por agentes municipales que, sin haber concursado su puesto, son llevados a él provisoriamente. Y aunque nadie en su sano juicio pondría las manos en el fuego por la transparencia de los concursos municipales, mantener a los puestos jerárquicos ocupados por interinos es mantenerlos en el terreno de la discrecionalidad. Léase, en los márgenes más fértiles para que florezcan los acuerdos entre cualquier sindicato y cualquier empleador.
En relación al pase a contrato de los becarios que ingresaron al municipio en 2020, poco se ha dicho. El sindicato ha preferido, hasta el momento, no dar números –ni mucho menos nombres- respecto de cuántos y cuáles serían los beneficiarios del acuerdo. Sin embargo, cabe una observación.
El 2020 no fue el período en el que más creció esta modalidad de contratación. Sumido en un extenso conflicto con el gremio, que incluyó -entre muchos otros capítulos- el achique de la jornada municipal, el Ejecutivo no se apoyó, en el año de la pandemia, en los becarios, sino en los servidores urbanos. Integrantes de cooperativas que recibían un beneficio del municipio a cambio de poner a disposición su fuerza de trabajo durante jornadas de cuatro horas diarias. Un andamiaje legal que le permitió al Municipio contar con mano de obra ajena a los designios del Suoem sin asumir el costo de poner a miles de “chalecos celestes” en el primer peldaño de la escalera hacia la ansiada estabilidad.
Con el acuerdo comunicado por el gremio, Passerini consigue desactivar un reclamo del Suoem que, a pesar de su baja intensidad, no deja de representar un escollo para la puesta a punto de la gestión en el electoral 2025.
CON INFORMACION DE DIARIO ALFIL.