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Deuda, inflación, jubilaciones: la triple corona de 3 años de gestión económica de Alberto Fernández

POLÍTICA 26/12/2022 Sergio Serrichio*
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“Además del presidente de las Tres Copas, soy el presidente -desde Néstor hasta acá- que hizo crecer a la Argentina durante tres años consecutivos, en medio de todo lo que nos pasó”.

Tales las declaraciones del presidente Alberto Fernández el día después de que el plantel de la Selección que venía de ganar el Mundial de Fútbol rehusó el convite a visitarlo y saludar a la multitud desde los balcones de la Casa Rosada, para no contaminar políticamente el momento de unánime felicidad nacional por el logro de los “… muchaaachos…” en Qatar 2022.

El Presidente no solo se atribuyó, cual si fuera un mérito, la contemporaneidad de su mandato con los triunfos de la Selección en la Copa América 2021 (contra Brasil y en el Maracaná), la Finalissima (contra Italia, ganador de la Eurocopa del mismo año, en Wembley) y el reciente Mundial. También adelantó un año el almanaque, pues de los 3 años que lleva de gestión, en el primero, 2020, marcado por la pandemia, la economía se contrajo 9,9%, el 2023, supuesto tercer año al hilo de crecimiento fernandeziano, aún no empezó, y los dos últimos datos del Estimador Mensual de Actividad Económica del Indec (EMAE, el indicador oficial más cercano al rumbo del PBI) dieron negativo.

En sus primeros 3 años de gestión, sin embargo, el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner (más allá de malquerencias, presidente y vice) sí acreditan una Triple Corona: la inflación más alta en más de 30 años, la corrosión del poder adquisitivo de las jubilaciones y un crecimiento explosivo de la deuda pública, todas variables que dependen de modo bastante directo de la política económica y a su vez inciden en la evolución de indicadores que tampoco dan para jactancias, como la tasa de pobreza.

Precios

Con los datos de inflación y los niveles de precios que informó el Indec, al 30 de noviembre último, el Gobierno acumuló en sus primeros 36 meses una inflación del 295,1%, a menos de dos puntos del 296,8% acumulado en 48 meses de gestión macrista. Bastará con una suba de apenas 0,4% en diciembre para superar esa marca.

El 4,9% de inflación minorista de noviembre asustaría en un país normal pero fue una buena noticia si se tiene en cuenta que la de julio había sido del 7,4% y en los 3 meses posteriores se mantuvo arriba del 6 por ciento.

La inflación interanual fue del 92,4%, la acumulada enero-noviembre 85,3% y el índice precios mayoristas del mes pasado (6,3%) le mete presión al dato minorista de este mes. Cerrará así en más del 95%; el “éxito” consistiría en evitar un guarismo de 3 dígitos porcentuales en el tercer año de presidencia.

Una medida más “de changuito” del desempeño en materia inflacionaria es considerar las variaciones de una lista de bienes básicos de los que, mes a mes, el Indec suministra los precios promedio.

Según datos oficiales, desde que Alberto Fernández asumió la presidencia hasta el 30 de noviembre pasado el precio del kilo de papas pasó de $28,35 a $206,65 (629% de aumento), el del kilo de azúcar de $43,12 a $254,41 (490%), el de la botella de litro y medio de aceite de girasol de $130,25 a $727,68 (456%), el de la docena de huevos de $87,83 a $396,5 (351%), el del jabón de tocador de 125 gramos de $36,08 a $162,05 (349%), el del litro de leche en sachet de $50,04 a $210,21 (320%), el de la carne de pollo de $101,8 a $426,8 (319%) y el de la carne vacuna picada (que en noviembre descendió) de $168,39 a $704,96 (318 por ciento).

En ingesta cárnica el Gobierno puede mostrar un doble récord: la de carne vacuna cayó al equivalente promedio de 47 kilos anuales por habitante, el dato más bajo del que se tenga registro, y por primera vez fue alcanzada por la de pollo, pese a que los precios aumentaron casi lo mismo. Raro logro para un Presidente que prometía “la vuelta del asado”.

El producto básico que menos aumentó fue el arroz (216%) y los demás tuvieron aumentos de entre 221% y 284%, como el caso del pan, cuyo precio promedio para el Gran Buenos Aires el Indec lista a $407, aunque en las panaderías porteñas es arduo conseguir por menos de $500 el kilo.

Básicamente, en 36 meses los precios en promedio se cuadruplicaron y el peso perdió el 75% del valor que tenía en el amanecer del actual gobierno.

Situación previsional

En una de las promesas más decisivas de la campaña electoral 2019, el 29 de julio de ese año, a menos de dos semanas de las PASO que anticiparían el resultado de la elección presidencial, Alberto Fernández aseguró que de ganar aumentaría de inmediato entre 15% y 20% las jubilaciones y los salarios para “encender la economía”.

Lo financiaría, explicó, reduciendo los intereses que el Banco Central pagaba por las Letras de Liquidez (Leliq).

Llegado al gobierno, una de sus primeras iniciativas fue la derogación de la Ley 27.426, de “movilidad jubilatoria”, sancionada en diciembre de 2017, de actualización trimestral de haberes (hasta entonces, era semestral) mediante una fórmula que tomaba 70% de la inflación minorista y 30% de la evolución del salario promedio del sector formal (Ripte).

A lo largo de 2020 dispuso subas por decreto y “bonos” para las jubilaciones más bajas y desde 2021 aplicó la Ley 27.609, por la que el ajuste combina el 50% de la recaudación de la Anses y el 50% de la variación del Ripte, sometido a un techo anual según la “recaudación previsional por beneficiario”.

¿Cuál fue el resultado? Marcelo Capello y Laura Caullo, investigadores del Ieral de la Fundación Mediterránea, dimensionaron la pérdida del poder adquisitivo de jubilados y pensionados para distintos períodos.

Si desde diciembre de 2017 los haberes mínimos se hubiesen ajustado por inflación (y no por la fórmula de movilidad Ley 27.426), el monto percibido por los jubilados en diciembre de 2022, a valor actual sería $16.256 mayor, es decir, un 32% más (pasaría de $50.124 a $66.380). Si en cambio se hubiera comenzado a actualizar el haber mínimo por inflación en diciembre de 2019, al llegar el actual gobierno, a fines de 2022 un jubilado cobraría $6.644 más, 13,3% por sobre el valor actual.

En 2022, calcularon Capello y Caullo, las jubilaciones perdieron por paliza contra la inflación. Los haberes mínimos sin “bonos”, perdieron $73.566 en el acumulado anual. Los bonos que otorga cada tanto el gobierno lograron durante 5 de 12 meses sostener el poder de compra, de modo que “la mínima” superara la que se hubiera cobrado de haberse actualizado por inflación desde diciembre de 2017. Incluso, en varias oportunidades los bonos hicieron que el monto mensual percibido fuese mayor al que se hubiera recibido con actualización desde diciembre de 2019.

Pero es difícil ganarle subiendo por la escalera al ascensor de la inflación. “En 2022 a pesar de las sumas fijas, los haberes previsionales de la mínima perderán $12.282; lo picos generados por bonos no compensaron las pérdidas por la erosión inflacionaria de los haberes entre trimestres de actualización”, precisaron los investigadores.

La pérdida en términos reales del haber previsional (contra diciembre 2021) fue del 12,2% con bonos y de 17,4% sin los bonos otorgados en los respectivos cierres de año.

Muchísimo más perdió el tercio de jubilados que cobra más que la mínima. Por caso, tomando una prestación que en diciembre equivalga a 3 haberes mínimos (esto es, $150.000 de bolsillo), Capello y Caullo estimaron que para recuperar lo perdido entre 2018 y 2022 respecto de la inflación se debería otorgar una suma de $721.000 a precios de diciembre de 2022, igual a casi 5 meses de jubilación.

Esa pérdida incluye los últimos dos años de gestión macrista, pero es un continuo que abarca al actual gobierno: para quienes perciben el equivalente a 3 mínimas, solo en 2022 la pérdida acumulada fue de $221.000, casi una jubilación y media mochada a lo largo del año, precisaron los investigadores.

La corrosión de las jubilaciones tiene incluso reflejo macroeconómico y se acentuó con las tasas de inflación de los últimos meses. Un reciente informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf) precisa, por caso, que mientras en noviembre el gasto público se redujo 7,5%, los recortes en materia de jubilaciones fueron de algo más del 9 por ciento (ver gráfico, arriba).

Endeudamiento del Estado

En cuanto a la deuda pública, al 30 de noviembre último la del Tesoro llegó al equivalente de USD 384.668 millones, precisó el último informe de la Secretaría de Finanzas. Esto incluye la deuda en pesos y en moneda extranjera, pero valuada al tipo de cambio oficial del dólar.

En los primeros 11 meses de este año la deuda bruta aumentó en el equivalente a USD 21.435 millones y desde el 30 de noviembre de 2019 (cuando era de USD 313.299 millones, último dato previo a la asunción del actual gobierno), en USD 71.369 millones (23 por ciento).

Más del 62% del aumento de la deuda fue en pesos ajustables por inflación, cuyo stock pasó del equivalente a USD 23.791 millones a USD 68.275 millones (esto es, aumentó 187%). Un tsunami de pagarés del Estado que durante sus 31 meses como ministro de Economía Martín Guzmán celebraba como “financiamiento neto positivo” y virtuosa “creación de un mercado de deuda en pesos”.

Un más riguroso análisis de activos y pasivos públicos, que incluye la deuda remunerada y también las reservas netas del Banco Central, llega al más afinado concepto de “Deuda Estatal Neta”. Esta es algo inferior a la deuda bruta del Tesoro, porque netea las deudas intraestatales y descuenta el valor de los activos públicos.

Al respecto, un informe de Pablo Repetto, jefe de Research de Aurum Valores, precisa que al 30 de noviembre de 2022 y en base a datos de Finanzas, del BCRA y de la tercera revisión del acuerdo con el FMI el stock de Deuda Estatal Neta con acreedores privados desde el inicio de la presidencia Alberto Fernández aumentó en USD 70.000 millones, superando tanto el aumento de la deuda neta durante la segunda presidencia de Cristina Fernández de Kirchner como la de la presidencia de Mauricio Macri.

“La deuda estatal neta estimada surge de considerar la deuda del Tesoro con privados en pesos y dólares, la deuda con los Organismos Internacionales, la deuda del BCRA por emisión de instrumentos de esterilización (Lebac, Leliq, Notaliq, etc), todo ello descontado por una definición amplia del stock de Reservas Internacionales Netas (Reservas Brutas menos encajes y swaps)”, dice el informe de Aurum, e incluye un cuadro con los niveles que las distintas variables tenían en septiembre de 2015 y 2019 y la estimación al 30 de noviembre último.

“Como se observa -escribió Repetto- el endeudamiento neto del gobierno de Alberto Fernández ha alcanzado el nivel del último mandato de Cristina Fernández de Kirchner, pero en un período de tiempo más corto”.

El ritmo de endeudamiento neto mensual, agregó, “es el mayor de la última década”, casi USD 2.000 millones por mes, contra poco menos de USD 1.450 millones al mes en la segunda gestión de CFK y cerca de USD 950 millones al mes en la de Macri.

Esos datos pueden sorprender, pues los cálculos habituales soslayan la deuda del Banco Central (que vía Leliq, Notaliq y Pases casi se decuplicó desde diciembre de 2019) y sus reservas, netas de “encajes bancarios” (al fin y al cabo, dinero de los depositantes) y de “canjes” de moneda, como el que la Argentina tiene con China e implica un pasivo de contrapartida.

Como detalla el cuadro, así como la gestión macrista abusó del endeudamiento del Tesoro en divisas, las de Kirchner y Fernández consumieron reservas del BCRA y empapelaron el país con pagarés en pesos del Tesoro y del Central, contrapartida de la devaluación y de la inflación.

Es el mismo cálculo que solía presentar el actual viceministro de Economía, Gabriel Rubinstein, de cuya consultora Repetto era economista asociado. Hace 12 meses, cuando Infobae hizo un repaso similar, pero sobre los primeros dos años de gestión albertista, Rubinstein precisó que la “Deuda Estatal Neta” había aumentado USD 69.525 millones en el segundo mandato de Cristina Kirchner y USD 44.892 millones en el de Macri y llevaba USD 42.626 millones en 22 meses de Alberto Fernández, cifra que Repetto actualizó ahora a USD 70.000 millones en 36 meses.

“Todos los gobiernos se endeudan de una u otra forma, dado el alto déficit fiscal que no llega a licuarse vía inflación”, dijo entonces Rubinstein, a quien le costaba “encontrar algo bueno” en la gestión del actual presidente, incluidos el manejo de la economía y de la pandemia. “En cuanto al futuro –concluyó entonces- lo más importante es que acuerdo con el FMI, que seguro lo van a hacer, lo cumplan”. En eso está ahora como miembro del equipo económico.

 

 

* Para www.infobae.com

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